viernes, 14 de octubre de 2022

MÍSTICA HISPÁNICA; DE ARCOS Y PILARES - La Iberia de Angel y Chiho (capítulo tercero) -

 Los artículos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes (con un comentario explicativo en rojo). Podrán leerse completos; pero si desea hacerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla o las letras rojas destacadas.

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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEA
S: Al lado y abajo, dos imágenes de una preciosa escultura que podemos ver en la calle principal de Palencia. Realizada por el artista invidente Daniel Calvo Pérez, e intitulada “la castañera”; fue donada por la ONCE al ayuntamiento palentino, en el año 1999. Observando la pieza, vemos su enorme armonía estética; preguntándonos cómo un ciego ha podido generar una obra de tanta belleza visual. Aunque, parece obvio, que Daniel Calvo no necesitaba ver; para crear un bronce tan genial. Transmitiéndonos “simplemente” lo que él sentía ante una castañera. En esta imagen, llena de misterio y mística; plena de enigmas, al saberse hecha “sin luz”; nacida desde la oscuridad, pero ungida de luminosidad y de preciosos volúmenes. Nos transmite y explica el hecho crucial, por el cual el arte se convierte en sublime o bello: Al nacer de una situación mística. Siendo así un milagro creativo, que convierte al hombre en un pequeño dios, capaz de generar un mundo.




A) Columnas y arcos. ¿Por qué son tan bellos?

Nada puede explicarnos el motivo que hace de un simple fuste, un enigma de lineas, que despiertan en los humanos el sentido estético. Asimismo resulta incomprensible, por qué cuanto más grande sea ese pilar y mayor altura alcance; más nos atraiga. Como si su apoyo en equilibrio, fuera un reto contra las fuerzas naturales. Y es que las columnas son bellas, por sí soleas. Sin necesitar siquiera se parte de un edificio; resultando preciosas aquellas que vemos exentas; elevadas como una escultura solitaria; o apareciendo entre los restos de un antigua construcción.

Lo mismo sucede con los arcos; cuya belleza es incomparable e incomprensible, observándose en ellos hechos paralelos a las columnas. Pues cuando un arco permanece al aire, apenas sin apoyos o en mitad de ningún lugar; adorna el todo y nos lleva a imaginar el modo en que pudo ser su entorno y cuanto le rodeaba -tal como intuimos al ver el de Caparra o el de Medinaceli-. Nunca sabremos por qué motivos esos arcos y sus hermanas, las columnas; nos resultan tan atractivos. Quizás por un principio constructivo, de iniciación o permanencia; lo que les otorga esa magia, con un fin creativo o de recuerdo. Pareciéndose su mística y elegancia, a la belleza de una mujer. Cuyo secreto -a mi juicio- reside en la necesidad de ser admirada y amada, logrando con ello perpetuar nuestra especie. Para -además- ser recordada en plenitud; con el fin de que sus congéneres y descendientes vivan el sueño de lo sublime, envuelto en la más enigmática estética: La femenina. Es decir; al igual que la mujer es el ser más bello de la Naturaleza y su cerebro el más complejo y sublime de los existentes; con el fin de atraer y domesticar hombre (para ser madre y diosa en la Tierra). Estas columnas y arcos pétreos, que tanto llaman nuestra atención; significarían el comienzo o el final de una gran obra: El recuerdo o el inicio de un magnífico edificio. Principio y fin de la arquitectura; siendo así los pilares y las arcadas, un Alfa y Omega de la estética.



SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, preciosos restos de fustes que pueden verse aún, junto al embalse de Villacañas (Cáceres), en las inmediaciones de Navalmoral de la Mata. Son las ruinas de un templo romano, procedente de la antigua Augustóbriga; urbe que hoy descansa en el lecho del referido pantano.

Abajo, maravillosas columnas de un dístilo romano, que aún se mantienen en pie en la plaza principal de Zalamea de la Serena. Su medida máxima alcanza los 23 metros y fueron creadas en época “Flavia” -siglo I- para rematar este mausoleo (dístilo); que se componía de un basamento, columnas y un frontal superior.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado y abajo, dos imágenes más de las referidas pilastras del mausoleo romano, en Zalamea de la Serena (Cáceres).






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado y abajo, dos fotografías del patio del Hotel antiguo Convento de los Franciscanos en Palma del Río (Sevilla) -al que agradecemos nos permita divulgarlas-. En ellas se observa la belleza de las columnas por sí mismas, sin estar incorporadas a ningún elemento constructivo. Es de destacar que desde este convento partieron muchos de los evangelizadores de la costa Oeste de los Estados Unidos (San Francisco); hasta donde no solo llevaron la religión católica, sino también las naranjas -que tanto abundan en estos campos de ese litoral norteamericana y donde está “Orange-County” (el condado de las naranjas)-.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: restos de columnas romanas colocadas en las calles de Sanlúcar de Barrameda; usadas como bolardos.








SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba y al lado, dos curiosos “cipos” que se conservan a la entrada de la iglesia de Los Siete Dolores, de Sevilla. Probablemente se trata fustes romanos; aunque más bien parecen antiguas esculturas de togados o dioses latinos, muy deteriorados.





Abajo, el lugar donde se encuentran los referidos cipos (frente a la entrada al templo).






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: detalle de estas extrañas “columnas” que franquean la Iglesia de Los Siete Dolores, de Sevilla.










SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba y al lado, zonas de Sevilla adornadas con antiguas columnas. Abajo, el paso a la catedral hispalense, también franqueada por grandes pilastras.











SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Tres imágenes de la casa parroquial de San Román de Hornija (Zamora); cuando cayó su frente al robar un desalmado sus capiteles visigodos, hace unos cinco años (actualmente ha sido recuperada y restaurada).Observemos, que pese al penoso estado; las columnas, sus cimacios y basas siguen siendo bellas.






SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Otro caso de estética inexplicable, es la de los arcos. “Solos o acompañados”. En imágenes vemos arriba, el famoso arco romano del triunfo, tal como estaba hace unos treinta años, en Medinaceli (antes de que le construyeran una casa junto a él, obstaculizando las vistas). Al lado y abajo; el paso de Capera en Cáceres (Cáparra romana), con su arco de cuatro puertas; partiendo en ejes y orientaciones cardinales, esa antigua ciudad -que de Norte a Sur cruza la Ruta de la Plata-.









SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Tres imágenes de la iglesia de Combados (Galicia); derruida y convertida en camposanto. Han permanecido sus arcos en equilibrio, dándole un aspecto tan bello como extraño.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, arcos góticos de un edificio civil, que han logrado no caer, en las ruinas del parque de Evora (Portugal). Abajo, el monasterio de Melón (Galicia), en el año 2021. Vemos como muchos de sus apoyos dinteles aún aguantan, pese a su estado totalmente ruinoso.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arcos y fachada gótica en las cercanías de Castrojeriz (Palencia). Se trata de un edificio en ruinas (San Antón), por cuyo centro pasa el Camino de Santiago; donde descansan y paran los peregrinos (llegando a lavar allí sus ropas y tender la curiosa colada en estas paredes).








SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos ejemplos más de la belleza de los arcos. Arriba, detalle de la construcción mozárabe o visigoda (hoy llamadas tardoantiguas) en Melque -Toledo-. Observemos el enorme carácter de sus arcos, que bien pudieran ser romanos. Abajo, preciosa fuente llamada del perro, en Bilbao (sita en la calle del Perro). Su apariencia es de un sarcófago romano, franqueado por arcos de tipo tardorromanos. Aunque se considera una imitación del siglo XVIII; reparada por los arquitectos Orueta y Mauri, en 1800.




B) Apoyos sobre el vacío.

La observación de una columna o un arco, provoca una sensación de ligereza y soporte; de misterios en pesos y voladizos, que siempre atraerán nuestra imaginación. Tanto, que bastará encontrar un fuste insertado en cualquier pared, o un pequeño apoyo en forma arqueada; para que distraigan la atención, llevándonos a pensar en ellos (fuera del conjunto arquitectónico). Algo similar sucede con la percusión en la música; que nos induce el “esqueleto” de las melodías. Ya que el golpe de tambor, de batería o de palmada; aunque no sea propiamente “música”, marca la estructura armónica de lo cuanto escuchamos. Naciendo así el enigma de si resulta más sublime el ritmo, o las frases musicales. Del mismo modo, al observar una columna o un arco; intuimos el interior de la arquitectura; el esqueleto de los edificios. Por ello -a mi juicio- provocan una sensación similar a la experimentada ante los huesos humanos. Pues todo aquel admira un cuerpo, primero ve su estructura exterior; pero más tarde, su composición ósea y muscular. Pues si bellas son las líneas de un humano; sublimes son aquellas áreas que lo mantienen en tensión. Por lo demás, las formación ósea pervive en el tiempo. Por cuanto nos rememora la muerte y la vida; llegando a veces a ser venerada como reliquia.

Cuanto hemos señalado anteriormente, ha llevado a que decoradores y arquitectos reaprovechen arcos o columnas de antiguos edificios; situándolas en lugares preferentes, para mejorar una nueva construcción. Logrando con ello, ampliar el espacio o embellecer el ambiente. Todo lo que se consigue gracias al imaginario espectro que reflejan esos elementos arrancados de su lugar de origen; que cuando son trasladados, muestran vacíos y apoyos de lo que antes soportaban -obligando a deducir formas imposibles en su nuevo entorno-. Así pues, hemos de plantearnos si es este hecho artificial, lo que tanto llama nuestra atención; o bien será la enorme utilidad arquitectónica de los fustes y arcadas, lo que nos atrae sobremanera. Debiendo concluirse que la segunda característica, es lo que realmente embellecen estos elementos, otorgándoles un carácter enigmático. Pues provocan que la imaginación cree formas, con las que intenta finalizar ese antiguo conjunto constructivo; incluyendo los pilares y apoyos añadidos. Siendo así como la ruina y las piezas extrañas a un edificio, obligarán que nuestra mente complemente una realidad anterior; a recrear lo que “aquello” fue en su momento. Algo que el pensamiento logra, creando dibujos ideales -o líneas mentales-; con las que se pretenderá completar cuanto falta, o el uso anterior de esas piezas maltrechas y caídas.

De lo anteriormente explicado, nace el sentido romántico de las ruinas. Una emoción decadente pero sublime, que toda persona formada siente frente a restos arquitectónicos (de un edificio o de una ciudad importante). Porque ante ellas, la imaginación va terminando cuanto que se ha caído y destruido; debiendo la mente actuar como un genio, capaz de levantar todo aquello que falta. Estos hechos, a mi juicio, provocan en nosotros tres sentimientos irrefrenables: Primeramente la melancolía y tristeza, al observar cuánto se ha perdido. En segundo lugar, regresión y nostalgia; al identificar nuestro pasado y vida con aquellos restos. Cuyo regreso es imposible y la reparación o repetición resulta inviable; pues pretender imitar lo que sucedió y antaño pasó, solo puede provocar un “pastiche” (arquitectónico, psíquico, material o personal). Pero a su vez, la visión de unas ruinas, fomenta exponencialmente la creatividad; porque entre ellas, la mente “necesita” recuperar y regresar al pasado; pretendiendo imaginar cómo fueron esos edificios o urbes. Así pues -a mi entender- de estos tres sentimientos antes explicados (melancolía, regresión y creatividad imaginativa) nace el espíritu y el arte romántico. Cuya base se sustenta en la admiración a un pasado, ya desaparecido; la nostalgia por una cultura en decadencia; junto a una enorme tristeza, al ver nuestra civilización en ruinas. Lo que finalmente es superado, por el deseo de recuperar ese “paraíso perdido”; aunque solo sea en nuestra imaginación (a través de las artes o las letras).




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
tres imágenes de un rincón, del precioso hotel sevillano, Las Casas de la Judería (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos). Este complejo turístico, de una belleza inigualable; fue creado por la casa de Segorbe, con el mayor esmero y el mejor estilo. Nació desde los palacios y corralas que durante más de quinientos años, el ducado de Segorbe mantenía como propiedad, en el centro de la capital andaluza. Finalmente, hace cuatro decenios, el primogénito de esta familia decidió convertir aquellos palacetes, sus patios y las viviendas de quienes allí servían; en habitaciones y suites de hotel. Regenerando todo el conjunto, decorándolo con un gusto inigualable y dotándolo de los mejores servicios. Vemos en imágenes una esquina de estos innumerables pasajes y pasillos, que existen en el Hotel.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Otros dos preciosos rincones del referido Hotel (Las casas de la judería; al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos). En su página nos dice:Sus 134 habitaciones, todas diferentes, se entremezclan entre ellas, a través de más de sus 40 patios, jardines, túneles y laberínticas callejuelas interiores. Pasear por el interior del hotel, es volver a vivir lo que fue esta ciudad siglos atrás: Fuentes, estatuas, pedestales, columnas, solerías y un buen conjunto de muebles de la época, ánforas, botijos, antiguas murallas, etc., dan la sensación de estar en un auténtico museo”. Observemos, cuánta belleza y magia, esconden estos trozos de columnas y los restos arquitectónicos.







SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: tres imágenes donde se percibe el sentido sublime de los arcos y columnas. Arriba, restos de capiteles, apoyos, claves y fustes; del monasterio gallego de Melón. Abajo y al lado; dos imágenes del claustro de la Colegiata de Sasamón (Burgos), a la que agradecemos nos permita divulgarlas.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Preciosas imágenes de la mezquita-iglesia de Almonester la Real (Huelva). Observemos el juego de columnas y pilas de origen hispano árabes, de la mezquita levantada en el siglo IX y reconstruida como iglesia doscientos años más tarde. En el juego de arcos y columnas, se basa gran parte de la arquitectura islámica; que logra transmitir el valor de lo sublime y lo eterno, abstrayendo y combinando estos dos elementos.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Pila benditera, conservada en la iglesia de Santa María del Mercado; de Alburqueque, Cáceres (a la que agradecemos, nos permita divulgar nuestras fotos). Se trata de una basa de columna (posiblemente romana), reconvertida en recipiente, situada sobre una fuste muy posterior. Todo lo que le concede ese misterio de la ruina, la reutilización de elementos y el romanticismo de imaginar su procedencia... . Este templo gótico, levantado en pleno casco judío, tiene un nombre que rememora cultos romanos (dedicados a Mercurio), quizás transmitidos por los hebreos. Aunque por toda la Península es muy común la existencia de iglesias dedicadas al Mercado y al Azogue (mercurio); por cuanto de prosperidad y beneficio supone esa actividad económica.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Pilas de agua bendita, también conservadas en la iglesia de Santa María del Mercado, de Alburqueque (a la que agradecemos, nos permita divulgar nuestras fotos). Son también elementos “reciclados” y convertidos en pebeteros.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Curiosa benditera, de la iglesia de Santa María del Mercado, de Alburqueque (a la que agradecemos, nos permita divulgar nuestras fotos). Se encuentra junto a la pila bautismal y está hecha con un capitel tardorromano, reaprovechado.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, preciosa pila benditera de la iglesia de Santa María de la Asunción, de Guadalcanal (Sevilla) -a la que agradecemos, nos permita divulgar nuestra foto-. Observemos que se trata de un magnífico capitel nazarí, situado sobre una columna del mismo estilo y recuperado para convertirlo en pila. Abajo, otro de los rincones del hotel sevillano, Las casas de la Judería -al que agradecemos, nos permita divulgar nuestra foto-. Observamos en ella la decoración con basas y capiteles antiguos, para crear un nuevo ambiente.







SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS
: Al lado y arriba, un capitel visigodo (tardoantiguo) que se conserva en el jardín del Monasterio de Santa Paula, Sevilla -al que agradecemos, nos permita divulgar nuestras fotos-. Abajo, una fuente, realizada en un capitel (quizás romano) también en el suelo del jardín del mismo monasterio sevillano.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos curiosas imágenes de la iglesia de San Miguel, en San Esteban de Gormaz (Soria). Hemos elegido estas fotografías realizadas cuando el templo se estaba restaurando, porque en ellas se observan restos y piedras junto a la escalinata de entrada. Ello, confiere un extraño encanto al entono, que se convierte en un lugar con cierto “romanticismo”. En la de abajo vemos a mi mujer (Chiho Onozuka).





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
fotos de la “casa de la columna visigoda” de Villalonso, Valladolid (con Chiho Onozuka a su lado). En esta pequeña vivienda, se conserva un fuste con su capitel (tardoantiguo) y otro similar usado de basa. Pese a ser una construcción sin casi valor, que se mantiene en ladrillo; este conjunto que sujeta su portal le concede una belleza increíble.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
otras dos fotos de la “casa de la columna visigoda” de Villalonso, Valladolid.











C) El pilar, como imagen de lo divino.

No es extraño que la patrona de España sea la Virgen de El Pilar; cuyo culto narra como Santiago vio a María, aparecida -en cuerpo humano- junto a un fuste, en las inmediaciones del Ebro. Según la tradición cristiana, el hecho sucedió antes de su ascensión a los cielos (hacia el año 40 d.C.) y en las riberas de Zaragoza, capital. Donde la madre de Jesús dejó una columna de jaspe, rememorando el lugar en que fue vista por el apóstol y los siete primeros bautizados de la Península. Se considera que veneración a ese Pilar fue mantenida por los cristianos, hasta el dominio musulmán; y que cuando regresaron, tras la reconquista, edificaron en esa orilla del Ebro una iglesia -precisamente donde se rememoraba la reliquia-. Esta columna, la tradición pilarista afirma es la misma que existe actualmente y la que vio Santiago; permaneciendo en el mismo lugar desde la aparición de María, en año 40 a.C..

Cuanto hemos narrado, puede ser leyenda, Historia o milagro; pero el hecho cierto es que en Zaragoza se venera a un Pilar, representando a la Virgen en su fuste y capitel -como símbolo de la Patrona de España-. Todo lo que nos lleva a pensar si aquella figura pétrea pudiera tener un sentido relacionado con las figuras divinas del Mediterráneo más antiguo. Donde se adoraba a las diosas, con cipos en forma de columna; un hecho que ya estudió Sir Arthur Evans (en su libro The Mycenaean Tree and Pillar Cult). Aunque no estaría descaminado identificar esta sacralización del pilar, con la tradición islámica de Zaragoza; uno de los emiratos más poderosos e importantes de la Hispania árabe. Siendo posible que ese culto, tuviera una gran influencia de la tradición semita, que impide las representaciones divinas.

No entraremos en discusiones teológicas, ni menos deseamos resultar irreverentes a quienes conservan veneración a la Virgen aparecida junto al Ebro. Pero sí querríamos expresar la posible influencia de las religiones islámica y judía, en la reverencia hacia un elemento arquitectónico; debido a que en las mezquitas y sinagogas no hay imágenes humanas que representen a la divinidad (siquiera de animales sagrados -normalmente-). Ello nos lleva a pensar en el significado que las columnas, los arcos y que la arquitectura -en sí misma-, contiene para estos pueblos semitas que no representan a Dios, ni a sus santones o doctores teológicos. Pudiendo así comprenderse el valor que contienen los detalles sagrados de diseño, para quienes construyen mezquitas o sinagogas. Donde se juega con los elementos, como modo de representar lo magnánimo, lo sagrado o la belleza divina. Siendo los arcos y sus apoyos, la columna vertebral que articula ese “diálogo” entre Dios y la Humanidad; debiendo expresarse la grandeza de a Creación, jugando con ellas.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes donde podemos ver pilares y arcos árabes. Al lado, preciosa ventana del Alcázar de Sevilla -a cuyo patronato agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-. Abajo, un arco de la Alhambra (Lindaraja) -a cuyo patronato agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-.








SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
imágenes de San Baudelio de Berlanga (Soria) -a cuyo patronato agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-. Este maravilloso templo, ejemplo del más antiguo mozárabe; antes de ser convertido en iglesia (hacia el siglo XI) fue una antiquísima mezquita. Su belleza de estilo y arcos, recuerda un oasis en el desierto, interpretando los fustes y capiteles como si fueran palmeras; junto a las que se representaron animales como camellos o elefantes.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de arquitectura hispano-árabe. Al lado, Mequita del Cristo de la Luz en Toledo. Abajo, nicho de la Alhambra -a cuyo patronato agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-.









SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arquitectura hispano-árabe. Al lado, torre del Monasterio de Santa Clara de Tordesillas. Construido por Pedro I, en un estilo muy similar al Alcázar de Sevilla (otra de las obras realizadas por el mismo rey). Abajo y arriba, dos de las maravillosas torres mudéjares de Teruel.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes del interior del Palacio de la Aljafería, Zaragoza -a cuyo patronato agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arquitectura hispano-árabe. Al lado, arco de salida al castillo de Gormaz. Este enorme recinto amurallado islámico, fue la fortaleza medieval mayor de Europa; y vigilaba la frontera del Duero. Abajo, entrada a una de las iglesias de Guadalcanal (Sevilla).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arquitectura hispano-árabe. Dos imágenes de la mezquita de las Tornerías en Toledo -a cuyo patronato agradecemos nos permita divulgarlas-. En ellas vemos columnas romanas y capiteles visigodos, reaprovechados. Tras la reconquista por Alfonso VI, el templo se convirtió en iglesia.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arquitectura mozárabe. Dos imágenes de San Cebrían de Mazote (Valladoid); templo fechado en el siglo X, y que se considera construido por los cristianos cordobeses refugiados en la zona, tras la batalla de Simancas. Como vemos, sus arcos y su estilo es de enorme influencia musulmana y la mayoría de sus columnas y capiteles, son reaprovechados (de época tardorromana y visigoda -procediendo posiblemente de antiguas villas o cenobios tardoatiguos de la zona). En la foto, al lado: Mine Kawakami, famosa pianista japonesa que ese día visitaba la iglesia de San Cebrián (agradecemos a la parroquia nos permita divulgarlas).








SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: arquitectura mozárabe. En este caso, fotos de San Miguel de Escalada, en León (agradecemos al patronato, nos permita divulgarlas). De nuevo, un templo de inspiración árabe, pero creado por cristianos -posiblemente llegados de Andalucía y refugiados en esta zona-.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arquitectura mudéjar. Dos imágenes de la iglesia de san Román, en Toledo; Museo de los Concilios, también llamado de las Tres Culturas (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Como su propio nombre indica, se trata de una síncresis cultural, que mezcla estilos árabes, judíos y cristianos.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: arquitectura mudéjar. Dos imágenes del Convento de Santa Clara, en Toledo (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Observemos en sus elementos y formas la unión de estilos, árabes y cristianos.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías de los patios hispano-árabes, construidos por Pedro I en Tordesillas; para el Convento de Santa Clara -al que agradecemos nos permita divulgarlas-.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arquitectura hispano-árabe. Al lado, fachada del exterior de la Mezquita de Córdoba, iluminada por la noche. Abajo, arcadas del aljibe de Cáceres, hoy incorporado al Museo Provincial (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto). Este lugar, parece que fue mezquita; y que tras la Reconquista se convirtió en depósito de agua.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: arquitectura hispano-árabe. Dos imágenes del Alcázar de Sevilla (agradecemos a su patronato, nos permita divulgarlas). En su construcción parece que tan solo intervinieron albañiles y arquitectos musulmanes. Pedro I era un monarca de gran cultura, que hablaba árabe y hebreo; por cuanto admiraba las artes y estilos de estas civilizaciones.






D) La interpretación hispana, de los elementos sagrados semitas.

Hemos concluido que la profusión en la arquitectura española de arcos, arquerías, mocárabes, pilastras, pilares, columnas, basamentos y largo etcétera (propios o reaprovechados). A mi juicio, procedería de una clara influencia religiosa y artística semita. Hablamos de un trasvase de estilos, principalmente fraguado cuando los arquitectos y albañiles musulmanes trabajaron para los cristianos. Aunque comenzaría mucho antes y desde el momento en que los andalusíes católicos construyeron algunos de sus templos; fundamentalmente cuando huyen hacia tierras reconquistadas (instituyendo y divulgando el arte mozárabe). Aunque aquella comunicación de culturas y religiones, supuso también de un intercambio de cultos e ideas teológicas. Síncresis de lo semita con el mundo grecorromano hispano; que aportó una serie de valores arquitectónicos y espirituales a todo el arte y la filosofía de la Península. Pues como hemos destacado, la civilización islámica y la judía, conceden a esos elementos constructivos un carácter sagrado. Debido a que su arte no representa imágenes divinas; por lo que que deben idealizarlas con figuras esquemáticas. Ello provoca una sublimación matemática y estética de esos iconos sagrados; que se sintetizan o con sutiles diseños, que muestran la complejidad del Cosmos, de la Tierra y de toda la Creación. En este proceso se síntesis espiritual, los arcos, las bóvedas y los pilares; cumplen una función primordial. Simulando El Cielo (divino y universal) en techumbres con dibujos esquemáticos y en artesonados cargados de estrellas. Los bosques y montañas sagradas (junto a desiertos con palmeras); en salas y patios cargados de columnas. Estancias en cuyo centro se alza una fuente o pozo; rememorando un oasis, pleno de vegetación. Del mismo modo, los arcos recuerdan las cordilleras que “sustentan” o “tocan” la bóveda celeste. Mientras sus zonas abovedadas (plenas de adornos en estuco), son la expresión de cuanto la mente imagina al observar la Naturaleza; semejando nubes, paisajes y hasta espejismos desérticos.

Toda esta tradición milenaria, nacida en tiempos del Egipto faraónico y que se relacionaba plenamente con los jardines de Babilonia -o con la arquitectura mesopotámica-. Fue heredada por España, tras de la incursión y el dominio musulmán. Cuando al sincretizarse las formas autóctonas, con las importadas por los árabes, desde Oriente Medio; en nuestras tierras nacieron estilos inexistentes en cualquier otro punto del Planeta. Hablamos de lo que vulgarmente se denomina el mozárabe y el mudéjar; que en realidad deberían diferenciarse en multitud de tipos de arquitectura y de artes. Ya que nada tiene que ver el mudejarismo de Teruel, con el que encontramos de árabe en los edificios Reyes Católicos. Lo mismo sucede con las construcciones mudéjares de Toledo y Extremadura; totalmente distintas a las catalogadas con igual denominación en Castilla (llena de ejemplos románicos y góticos, principalmente en ladrillo visto). Asimismo, con el mozárabe sucede igual; pues en unos y otros puntos de España, tan solo concuerda por ser una transición entre lo visigodo y lo prerrománico. Es decir, se considera mozárabe todo aquello que tenga rasgos u origen tardoantiguo; siempre que incluya formas relacionadas con el mundo islámico.

Sea como fuere, es indudable que España ha reinterpretado todo el legado judío y musulmán que heredó durante siglos; para reconvertirlo en “algo similar” a lo que hacían los semitas, pero muy diferente. Ello supone que la arquitectura hispana, desde el siglo XVI contenga elementos absolutamente orientales; donde sus bóvedas, pilares y arcos, juegan un papel similar al que les otorgan los hebreos y los árabes. Como símbolo de lo sagrado y representación de la divinidad; pudiendo interpretarse que en ellos “vive” Alá, Yahvé o Dios. De este modo se entiende el “hogar del Creador”, por la grandiosidad de sus elementos, la belleza decorativa y la complejidad de los diseños. Pudiendo verse La Creación, en una mezquita, una sinagoga y una iglesia mudéjar (o mozárabe); entre sus techos cargados de estrellas, las bóvedas de mocárabes, las salas plenas de columnas. Tanto como en esos maravillosos patios, donde los pilares se mezclan con juegos matemáticos (expresados con azulejos) haciéndonos ver un oasis arquitectónico.



SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos ejemplos de arte mudéjar muy distintos. Arriba, fachada de la iglesia y convento de San Pablo, en Peñafiel. Abajo, otra de las famosas torres de Teruel.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes del templo mozárabe que se conserva en el interior del Monasterio de Celanova (Orense). Esta curiosa iglesia, cuyo tamaño no excede de los sesenta metros cuadrados, es un ejemplo de síncresis religiosa. Se halla junto a una roca, que a mi juicio es un altar celtibérico de adoración al Sol. Curiosamente, la saetera ventana del ábside de esta pequeña ermita; se encuentra orientada a un punto que en cada mañana equinoccio, amanece justo por aquella fina linea que deja ver el ventanuco. En las fotos (que agradecemos al monasterio nos permita divulgar) podemos observar sus arcos de tipo árabe y su construcción semejante a la visigoda.





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos fotos de la Plaza Santa Ma. La Blanca de Sevilla; en las que podemos apreciar una construcción mudéjar, que reaprovecha restos romanos. Al lado, arcadas de lo que antaño fue un paso de soportal (hoy cubierto). Está formado por fustes y capiteles romanos (hundidos a varios metros); sobre los que se dispusieron los arcos de paso -al modo mudéjar-. Habiéndose cerrado en el siglo XIX, para crear un espacio con ventanales. Abajo, la plaza, de clara inspiración islámica; podría ser un patio de un palacio árabe. Los troncos de árboles pintados en blanco, nos enseña claramente que los pilares repetidos de la arquitectura hispano-árabe simbolizan palmeras o vegetación. En su mitad la fuente, como un pozo; a imagen y semejanza de un oasis, cuyo origen y punto central es el manantial con agua.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Calles de Zafra (Badajoz). La arquitectura popular extremeña tiene una enorme influencia musulmana. En las fotos podemos ver estas plazas y vías, envueltas entre arcos y pilares; simulando situarse entre las palmeras de un oasis (tal como se observa en la imagen de abajo).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Otras dos fotos de Zafra (Badajoz). En ellas se observa el mágico encanto de pilastras jugando con arcadas; que las hace aparentar un patio de palacio islámico, o bien un oasis en mitad del desierto.





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, entrada a Toledo por el Puente de San Martín. En este caso se ve una conjunción de estilos, según fue avanzando la construcción del paso. Apareciendo en sus puertas dos arcos de tipo árabe (herradura); uno de media punta, gótico y otro renacentista (de medio punto). Mientras al comienzo del edificio -en primer plano-, vemos que tiraron dos arcos más (de tipo califal). Abajo, de nuevo, detalle de un edificio mudéjar extremeño. Se trata del claustro del actual museo etnográfico de Llerena (antiguo convento de los dominicos y cárcel de la Inquisición). Sus arcos de medio punto, denotan la época renacentista; aunque sus columnas y métodos constructivos nos llevan a deducir que fue levantado solo por albañiles musulmanes.





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: arcadas de un claustro exterior que se conserva en la iglesia de San Blas, de Villalpando. Se trata de una parte de fachada del templo reconstruida hacia el siglo XVIII, con arcos mudéjares (hoy en muy mal estado); seguramente sustituyendo el atrio antiguo románico o gótico- que estaba en este lugar.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos ejemplos de techos de iglesias muy bellos. Al lado, cúpula de Los PP. Jesuitas en Loyola (a los que agradecemos nos permitan divulgar nuestra foto). Abajo, ejemplo de Carpintería de Lo Blanco, en la iglesia de Fuentes de Nava (Palencia) -a la que agradecemos nos permita dar a conocer nuestra imagen-. En ambos casos, las techumbres simbolizan el Cielo (cósmico y religioso; el paraíso y el Universo). En Fuentes de Nava, la iglesia de Santa María se ha constituido como un centro de interpretación, donde podemos estudiar este tipo de arquitectura de cubiertas, cuya característica es que va enteramente ensamblada (sin un solo clavo). De tradición árabe, su significado está plenamente unido a las matemáticas, la geometría y la construcción. Tres conceptos que en el mundo semita esconden “la representación” de Dios (Al-lah; o Yahvé).





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos ejemplos más de techos en iglesias. Al lado, de nuevo otro detalle de la iglesia de Santa María en Fuentes de Nava (Palencia) y su artesonado en Carpintería de Lo Blanco. Al lado, una cúpula gótica en la catedral de Toledo (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto); donde se observa claramente la representación del Cielo (paraíso y Cosmos).







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos ejemplos de arquitectura mudéjar extremeña (muy diferente a la castellana, la turolense o a la de edificios Reyes Catóicos). Al lado, el claustro de la actual hospedería del Monasterio de Guadalupe (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto). Abajo, claustro del Parador de Guadalupe (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto). Observemos en ambos casos, la unión entre mudéjar y gótico, con arcos árabes, apuntados y las balaustradas góticas (en el caso de la hospedería). Sin embargo, el Parador conserva todas las trazas de un palacio Nazarí, tal como podemos encontrarlos en Marruecos o en Andalucía.





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes más de ambos edificios. Al lado, la hospedería de Guadalupe. Abajo, el Parador. Observamos que el primero es un claro ejemplo de síncresis entre la arquitectura gótica y la árabe; mientras el Parador es puramente hispano-musulmán.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes del maravilloso monasterio de Guadalupe, tomadas en su claustro (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos). En ellas vemos la unión de estilos, gótico y árabe, con arcos de herradura, junto a otros apuntados y de medio punto.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes más de Guadalupe. Al lado, famoso humilladero que se halla antes de bajar al pueblo; obra del mismo estilo y época que el monasterio. Abajo, de nuevo, otra fotografía del claustro.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de iglesias en Mayorga (Palencia); ejemplo del mudejarismo en Tierra de Campos. La magnanimidad y belleza de estos templos es solo comparable al mal estado en que se encuentran. Baste decir que en Mayorga hubo diecisiete iglesias mudéjares, a cual mas importante; de las que hoy apenas quedan tres (dos casi en ruinas y una completamente reformada y reconvertida en un edificio cuasi moderno).





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos ejemplos de arquitectura mudéjar toledana. Al lado, Círculo de Arte, de Toledo, sito en la antigua iglesia y museo de San Vicente; actualmente es un centro cultural donde se celebran conciertos, representaciones teatrales y contiene una cafetería discoteca, que abre a diario. Observemos, que la parte alta se su ábside se adorna con saeteras similares a las de una sinagoga. Mientras a los lados, luce arcos mudéjares de claro diseño árabe. Finalmente, en el frente, podemos observar un gran paso (de puerta o hacia otra sala) con un arco renacentista, pleno de bajorrelieves. Abajo, campanario de Santo Tomé; con ciertas reminiscencias del mudéjar turolense (aunque mucho más castellano, en su simplicidad y lineas).



E) El poder de las columnas.

Mucho hemos hablado de los elementos arquitectónicos, aunque no hemos mencionado el significado mitológico y cultural de los pilares y fustes. Cuyo sentido natural, las une a troncos de árboles; aunque su simbolismo religioso y social, las vincula con las raíces de a tierra -cordilleras, montes y hasta con los movimientos sísmicos-. Pues, no es un sentimiento ajeno al científico, considerar que un terremoto se produce por un “pilar partido” en el interior de la Tierra. Siendo un hecho similar el proceso de un geosinclinal fallando, provocando que una zona de terreno se hunda. Todo ello llevó a dar un valor sin parangón a las columnas, que no solo se convirtieron en el soporte y fachada de los principales templos y en un ejemplo de grandiosidad; sino -asimismo- en un símbolo de poder y pervivencia de la civilización que las elevó.

Ello lo veremos en pasajes como el de Sansón, derribando los fustes y apoyos del templo filisteo; o en los grandes obeliscos egipcios. Que fueron emulados con columnas triunfales, en Roma y por tantas otras culturas. Siendo así, que El Triunfo y la Gloria, se conmemoraba entre los grecolatinos levantando enormes cipos, o gigantescos arcos; donde se grababan los hechos a recordar y deificar. Todo ello, nos lleva de nuevo a preguntarnos ¿Qué esconde el arco y el pilar; que tanto a atrae a la Humanidad?. Una cuestión, que no podemos resolver más que desde un punto de vista estético, pues -como ya dijimos-; ambos elementos representan el inicio de la arquitectura, y a su vez el principio o el fin de toda construcción. Por verse en las cimbras y los fustes, un resto de lo que existió, tanto como la primera señal de lo que se va a elevar.

Así pues, un gran ejemplo en la idealización de los pilares lo tendremos en la mitología más antigua, cuando nos transmite que las cordilleras son columnas sobre las que se sustentan los cielos. De tal manera, los montes del Atlas, situados en Marruecos (al extremo Occidente) donde se consideraba que terminaba el Mundo -conocido-. Actuaban como pilares que sujetaban la bóveda celeste en este punto Oeste más lejano; sosteniendo los cielos, para que no cayesen sobre la Tierra. Siendo así como lo concebían en la más remota Antigüedad, cuando los no iniciados en astronomía creían que nuestro Mundo era plano y que flotaba sobre un enorme plato; con la cúpula celeste encima, a modo de tienda de campaña. Una bóveda que se sostenía gracias a los apoyos en las montañas; todo lo que se comprobaba al observar el modo en que las nubes se posaban en las cimas de las cordilleras. Siendo por lo que llamaban “columnas” a los grandes montes; entre los que destacaron, los dos colocados por Herakles en el final del Mundo: Ceuta y Gibraltar (Sipta y Abyla); que conocemos como Las Columnas de Hércules. Existiendo la costumbre histórica de considerar el lema “Non Plus Utra” (que marca la imposibilidad de traspasar el Estrecho); nacida del hecho que indica como ningún barco mediterráneo podía cruzar aquellos dos montes e internarse en el Atlántico -en busca de nuevas tierras al Oeste-. Aunque este “mote” que fue frase de España, procedía inicialmente de un pacto entre Roma y Cartago; por el cual los latinos se comprometieron a no navegar hacia las costas de Iberia. Sin poder arribar los romanos a tierras occidentales; marcándose en el acuerdo entre ambas potencias, una linea de “no traspasable” (desde Cerdeña a Túnez, hacia el Oeste; dominios por entonces cartagineses).

Así pues, la leyenda NEC PLUS ULTRA es ajena al mito de Hércules; tanto, que no pertenece a Grecia. Pues aparece históricamente el lema, en el referido tratado entre las potencias marítimas del Lacio y del Norte de África; precisamente cuando los helenos habían sido vencidos (tras la batalla de Alalia, en el 535 a.C.). Una guerra entre púnicos y médicos, que desarbola la armada jonia y aleja a los focenses del mercado; expulsando de las rutas marinas occidentales a los barcos griegos. Siendo entonces, cuando los de Cartago y los latinos se hacen dueños del Mediterráneo y para evitar nuevos conflictos, se reparten las áreas de comercio y de dominio. En estos años y tras Alalia (535 a.C.) cae el área atlántica y la tartessia, bajo influencia cartaginesa. De tal manera, en el 509 a.C., el senado romano y el cartaginés firman ese pacto denominado del “Nec Plus Ultra”, por el cual se impedía a los del Lacio, navegar más allá del Estrecho de Gibraltar. Todo lo que explica la visión posterior de Ceuta y Gibraltar como dos grandes “postes”, donde se marcaba el fin del Mundo conocido y el comienzo de los dominios cartago-ibéricos.




SOBRE, JUNTO ESTAS LINEAS: Arriba, paseo marítimo de Cádiz (junto a las famosas Columnas de Hércules); sus farolas y bancadas recuerdan estos dos grandes pilares “colocados” por el héroe tebano. Al lado, las dos grandes columnas que se aun conservan, en el monumento funerario de Zalamea de la Serena; posiblemente, en su origen fueron un recuerdo a las de Herakles.





SOBRE, JUNTO ESTAS LINEAS:
Arriba, escudo de la Casa Real Española, de tiempos de Carlos III, tomado desde el de Carlos V. Contiene las columnas y señala PLUS ULTRA (marcando que habían hallado tierras más allá de las Columnas de Hércules). Es muy similar a las insignias gaditanas, en este se ven los mares, los pilares de Herakles y los dos mundos descubiertos por España. Al lado, símbolo de Real de Carlos III, que copió la moneda primera de un Dollar y que en su tiempo originó la marca $; al unir el diseño de la columna, con el paño que luce el lema en la forma: “ISI”.






SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
tres ejemplos de belleza en los pilares y arcos, que podemos encontrar en las Calles de Sevilla (recreados con elementos reaprovechados de época romana, en las dos primeras imágenes).











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: De nuevo, esquinas del Barrio de Santa Cruz, con pilares y capiteles antiguos (donde deslucen un tanto las ruedas de molino, incorporadas).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: fustes romanos, en el barrio de Santa Cruz de Sevilla. Parece un milagro que todavía se conserven allí, donde se colocaron para proteger los esquinazos aunque cumplen una función estética inigualable.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, una curiosa imagen del Barrio de Santa Cruz, en la que vemos el “daño visual” que hacen las piedras de molino añadidas, junto a fustes antiguos. Abajo, precioso claustro de la iglesia de Santa María de Écija (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos). La estética que guarda, es una síncresis milenaria de los patios romanos unida a los edificios árabes y rematada con arquitectura cristiana. Así pues, la belleza en las soluciones de la arquitectura andaluza es solo comparable a la que contiene la guitarra flamenca, en sus ritmos y armonía.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes más del precioso claustro de la iglesia de Santa María de Écija (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos). Observemos las soluciones arquitectónicas y su resolución por columnas y arcos; decoradas con piezas reaprovechadas. Todo ello, con una belleza sin parangón, ni otra comparación en Europa.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos restos de templos romanos, donde observamos el “poder” de las columnas. Al lado, antigua entrada al recinto de Marte, en Mérida (Badajoz); posteriormente reconvertido en el atrio de la iglesia de Santa Eulalia. Abajo, ruinas del templo de Diana en Évora (portugal).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos ejemplos sevillanos más, donde se ve la belleza de las columnas y los arcos (tan bien utilizadas por sus arquitectos y decoradores, durante siglos). Al lado, fachada de una iglesia. Abajo, pasadizos en el Hotel, Las Casas de la Judería.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos ejemplos más del mismo tipo de arquitectura, en el Barrio de Santa Cruz de Sevilla. En este caso con capiteles singularísmos.














JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes más de Sevilla y sus bellísimas esquinas; donde se descubren piezas milenarias.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
al lado, una de estas columnas romanas que se pusieron en los esquinazos, para proteger las fachadas; pero que en este caso, ha sido tristemente “limada” o rebajada, con el fin de que pasen mejor los vehículos. Abajo, un curioso caso similar a los de Andalucía, encontrado en Castilla. Es el frente de la iglesia de Peñaranda de Duero; en cuya fachada y sobre columnas, se colocaron algunas de esculturas romanas halladas en Clunia (Coruña del Conde, yacimiento muy cercano).






F) Arcos y agua.

Anteriormente ya apuntábamos que la arquitectura grecorromana tiene sus orígenes en la egipcia y en la mesopotámica. Estas segundas -a su vez- nacieron durante los inicios de la Edad del Bronce; siendo, por ello, madres y punto de partida de todos los sistemas constructivos desarrollados durante la Edad del Hierro. Es así como los edificios faraónicos inspirarían a los griegos y más tarde a los romanos, del mismo modo que sucedió con los babilónicos, asirios o persas (que fueron “replicados” por cuantas culturas les sucedieron). Partiendo desde estos hechos, nos será fácil comprender qué simbolizaban -o significaban- estas construcciones en su esencia primera o desde sus inicios; que podemos situar entorno a cinco mil años de antigüedad. Un momento en que el arte era un homenaje a la Creación y la mano humana sustituía a la Naturaleza. Por lo que un templo o un edificio egipcio y mesopotámico; en sí mismo eran la idealización de la obra divina.

Es así como podemos entender que una pirámide sea la sublimación de un monte sagrado; aunque -a la vez- esté plena de misterios y artificios, relacionados con la ingeniería, la mecánica, matemática, astronomía y la ciencia de su época. Asimismo, un zigurat, contendría un igual significado, relacionado con las cimas de las cordilleras; donde se lograba la cercanía a los astros y la observación de la bóveda celeste. Un homenaje a lo creado por Dios, construido por los humanos; donde se añadían todos los sistemas técnicos y científicos que de su momento. Sublimando así la Naturaleza y los conocimientos, aunados como un modo lograr transcender, para admirar al Hombre y a su civilización (lo que es en sí mismo, creer en lo divino y en la Creación). De tal manera, los patios y jardines (tan comunes en toda la arquitectura mesopotámica y egipcia) simbolizaban los oasis, bosques o las zonas más bellas de la Naturaleza. Por cuanto -como hemos dicho- se situaba el agua en su centro; en forma de pozo, estanque o fuente, entorno a la que se componía el bosque pétreo y constructivo (basado en columnas y arcos). Tal como sucede en el paisaje, en los campos o en el desierto; donde todo nace y vive entorno a los manantiales, ríos y cauces.

Ya hemos señalado, que las herederas más directas de esta arquitectura egipcia y Mesopotamia; fueron las construcciones árabes orientales, las islámicas de África y la hispano-árabe. Habiéndose mantenido especialmente en los estilos de Oriente Medio, norteafricano y del Sur de España, esas formas y fórmulas constructivas ancestrales. Donde el patio es el centro del hogar, con el pozo o la fuente en su mitad; alrededor de la que se sitúan columnas, a modo de la frondosa vegetación de o un palmeral. Siendo así, la función que en todo ello cumplen los fustes es la de semejar bosques pétreos; mientras los arcos, que los unen, serían ramas de árboles o bien simularían palmas sobre los troncos de las palmeras -produciendo sombra-. Tanto es así, que si observamos una columna, en su totalidad; comparándola con las partes de una palmera. Veremos que la zona baja (basa y toro) se asemejan a la raíz y parte interior de este árbol del desierto; con la común hinchazón que sufre cuanto más se acerca al suelo. Tras ello, el fuste, sería la zona central de su tronco; con la corteza linealmente igualada. Finalmente, el capitel, correspondería a la parte alta del tronco palmeral, con sus tallos recortados, que la ensanchan y agrandan. Desde aquí partirían las ramas y hojas, a modo de arcadas.

Pero asimismo y conociendo que se consideraba a los pilares también una representación de montes. Esos arcos sobre los capiteles, simbolizarían las nubes, la luces y sombras; que esconden las cimas, uniendo unas montañas con otras. De tal manera, la simulación de la Creación sería el sentido primigenio de esta arquitectura, que conserva en mitad de los edificios un claustro. Donde el agua es el centro de todo patio; mientras las columnas y salas que la rodean, idealizarían los bosques o palmares, nacidos desde ese manantial primigenio (oasis, río o lago; representado en un pozo, fuente o estanque). Un análisis en el que no hemos de olvidar que -asimismo- los arcos simbolizan nubes y ramas; que generan o sostienen ese “bosque sagrado” y mítico, creado por la mano del hombre.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Arriba, preciosa fuente cisterciense conservada en el claustro de Santa María de Bujedo (de Juarros, Burgos); es uno de los pocos ejemplos de estos elementos creados por el Císter, que aún está en su lugar original. Al lado, fuente y arco de Almedra; Portugal. Abajo, pila lavatoria de la sacristía en el municipio burgalés de Iglesias.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, patio del palacio de los Golfines en Cáceres, con su fuente y vegetación (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, claustro de la antigua Universidad de Osma, en el Burgo de Osma (Soria); reconvertido en el Hotel Spa, Castilla Termal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, patio del Museo de Bellas Artes de Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, interior de los baños, del Alcázar de Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos rincones de agua y arcos en el Hotel Casas de la Judería; Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Otros dos rincones de agua, donde se simula unos baños romanos; en el Hotel Casas de la Judería; Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).












JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, claustro de la colegiata de la iglesia de San Juan en Castrojeriz (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, maravilloso patio interior, en la sacristía de la Catedral de Sevilla (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, patio de uno de los cláustros en la Catedral de Plasencia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, patio del Palacio de Mirabel, de Plasencia -Cáceres- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, pequeño nicho fuente junto a la iglesia de Leiro, Orense. Abajo, patio del Parador de Trujillo, con su fuente y lavadero.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, patio del Museo de Santa Cruz, Toledo (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, claustro de la Universidad de Alcalá de Henares, con fuente central.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de un cláustro de Yuste (Cáceres), con su fuente central (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes de un claustro de Yuste (Cáceres), con su fuente central (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, curiosa fotografía de Yuste y otro de sus claustros (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, claustro del Monasterio de Parraces, Segovia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, castillo y jardín de Al Vito, en Portugal (donde sustituyeron una alberca, por la moderna piscina). Abajo, maravilloso claustro de las Escuelas Menores de Salamanca (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes de los arcos del acueducto de Évora (Portugal).






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, fuente realizada con elementos recuperados en Évora (Portugal). Abajo, claustro con una maravillosa fuente; en Los Jerónimos, Lisboa (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, claustro del Monasterio de Valbuena de Duero; donde falta su fuente central (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, quizás el más famoso arco con agua de la Península: Puente de Cangas de Onis.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, claustro del convento de Las Claras, en Salamanca; con su fuente central (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, patio claustro del Museo de Santa Cruz de Toledo; con pozo y fuentes (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, claustro de San Juan de los Reyes, en Toledo; con su fuente central (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, claustro y fuente del Monasterio de Tomar; Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, patio del palacio arzobispal de Cáceres, con un aljibe central (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, patio del palacio de Torralba de Oropesa (Toledo).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes del palacio de Grajal de Campos, León. Observemos en su centro, la fuente o pozo.










G) Columnas y arcos en el aire.

Finalizamos este capítulo, exponiendo un hecho interesante: La sensación de vacío y equilibrio que expresan estos elementos arquitectónicos, principalmente cuando aparecen solos; como “colgados” del cielo. Ello, porque al observarlos no entendemos bien sus apoyos y generan la sensación de que van a caer. Asimismo, esta exposición al vacío, crea vanos en los que luz y construcción se entremezclan; dejando ver un mundo irreal y artificial. Donde la mente imagina los pesos, las distancias y observa la belleza del conjunto. Todo lo que nos dará un ambiente estético y técnico inigualable; obligando al observador conjugar valores artísticos a la vez que deberá intentar comprender el artificio por el cual todo aquello se sostiene. A esta unión de creación estética y técnica; se añaden valores mistéricos como pueden ser los “cortes” a través del uso de “fi” (1,618033988...). Creando un espacio que además se “truca” con la exposición a diversos juegos ópticos; utilizando elementos que la razón no acierta a intuir (como los arcos “esviados”, el giro salomónico en columnas etc).

Lo explicado genera una enorme sensación de volatilidad, en estas piezas de enorme peso; que aparecen a nuestros ojos como los trapecistas de un gigantesco circo constructivo: “saltando” de un lado al otro y sin caer jamás. Lo que concede una magia inexpresable a esas moles de piedra o ladrillo, que se ciernen sobre nosotros; pareciendo que fueran a estrellarse contra el suelo en cualquier momento. Grandiosidad y misterio, que lleva a idealizar esos edificios geniales; donde el aire simula que pesa, mientras los arcos y pilares flotan. Siendo este enigma el que concede una gran mística a estos elementos constructivos.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Arriba, arco de triunfo fuente, llamada de Santa María; frente a la Catedral de Baeza. Obra de Ginés Martínez (1564), aúna el valor del arco triunfal con el significado de una fuente. Al lado, ventanas góticas en el claustro de la catedral de Oviedo (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En ellas vemos esa “volatilidad” de la piedra, en los arcos mágicos de edificios religiosos. Abajo, arco de cuatro lados, en la plaza de la catedral de Guimaraes (Portugal). Este tipo de pasos, eran comunes en las urbes romanas y marcaban los puntos cardinales (el cardo y el decumano de la ciudad).






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, columnas de uno de los claustros del Monasterio de Tibaes, en Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, restos del claustro que conserva el Museo Aqueológico de Guimaraes (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observemos las columnas exentas, una vez que ha caído el techo y el edificio; donde la sensación de flotación aumenta.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, interior del monasterio de Santa Clara de Coimbra, Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). El edificio fue derrumbado en gran parte, por lo que podemos ver sus pilares y arcadas en estado original (antes de ser cubiertas por techos). Ello deja una sensación plena de volatilidad. Abajo, columnata exterior del convento de los caballeros de Alcántara (Cáceres). En exterior, se observa mejor esa volatilidad de la piedra en los conjuntos de arcadas; aumentando su misterio.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Abajo y al lado, ventanas en forma de arcos y columnas, del Monasterio de Alcobasa, Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En la fotografía se comprende perfectamente esa sensación de aire y piedra, unidos y en “flotación”.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos fotos de la entrada a San Vicente, Ávila. En sus arcos exteriores se comprueba este efecto del que hablamos, donde el aire y la piedra se aúnan. Aprovecho para añadir que de un mismo modo en que imaginamos las ramas, que antes había en el olmo de imagen; recién podado. Al observar un edificio caído, la mente intuye cuanto antes rodeaba a lo que ha quedado en pie.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes con el precioso juego de luces y piedra, que podemos disfrutar en el claustro de Bataglia, Portugal (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observemos la función que tienen en ellos las columnas salomónicas y los adornos góticos.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, preciosa bajada de la escalera gótica de caracol, en el monasterio de Cardeña, Burgos (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Estos elementos cortados en “fi”, añaden una magia inigualable a la construcción. Abajo, interior del claustro antiguo de este Monasterio de Cardeña, donde estuvo enterrado El Cid (y conservan su tumba).




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, claustro de la Catedral de Segovia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observemos la imagen de volatilidad que ofrecen estas ventanas, cuyo peso puede superar toneladas y parece que flotan. Abajo, iglesia románica de Duratón (Segovia). El el arte románico es muy diferente al gótico; pues por falta de medios, en esa época anterior; eran incapaces de labrar y colocar los sillares, generando la sensación de que flotaban. De ello, las arcadas en las construcciones románicas, suelen situarse en el exterior. Con el fin de dar esa sensación de aire; mezclando piedra y luz.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, arcos y columnas exteriores en la misma iglesia de Duratón. El ellos vemos que el espacio entre aquellos, logra el sentimiento de ligereza. Abajo, demostración de cuanto expresamos en una imagen de Trujillo, Cáceres. Donde en sus vanos deja esa incertidumbre que crea un estado de volatilidad.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos fotos del claustro del Monasterio de San Gregorio (Museo de Valladolid, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En ellas se distingue esa forma de dar ligereza al edificio, labrando a modo plateresco todos sus elementos y con columnas salomónicas (dándoles una apariencia de agua y aire).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos fotografías de la colegiata de Llerena (Badajoz); donde vemos el poder visual e imaginativo, de los arcos y columnas.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos ejemplos en los que se observa la función de los arcos y del trabajo de las columnas en forma salomónica. Al lado, palacio de Llerena, cuya fachada luce estos pilares salomónicos, donde comprendemos la sensación de aire y agua que impregna en ellos. Abajo, vista de Trujillo desde un arco de subida; en este se observa el encuadre que esos elementos conceden a la arquitectura.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos ejemplos más en los que vemos la función de los arcos y columnas en los encuadres. Al lado, entrada a Zafra (Cáceres), desde su muralla. Abajo, “ventana” visigoda, en San Pedro de la Nave (Zamora)










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes de San Miguel, en San Esteban de Gormaz; donde se observa el modo en que durante el románico se lograba esa sensación de piedra y aire (colocando un atrio, exterior con arcos)






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
muy diferente, sería el medio usado durante el gótico; logrando crear ventanas de piedra con una altura inimaginable y labrando todos sus lados. Al lado, claustro de la catedral de San Esteban de Gormaz (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, detalle románico en San Pedro de Soria (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Vemos aquí la falta de recursos para generar esa sensación de volatilidad.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Varias imágenes del Convento de San Pedro en Soria, donde se observa esa imposibilidad de lograr dar sensación de flotación a la piedra; debiendo crear ambientes en exterior, para lograrlo.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes donde vemos las limitaciones del románico, para conseguir la sensación de ligereza. Al lado, iglesia soriana, junto a Andaluz. Abajo, de nuevo San Pedro, de Soria (capital).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: limitaciones del románico en sus sillares, sin poder superar el peso de la piedra. Al lado, interior de una iglesia junto a Andaluz (Soria). Abajo, atrio de Andaluz (Soria).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, columnas exteriores de Andaluz (Soria). Abajo, vista desde el exterior de la iglesia de Carabias (Guadalajara). En ellas se observa esta intención de generar espacio, entre las piedras.











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes del atrio de la iglesia de Carabias, Guadalajara.











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes del atrio, en una de las iglesias de Atienza (Guadalajara). Pese a estar muy restaurado, conserva su carácter de luz.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, vista de los campos de Tiermes (Termantia, Soria) desde el exterior de su iglesia. Abajo, balconada con terraza, añadida en el renacimiento a la iglesia principal de Ayllón (Segovia). Estas columnas “extrañas”, dan un enorme carácter al edificio y la plaza.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes de Melón (Orense) y su monasterio en ruinas. Observemos la sensación de equilibrio y flotación, en estos restos arquitectónicos.











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, arco de paso en Junqueira (Orense) Abajo, claustro de Tuy
(al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, arcada de Catavieja, Zaragoza. Abajo, patio de armas del reconstruido Alcázar de Toledo; donde vemos el uso de los arcos en edificios civiles.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, Alcázar de Toledo (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, arco de paso en Orense capital.











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes de San Lorenzo de El Escorial (Madrid); donde vemos el efecto de sus arcos renacentistas.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes más del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); donde vemos el efecto de sus arcos renacentistas (estudiados conforme a “fi”).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes más del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial; donde vemos el efecto de sus arcos renacentistas.






JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, Monasterio de Celanova, con su claustro barroco (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, claustro del monasterio de Junqueira, Orense (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, claustro del monasterio de Junqueira, Orense (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, interior del antiguo claustro del monasterio-palacio que hoy es el Parador de Plasencia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, parador de Plasencia, arquería renacentista de su palacio. Abajo, claustro de la Colegiata de Sasamón (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos fotos más del claustro de Sasamón, donde se observa el aire en la piedra, de la arquitectura gótica.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes de iglesias en Segovia (San Miguel y San Juan); donde se observa el intento del románico por lograr flotación y aire, en sus estructuras.











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, de nuevo, iglesia de San Juan, en Segovia capital. Abajo, nuevamente, arcadas de San Miguel en San Esteban de Gormaz (Soria).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, San Pedro de Soria (capital). Abajo, atrio de Andaluz, en Soria.











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos fotos del Museo del Azulejo de Lisboa (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En ellas se observa la búsqueda de aire y ligereza en el gótico. Abajo, en imagen; mi mujer y su hermana Emi.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, precioso arco en San Baudelio de Berlanga (Soria). En este juego de pilar con una arcada, de estilo mozárabe; vemos claramente la representación de la palmera y su oasis. Abajo, maravillosa escalera de la iglesia de Támara de Campos, Palencia (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observemos el juego de cortes en “fi” y su volatilidad colgada.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, de nuevo, Támara de Campos. Abajo, arcos neoclásicos del Monasterio de Aranjuez (Madrid).









JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, claustro del Monasterio de la Magdalena, en Sarriá; Orense (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). 





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, ventana con arcos prerrománicos, en Santa Cristina de Lena; Asturias (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, altar prerrománico de Santa Cristina de Lena. Observemos su estructura cuasi bizantina.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, de nuevo, vista de los arcos en un claustro de Yuste (Cáceres). Abajo, arcos de la terraza exterior en el mismo monasterio de Yuste, Cáceres
(al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Aquí se observa claramente el encuadre a través de pasos, generando ese espíritu de volatilidad a los edificios.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: de nuevo, dos imágenes del claustro del Monasterio de San Gregorio, Museo de Valladolid. En ellos, se observan esos trabajos en piedra góticos, que conceden ligereza y sensación de aire en el edificio.







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes del claustro del Monasterio de San Gregorio, Museo de Valladolid (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, de nuevo, arcos renacentistas de las Escuelas Menores de Salamanca. Abajo, otra imagen de la Catedral de Oviedo, que podremos comparar con la búsqueda de luz en el románico (abajo)







JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, claustro de Santa Ma. de Nieva (Segovia). Observemos la búsqueda de luz del románico. Abajo, claustro de Santa Ma. Magdalena de Sarriá (Orense). En este caso, ya estamos en un edificio gótico, cuyos arcos apuntados abren mucho más el edificio.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, arcos góticos de la catedral de Plasencia, Cáceres. Abajo, arcos renacentistas en el Monasterio de Parraces, Segovia. Su altura y el medio punto, aumenta la entrada de aire y la ligereza del edificio.





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, arco gótico de medio punto en la catedral de Toedo. Aquí se observa el modo en que se abre hacia el cielo la luz, en este tipo de arcadas. Abajo, de nuevo, exterior de la iglesia de Duratón (Segovia).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: dos arcos renacentistas en El Escorial; en ellos vemos la altura y el modo en que recortan la imagen del edificio.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, sala capitular del monasterio de Gradefes, León (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En este caso se observa la búsqueda de luz a través de esta enorme estructura. Abajo, arcos renacentistas en la Cartuja de Granada (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).





JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, paso central en el claustro del Monasterio de Las Huelgas, de Burgos (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Se trata de una curiosa pieza, que busca jugar con las luces y sombras. Abajo, arcos en la muralla de Miranda del Castañar (Salamanca).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: patio del palacio de los Ulloa; marqueses de la Mota, en Mota del marqués, Valladolid. En este caso, los arcos renacentistas están diseñados por los Gil de Hontañón hacia 1570.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, arco de paso en la muralla de Redondo (Portugal). Abajo, fachada de Santa María del Naranjo, en Oviedo; con sus arcadas de tipo prerrománico (similar a la arquitectura siria de su época).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, claustro del monasterio de Valbuena de Duero, Valladolid (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Observemos la transición al gótico y la búsqueda de luz, en elementos añadidos al románico -como el arco de medio punto y los rosetones intermedios-. Abajo, paso con arco, en la muralla de Redondo (Portugal).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, arcos del monasterio en ruinas de San Antón (Castrojeriz), en el camino de Santiago. Abajo, claustro de la catedral de Ciudad Rodrigo, Salamanca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, arco barroco en la Plaza Mayor de Salamanca. Abajo, arcos visigodos en San Pedro de la Nave (Zamora). Observemos que el arco de herradura (supuestamente árabe) ya era usado en la Hispania visigoda.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
arcos en la catedral de León
(a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).











JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, de nuevo, la catedral de León. Abajo, exterior de la iglesia de San Miguel, en Sepúlveda.










JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, patio con arcos renacentistas en Torralba de Oropesa, Toledo. Abajo, San Juan de los Reyes, de Toledo (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, arcos tardoantiguos en la iglesia visigoda de El Salvador de Toledo
(a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Abajo, patio con arcos renacentistas en el Hospital de Tavera, Toledo.









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, arco de entrada a la muralla, en Cáceres (llamado de la estrella). Abajo, claustro renacentista en la catedral de Viseo, Portugal(a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).







JUNTO ESTAS LINEAS:
Al lado, claustro renacentista en la catedral de Viseo, Portugal
(a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). 









JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, dos imágenes de las calles de Zufre (Huelva) con sus edificios renacentistas, de bellos arcos.








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, foto tomada en la salida de la iglesia de Gumiel de Campos (Burgos), donde se observa el modo de integrar aire y encuadrar, que se usa en los sistemas de arcos. Abajo, San Juan del Duero en Soria
(al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En este monasterio románico, se observa la mayor búsqueda de luz, dejando exento el claustro (sin haberlo cubierto en su mayor parte, para lograr esa volatilidad de la piedra).








JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
dos imágenes más del maravilloso monasterio de San Juan del Duero, donde vemos aquel intento por mostrar fragilidad y ligereza en la construcción, dejando a modo de ruina el claustro.







FINAL: LA IBERIA DE ANGEL Y CHIHO:

La Iberia de Angel y Chiho es un homenaje a la cultura y civilización hispana. Su título refiere el primer gran libro escrito sobre nuestra Península (sita al extremo occidente mediterráneo): LA IBERIA de Estrabón. En esta serie de artículos tratamos sobre nuestras tierras, rememorando sus ancestros y recordándolos desde un tiempo anterior a los helenos. Quienes conservaron su recuerdo histórico llamando Iberia a toda la Península, y concibiéndola ya como un territorio unido culturalmente (a menos, desde el siglo VI a.C.; tal como hizo Heródoto). Al final del presente capítulo, explicamos la idea de esa “Iberia de Angel y Chiho”; que surgió tras los centenares de miles de kilómetros que hubimos de recorrer, ejerciendo nuestra profesión o estudiando España. Viajes culturales o de trabajo, en los que tomamos más de un millón de fotografías. Visitando toda la Península y quedando enamorados de estas tierras cuyo valor histórico ha sido inigualable (al menos hasta hace decenios). Con el fin de que no se pierdan muchos de los rasgos estéticos e intelectuales propios de la Península -caracteres que va borrando la nueva civilización y las modas recientes-. Recopilamos estas fotos, ideas o datos, en memoria de todos aquellos que construyeron y mantuvieron algunos de los lugares más bellos e interesantes del Mundo. Homenajeando así a esta Iberia, que mi mujer y yo tanto hemos querido; y de la que tanto hemos disfrutado.

Hace ya casi tres décadas, me casé Chiho; y desde los primeros años tuvimos que recorrer España y Portugal. Viajábamos por motivos de trabajo e interesados en el estudio de nuestra cultura; recorriendo cientos de miles de kilómetros y visitando todo lugar que alcanzábamos. Nuestro fin fue promocionar productos, dar a conocer España en Japón, o bien estudiar cada esquina de la Península (para comprender nuestra civilización). Pero cuando teníamos compendiado un gran archivo, con el que podríamos publicar obras, se produjo un desastre: Una inundación sucedida en Madrid el 23 de junio de 1995 afectó a nuestro despacho, destruyendo las fotos y la documentación que habíamos acumulado hasta entonces. Aquella terrible riada se llevó también mis estudios y todo lo que había escrito hasta esos días (incluso grabaciones y composiciones). Debido a ello, de aquellos primeros viajes nuestros, apenas quedaron algunas fotos. Finalmente, pocos años después de la inundación que asoló nuestro archivo, apareció el sistema digital. Y con esta nueva tecnología volvimos a fotografiar nuestras rutas por Iberia, rehaciendo así esta labor de estudio y compilación, que hoy vamos divulgando.



JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías de nuestra boda, tomadas unos treinta años atrás por el empresario y fotógrafo: Roy Uéhara.













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