martes, 8 de enero de 2013

APRENDER JAPONÉS EN UN MES SIN ESTRÉS, capítulo quinto: "Tomar un piscolabis" (sobre los palillos y otros usos o costumbres).

  ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, que contiene los artículos que hemos editado en “DEL CIPANGO AL SPANGO". PARA LLEGAR A ELLOS, hacer clik sobre:  https://delcipangoalspango.blogspot.com/2023/01/indice-de-articulos-de-del-cipango-al.html



AL LADO:
Aprovecho el día de hoy, para introducir esta caricatura que pintába el pasado siete, mientras seguíamos el transcurso de las elecciones en Norteamérica. Hice ese dibujo de Obama poniendo a D.Mariano en "off the record", pensando en un medio de presentarle a tercer mandato; porque creo que ya no vemos muchas más salidas a nuestra economía, debido a "las ayudas prestadas" por la Sra. Merkel (que parece querer olvidar la Historia de Europa, plena de apoyos y reconstrucciones de Alemania...). Y es que hoy, el Mundo está tan interconectado y unido, que resulta más importante saber quien ganará las elecciones en Estados Unidos, que interesarse por el que las vence en tu propia nación.Todo ello me lleva a una extraña reflexión en la que con pasmo miro como nuestro país (antes llamado España) se fracciona; precisamente en un momento en el que el Planeta cada día se hace más pequeño y más global.
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Por todo lo que querría -desde aquí- hacer un homenaje al gran Mingote y a una de las viñetas suyas que más me gustó. Dibujo que publicó en ABC hacia 1980, en plena "efervescencia" autonómica; días en los que aquel genio del humor dibujaba el siguiente chiste: Figuraba una bola del Mundo en medio del Cosmos, donde dificilmente se veía una pequeña zona que parecía la Península Ibérica. Desde allí salía un bocado que decía: -"¿YO?. ¿DE MATALASCABRILLAS DE ABAJO?. NI HABLAR, YO SOY DE MATALASCABRILLAS DE ARRIBA... . ¡QUE NO TIENE NADA, PERO NADA, QUE VER!"-. En esos días tenía yo unos diecinueve años y publiqué un artículo que más abajo invito a todos a leer en diferentes entradas en donde lo he analizado tres décadas después. Fue aquella la última vez que me editaron algo en España... . Hasta que hace unos seis años, un buen amigo de Valladolid volvió a interesarse por mis trabajos, sacándolos a la luz y animándome a darlos a conocer. PARA QUIENES DESÉEN CONSULTAR MI ETIMOLOGíA DE LA PALABRA ESPAÑA, PUEDEN VER ARTÍCULO Y SU ANÁLISIS PULSANDO LINEAS DE LINK:
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1ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA "Hispania" (etimolgía de las voces IBERIA e HISPANIA).- INICIAMOS UNA SERIE EN LA QUE EXPONDREMOS NUESTRA TEORÍA SOBRE LA PALABRA ESPAÑA E IBERIA, LLEGANDO A LA CONCLUSIÓN DE QUE ERAN SINÓNIMAS- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/blog-post.html
2ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: HISPANIA (Segunda parte) VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palabra-segunda.html
3ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: HISPANIA (Tercera parte) VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/c.html
4ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: Iberia - Hispania (continuación) -más sobre nuestra etimología de España e Iberia-. -SIGUE SOBRE ETIMOLOGÍAS DE ESPAÑA E IBERIA- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palabra-iberia.html
5ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: Hispania - Iberia (en los autores clásicos). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palbra-hispania.html
6ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: Iberia - Hispania (los otros iberos). -TERMINAMOS AQUÍ CON EL SIGNIFICADO DE IBERO Y ESPAÑOL; LLEGANDO A LA CONCLUSIÓN DE QUE ES SINÓNIMO ALGO QUE SE DEMUESTRA EN VARIOS IDIOMAS TANTO COMO EN OTROS PUNTOS DEL MEDITERRANEO O ANATOLIA DE IGUAL NOMBRE.- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palabra-iberia_30.html
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ABAJO: La barbería-peluquería es uno de los lugares que podemos encontrar facilmente en cualquier zona del Mundo. Ello porque su cartel es universal, tanto que esos rulos con bandas azules y rojas sobre fondo blanco, son un símbolo que he podido observar con un mismo significado en todo país y latitud. Curiosamente la guitarra -como instrumento- se desarrolló en las barberías (andaluzas) del siglo XIX y principios del XX; cuando no había todavía radio y las gentes se agolpaban en las peluquerías para oirla o tocarla -donde que se guardaban varias, con el fin de atraer y hacer disfrutar a la clientela-. Uno de los guirarristas con los que compartí escenario y peripecias en Japón (hace más de veinte años) era un famoso flamenco que comenzó en su niñez de guitarrista-barbero. Gracioso como nadie, decía que en País del Sol Naciente lo peor era "pelarse", porque cobraban por aquel entonces cincomil yens -cincuenta euros de hoy, que comparado con las ochocientas pesetas que costaba cortase el pelo en España, era una barbaridad-. Así que había decidido ir siempre a la "barbería" de un amigo japonés con una paellera, donde ofrecía hacerles un arrocito a cambio de que le acicalaran gratis... . Aquello de ver a todos los japoneses sentados o trabajando en las sillas de peluquero, mientras el andaluz preparaba en un infiernillo la paellita y con el local oliendo a marisco, era un espectáculo inigualable. Para terminar y tras el cortado de el ilustre cocinero (mientras reposaba el arroz); venía la cata e ingesta a cargo de los presentes -fueran clientes o peluqueros-; quienes siempre daban la enhorabuena por tan buen punto de cocina... . "La cosa", aunque no era muy higiénica, sí resultaba muy divertida.


Hoy vamos a aprender algunos giros y expresiones fundamentales para poder salir y tomar algo en Japón (o con japoneses). Aunque para ello, lo primero es practricar con los palillos, que allí se denominan "hashi". Instrumentos que como un buen andaluz me enseñó, les decían "jasi" en Japón, porque "era ´jasí` como se come" (haciendo el gesto de como han de cogerse). Tras este mal chiste y antes que nada diremos que previamente a usarlos, debemos recordar siempre al utilizarlos lo concerniente al significado cultural de ellos. Dado que cumplen una función ritual y hasta religiosa de gran importancia, tanto que entre las costumbres funerarias se halla el uso de los palillos. La ceremonia a la que me refiero es la denominada "Hasi Watashi", cuya traducción sería "soy yo tu puente" y por la que los familiares muy cercanos al difunto -tras haber sido este incinerado- tienen el deber de recoger los restos del fallecido cremado con unos palillos, e introducirlos en la urna cineraria (para su porterior inhumación). Enterramiento de esos huesos que se lleva a cabo después de transcurrir un "Pentecostés" o vigilia de siete semanas; cuarenta y nueve días en los que se espera hasta que el alma del difunto "llege al cielo".
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Cuanto relatamos resultará de una gran dureza para quien nos lea, pero es algo de importancia para quienes deséen tratar con japoneses. Porque con ello podremos comprender y conocer el verdadero significado ancestral de las costumbres nipponas (entre cuyos usos está la veneración a objetos tan comunes como los de comer). Unas costumbres tan complejas que la inhumación funeraria comprende esta triste ceremonia en la que quienes más te quieren, te han de "guardar y transportar" -después de ser quemado- con los mismos palillos con los que comunmente se toman los alimentos. Un ritual que solo se puede hacer con un tremendo cariño hacia aquel que tenemos el deber de "recoger como puente"; y que despertará a todos la enorme consciencia de lo que es El Hombre, desde el punto de vista antropológico. Siendo cuanto explicamos algo que no está tan lejano a las liturgias religiosas mediterráneas -por mucho que se empeñen en demostrar lo contrario-, donde se repite: "Tomad y comed todos de él, este es mi cuerpo y esta es mi sangre...".
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Por cuanto decimos, es imprescindible que Ud. use los palillos con corrección, algo que supone nunca los deje dentro de la comida y mucho menos clavados sobre ella. Puesto que ensartar un par de palillos en un plato (preferentemente de arroz) significará que alguien ha muerto. Un concepto que nace de las cenas de funeral (siempre se celebra un banquete de familiares, tras la cremación), que se han de presidir con un lugar vacío correspondiente al del difunto. Plaza "vacante" en la que se pondrá la misma cantidad de comida que al resto de invitados y en cuyos cuencos se clavarán los palillos -sobre el del arroz-. Significando el rito claramente dónde está el "puente" hacia el vacío que deja el que se nos fue, quien ya vive en nuestro interior y que como cuantos alimentos se van a ingerir, pertenece al reino de los muertos. Una costumbre que los occidentales quizás veamos lejana, pero que no lo es tanto por cuanto significa expresar la muerte inmersa en la realidad de la vida. Explicando cómo el fallecido ha de ser conservado entre nosotros en la figura y forma de aquello que ingerimos -en sustitución, honor o gratitud de él-. Todo lo que -como vemos- no es tan ajeno a la filosofía de la Comunión; de un mismo modo que los conceptos de metempsicosis y renacimiento no lo fueron para los primeros cristianos (ya que la reencarnación fue declarada anatema tan solo después de Nicea -en el año 327 d.C.-).

AL LADO y ABAJO:
Diferente sucesión de fotos en la que vemos ensamblar de unos palillos desmontables (primero en su caja, luego enroscándolos y finalmente ya listos para comer con ellos). No es muy normal el uso de este tipo de palillos, ya que comunmente son de madera de balsa y tras utilizarlos los parten, tirándolos a la basura. Algo que me ha llamado la atención pues es tal la cantidad de palitos de estos que se arrojan al basurero diariamente, que estoy seguro si una empresa los reciclase para convertirlos en briquetas, se podrían calentar miles de hogares (quizás a las que no les sobra mucho para gastar en calefacción). Siempre que lo comento me miran con cara de "este es un maciano"; puesto que les faltan probablemente las estufas adecuadas. Aunque desde España se les podrían exportar unas buenas estufitas con ese fin -una idea que se me ocurre, para otro emprendedor y para que convencerles de reciclar los palillos que tiran diriamente a la basura y por millones-.

Pero pasemos a temas más divertidos, aunque siempre advirtiendo que si hablamos de Japón y Ud. se halla en ese país (o entre sus gentes), nunca debe olvidarse de dos cosas: De reir (primero) y de pensar en el mundo espiritual y de los difuntos (en segundo lugar). Ello concede a la nación del Sol Naciente un "tono" y "olor" agridulce, en el que se mezcla la risa y el llanto; tanto que un japonés no conciben vivir más que para hacer esas dos cosas: Reir y llorar (y cuanto más, mejor). Debido a esta necesidad continua de reirse -e incluso la de llorar-, en mi opinión esa civilización goza de un equilibrio emocional inigualable; tanto que nadie expresa innecesariamente los sentimientos (al menos "fuera de casa"). De tal manera, en caso de sucederse un accidente o de existir un percance, ni se inmutan y son capaces de mantener la compostura hasta en los momentos más difíciles. Ello hasta el punto de que habiendo tenido algún accidente (de bicicleta y no de coche -por fortuna-) y siendo yo el culpable del choque; aquel al que has atropellado o hecho caer de su bici, viene pronto a pedirte disculpas. Presentando sus respetos y pidiendo mil perdones; tanto que a mí siempre me dan ganas de preguntarle: -"Oye. ¿Pero no he sido yo el que ha provocado que te hayas caido?. Y... ¿Por qué no me mandas tú ´a paseo`, es que sino me entran serias dudas mandarte yo a la M....?".
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Referente a ello, hace como veinte años y llevando ya varios meses en Japón, vino un tio de mi mujer a preguntarme qué era lo que más echaba de menos tras tanto tiempo de ausencia en mi país. Yo le dije que "los tacos"; a lo que el pobre japonés no daba crédito... . Tras ello me preguntó "por qué" y le contesté que aquello era como la salsa de una buena comida. Intenté explicarle que el Premio Nobel (Camilo José Cela -por entonces vivo-) era especialista en "tacos" y groserías diversas; tanto que había editado un maravilloso diccionario en el que se definía cientos de veces la palabra "cojón"... . Pero nada, aquel hombre japonés no me entendía. Así que desistí de explicarle más y me limité a decir que lo que más echaba en falta era la fabada... (eso lo entendía muy bien y es que los japoneses siempre viajan con comida, como todos los pueblos muy antiguos). También por aquellos días en que estaba "como mustio", tuve la fortuna de llamar a un amigo a España y que me sucediera un milagro durante esa conversación telefónica, que a continuación describo:
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Resultó que debía telefonear a este conocido por un asunto de empresa -hace más de veinte años, solo se hablaba de España a Japón cuando era obligado-. De lo que marqué su número y me descolgó su hijo; por entonces un adolescente (hasta aquí todo normal). Pregunté por su padre y aquel niño me soltó: -"So ´mamón`, te voy a dar de leches por lo golfo que eres; verás la paliza que de doy so gili..."-. Tras ello me colgó, mientras se oía de lejos como seguía profiriendo todo tipo de burradas... . Yo, al escucharlo, con gran alegría le dije a mi mujer: -"Mira que maravilla, acabo de llamar a "fulanito", se ha puesto su hijo que me ha confundido con alguien y no sabes lo que me ha soltado... . Pero qué bestia... . ¡Qué gracia tienen los españoles desde niños!"-. Acto seguido volví a telefonear y ya me atendió el padre, quien me pidió mil disculpas pues su nene me había confundido con un novio de su hermana que "no se qué mal rollo" tenía con ellos. Evidentemente, yo le expliqué que de disculpas nada; que llevaba meses sin oir un mal taco y que aquello me había sonado como un aria de Bach -pura música-. Esta persona con la que hablaba, era un ejecutivo muy viajado y que se pateaba el mundo de hotel en hotel; por lo que me reconoció que a él le pasaba lo mismo: Vivir sin escuchar un mal taco o una salvajada de esas que se oyen de continuo en nuestro país, era muy triste. Se alegró enormemente de que su hijo me hubiera llamado de todo e insultado de aquella manera tan grosera, y así quedamos casi como si fuéramos familia desde entonces (una amistad que dura ya más de dos décadas).
AL LADO:
Los típicos palillos que verá en todo restaurante son estos de la foto. No nos referimos a los "palillos de bar" que se observan también en imagen y que tienen el bonito alias de "mondadientes"... . Sinó a los que hay en el centro, envueltos en fundas de papel. Cuando vaya a tomar algo, coja uno de ellos y sepárelos (ya que vienen unidos en su extremo); usándolos como si fueran sus cubiertos. Pronto comprenderá que no es lo mismo comer con algo de madera a hacerlo con objetos de metal (que varían el "sabor", el tacto y la temperatura de los alimentos). Con el tiempo, no podrá degustar del mismo modo las cosas con palillos y con tenedor, al sentir que la madera es inocua, dejando limpia de sabores la boca.
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ABAJO:
Si está Ud. buscando dónde tomar algo y no lo encuentra, es importante que siempre se fije en ciertos detalles de las tiendas. Por ejemplo, si ve esta bolita de musgo en exterior (como la que se observa en el extremo derecha de la foto) se trata de una tienda-casa de "sake" que acaba de preparar y terminar la cosecha del líquido elemento, preparado en bodega propia. Si ve un anagrama que le parece una verdura con manos y pies (como vemos en el centro sobre la puerta) seguro que es una verdulería o un lugar donde venden cosas de huerta. Si observa que en el exterior hay sillas y mesas, no crea que es un lugar donde se puede sentar a beber para tomar algo. No se confíe pués puede Ud. meterse sin darse cuenta en cualquier casa o fábrica, habida cuenta que en Japón lo privado y lo público se mezclan tanto como para poder bañarse en exterior -al menos en las zonas de Onzen (o balnearios) donde se encuentra uno a viejecitos en "porra picada" tomando sus aguas-.
Pero sigamos con los palillos: Tal como decíamos, la norma usual es la de nunca clavarlos sobre alimento alguno, siendo una falta de educación si los deja dentro del plato y más ensartados sobre cualquier comida, en plan banderrillas. Por ello, tras usarlos (en forma de pinza y nunca como pinchos taurinos) lo mejor es que los deposite frente a Ud.. Es algo que debe hacer apoyándolos sobre la mesa, poniendo el extremo en el salvapalillos, que es una pieza cerámica (o de piedra) que verá frente, o al lado de sus platitos. Por lo demás, para decir que un alimento le gusta bastará pronunciar una palabra parecida a "hoy sí", aunque si la dice en plan exagerado y como haciendo que "se le cayera la manita" les va a gustar más. Para ello debe pronunciar fuertemente como un "¡¡AY SÍ!!" pero concretamente diciendo -"¡Oy sí!"-, de manera muy alegre y verá como le entienden (quedando todos encantados). Así, cuando algo le guste no dude en pronunciar la palabra mágica (aunque le parezca un tanto rara) expresando fuertemente "Oyyy siii", y los japoneses se pondrán felices -para ellos las alegrías espirituales pueden comenzar en el estómago...-. Por lo demás, verá que tienen la costumbre de decirla ellos con la boca llena, aunque entre las mujeres se tapan los dientes con la mano. Siendo de gran extrañeza para un occidental ver a gentes tan educadas abriendo la "hormigonera" -en plena comida...- y gritando lo de "¡Oy sí!" . Pero no se preocupe, es una simple costumbre; mire Ud. para otro lado, es como cuando vemos en los bares los suelos llenos de restos... . Cada país tiene sus cosas y a los japoneses les parece muy divertido lo de abrir toda la boca llena, para decirnos en ese momento que algo está riquísimo... -¡¡¡OY SI!!!-.
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Nunca se preocupe si un anfitrión, el camerero u otra persona, le preguntase en la mesa "Y CAGA DESKA"; pues ello significa si le apetece comer "eso". De tal manera la pregunta es así -"Ykaga deshka"-; y aunque a primer sonido a Ud. le va a resultar más bien a una invitación al "W.C.", realmente le están preguntando si desea tomar algo que le ofrecen. Con lo que le digo ya sabe cómo decir a un japonés si le apetece comer un determinado alimento, pero no sea malicioso y no le termine la pregunta como "¿Y C.... de esta?". Sobre todo porque puede que el nippón sepa algo de español y le mande a paseo al oir la guarrería. Por cierto, para dar respuesta a esa pregunta -y a muchas más-, puede contestar Ud. con una afirmación que es "multiuso" y muy útil en Japón. Ella es simplemente la expresión -"iii"-, pronunciando una "i" larga cuyo significado es "sí", "de acuerdo", "muy bien" y hasta "gracias" (según en que momento la pronuncie). Esta muletilla que le enseño de veras es muy, muy útil en Japón, tanto que sabiendo decirles "iiiii" -o bien "iiiii na"-, de forma agradable puede llegar a ganárselos. De ello y como en japonés la forma interrogativa se realiza poniendo otra muletilla (que actúa a modo de signo de pregunta) y que se dice "DESH KA?". Ya sabemos cuestionar cualquier cosa en este idioma; bastando para ello con expresar -"iií Desh ka?-; lo que se entiende por cualquier pregunta ("te apetece", "quieres", "vas", "entras", "sales" etc.etc).
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Por el contrario, el idioma nippón, carece practicamente de la expresión directa y occidental "No"; un giro japonés que solo ha de usar en familia o con gente de mucha confianza. Debiéndose de contestar "No" con cuidado -o dando un rodeo-, cuando a alguien no se le puede ofrecer, decir, o dar, lo que nos pide. De tal manera para expresar "no" en japonés, se debe decir de forma casi igual a "sí"; pero poniendo una "e" al final. La palabra de negación es "iiíe", que tras pronunciarse con cuidado, luego debe explicarla, expresando los motivos de su negación. Si puede hablarles así en su idioma o en otro que esté tratando un asunto -o negocio-, habrá ganado mucho frente a ellos. Ya que decirles las cosas directamente o negar de manera rotunda, se considera una falta de cortesía (cuando no, de inteligencia).
AL LADO:
Uno de los "problemas" a los que nos enfrentamos en la cocina japonesa es la riqueza y personalidad de muchos de sus sabores. Pese a ello, los españoles acostumbrados a comer mariscos, quesos ostras o erizos de mar, no tenemos prácticamente trabas para degustar la enorme y riquísima y variación de gustos nippones. Entre ellos, uno de los más fuertes sabores es el del "nató"; setas fermentadas cuyo olor se acerca al del queso azul (y que gusta a muchos occidentales). Encontrándose también en Japón alimentos, mezclas y salsas, que en el Mediterráneo se perdieron hace miles de años. Un ejemplo de ello es el Garum (garo), antiguo "batido" de pescado hecho con restos de anchoas, que se comercializaba en la Península Ibérica desde la llegada de los fenicios. Salsa que dicen las fuentes clásicas se fabricaba en Malaka o Gadir hasta época de los cartagineses y cuya base entonces fue el escómbrido y los restos de caballa. Más tarde, parece que los romanos la hicieron en sus factorías de Hispania -entre ellas la de Baelo Claudia- principalmente compuesta de boquerones. Años más tarde, este Garum, sus factorías de origen milenario y su secreto, se perdieron en todo el Mediterráneo. Aunque fue nuevamente encontrado por los europeos en Asia, donde nunca se había extinguido el uso de aquel condimento exquisito y ancestral. En la foto podemos ver unos calamares crudos, aderezados a la japonesa con ese garum; llamado entre los nippones Nampla (nombre que este preparado tiene en gran parte del sudeste asiático).
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ABAJO:
Si Ud. está apurado en su hotel o en cualquier lugar de Japón, uno de los mejores recursos es el "Cup Noodel", que ya reparten hasta en los aviones. Una simple copa plástica, donde se vierte agua hirviendo hasta arriba y tras esperar cinco minutos, podemos tener una sopa de fideos aceptable. Si puede prepararlos en su hotel, pruebe siempre a sacarlos de la copa y hacerlos en otro recipiente a ser posible cerámico (para quitar el sabor plástico). Pero sobre todo, si tiene a mano un poco de aceite de oliva, vierta un chorrito sobre la sopa antes de tomarla y verá cómo gana en sabor. Estas copas de "noodles" las hay de curry, carne y de marisco; a mí la que más me gusta es esta que traigo a imágen "sea food", que con un poco de aceite de oliva verdaderamente puede sustituir una comida y tan solo vale unos 200 yens (unos 2 euros).

Como decíamos, los sabores japoneses más complejos no son extraños para un español; menos aún para un gallego o un andaluz, ya que entre los más finos manjares se hallan el oricio (erizo de mar, al que denominan "uni") y la lamprea (llamada "anago"). Pudiendo decirse que los "sushis" más finos son estos de lamprea y de huevas de oricio, cuyo tacto y degustación son en mi opinión de las mejores que pueden tomarse en este país. Por lo demás, cuando uno ve cortar y cocinar a un japonés, aprende que en esa civilización no cabe la chapuza, ni el trabajo sin una perfección absoluta. Siendo una constante de lo nippón precisamente esa meticulosidad y el perfeccionamiento casi enfermizo; algo que veremos en todo lo que hacen y preparan. Además de la minuciosidad y la observación completa el mundo japonés mantiene un constante análisis, con el que no dejan cabo suelto ni mirada que no se fije en el último y más pequeño detalle.
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Lo que apuntamos se incrementa y completa en el mundo gastronómico, con el uso de los palillos (para cocinar o para comer). Un "artilugio" que todo japonés y cuantos convivimos con ellos, usamos como si fueran los dedos; lo que en principio permite no tener que tocar la comida (con las manos, como en ocasiones realizan de manera abusiva los cheffs occidentales...). Pero a su vez, los palillos no transmiten sabores a la boca en el momento de degustar alimentos. Un hecho este que me han discutido algunos europeos, pero que en el caso de los españoles pronto se dan cuenta de su veracidad. Bastando explicarles para que lo entiendan que no son iguales unas angulas degustadas con tenedor de madera o de metal, tanto como no tiene el mismo tacto una ostra tomada directamente desde la concha, o cuando se sirve en la boca con una cuchara metálica.
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Pero sigamos con nuestras clases de japonés, en las que habíamos aprendido a decir que algo estaba muy bueno y cuya expresión era parecida a "Ay sí" -que ya sabemos es "OY SI"-. Siendo muy importante aprender también a preguntar por algún lugar o alguien que pueda darnos de comer, para lo que bastará decirles "TABERNA". Con ello los japoneses entenderán que Ud. está hambriento, ya que aunque ha pronunciado "taberna", lo que comprenderán será "taberu-na", cuyo significado es "no he comido". Siendo otra forma de solicitarles "pitanza" decir -"UNA CASITA"-; lo que los nippones rápidamente entenderán como "Onaka Suita", cuya traducción es exactamente: -"Tengo hambre"-. Con ambas palabras "TABERNA" o bien "UNA CASITA", ya sabemos que puede Ud. expresar que está peor que Carpanta en Viernes Santo y de seguro alguien le llevará hasta lugar donde "restauren" su famélica situación.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, un plato de pasta "soba" en su cuenco de bambú y listo para degustarse; abajo el menú. No se apure, si llega y no entiende nada, diga simplemente lo de "Oy si", verá como le ponen lo mejor. Por lo demás los precios de estos restaurantes rápidos no suelen superar los diez o quince euros por persona. Uno de los más baratos y deliciosos menús de Japón son estos de fideos denominados "soba" o bien los de "lamen"; cuyo precio normalmente es de diez euros (mil yens). De ello, si Ud. recuerda esas palabras -"lamen" o "soba"-, y expresa "una casita, lamen" (o bien "una casita soba), le pueden indicar dónde hay un restaurante de pasta rápida. Les aseguro que es magnífica su calidad, aunque curiosamente hasta Occidente no han llegado locales con este tipo de comida. Ya que en los muchísimos restaurantes nippones (algunos semi-japoneses) que hay extendidos por toda nuestra geografía, apenas se sirve lamen -y menos soba-. He aquí otra idea para un emprendedor, que sería la de montar un restaurante de esa comida rápida japonesa (pasta que se puede encargar y comprar a Japón directamente). Una cocina que se aprende con toda facilidad y que en un pequeño local de apenas unos metros cuadrados se sirve; ya que debido a sus características se puede poner hasta en grandes vasos o copas, para llevar. Estas y otras muchas recetas simples japonesas, pueden ser una opción para quienes deseén abrir nuevos proyectos en Occidente.
En las imágenes anteriores hemos visto dos platos típicos japoneses con cuyos nombres los occidentales a veces bromean. Uno porque se llama "lamen" y suena "muy erótico"; pese a que en hiragana y junto al alfabeto lo veremos escrito como "ramen" (para leerse "lamen"...). El otro no es menos "sensual" ya que se denomina "soba", cuya base es una harina especial de este nombre tan curioso. Recuerdo que hace unos años, un empresario japonés al que le gustaba mucho la gastronomía francesa me comentó que en París estaban teníendo gran éxito los "creps" de harina de "soba". Aquel era un hombre de negocios muy importante, con el que tuve el infortunio de que iniciara esta conversación de gastronomía, ya que "harina de soba" en japonés se dice "soba-co". Así que cada vez que me comentaba lo buenos que eran los "creps" de "soba-co", a mí me daba el desternille. Finalmente no pudiendo parar de poner caras raras intenté explicarle mi risa tonta, quedando aquel hombre tan impotante muy ausustado de mi pobreza intelectual.
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Tras este lapsus un tanto guarro, seguimos con las frases durante las comidas, debiendo saber que es muy importante no denominar nunca a la vaca por su nombre. Ello, porque en japonés "baca" es un taco bastante insultante, cuya traducción se acerca a "idiota" o "imbécil" (con algo más de agresividad en su expresión; algo así como "gili"). Pese a ello, si lo completamos como improperio nippón, diremos que su peor expresión es la de "baca-iaro", cuyo verdadero sonido es muy, muy parecido a "bacalao". Por lo que es importante que ante japoneses no mencione estas dos palabras (Vaca, ni Bacalao), ya que normalmente hay alguno que se da por aludido -por mucho que Ud. intente explicar que no ha dicho eso que en nuestra lengua corresponde a "gili...puertas"-. De un mismo modo, es igualmente deseable que jamás se refiera al "ajo" frente a ellos, habida cuenta que "ajo" -así dicho- tiene un sentido muy parecido a "vaca" y "bacalao"; es decir "tonto del c...". Ello se lo hacemos destacar porque una pregunta típica es la de señalar el plato cuestionando si algo lleva "ajo", es de "vaca" o se trata de "bacalao"; lo que para los niponnes resulta como si Ud. se interesa por si en la comida hay: "Imbéciles", "gili..." o "tontos del c...".
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Una mención especial necesita la palabra "caray", cuyo significado en japonés es "picante" y que tiene por origen claramente la voz hispano-lusa "carayo" o "caray". Vocablo que al parecer es el taco más antiguo existente en el idioma español y que procede del término árabe igual (carajo) cuyo sentido en esa lengua es el de "sexo masculino". Palabra ancestral semita que quedó en el castellano, el portugués y el gallego en estas formas de "carayo" y "caray", como expresión de sorpresa o de susto. Pero que entre los japoneses significa que la comida está picante; algo que sin lugar a dudas lo "exportaron" los españoles o los portugueses que llegaron a este país en el siglo XVI (quizás los jesuitas...). Habida cuenta que "picante" no solo concierne a un sabor y también se entiende por "lo sexual" o lo "excitante"; todo lo que explica que este "caray" japonés tenga ese significado de "comida ardiente".
AL LADO:
En estos restaurantes de pasta (los de soba) una de las cosas más agradables que sirven son los fritos; crujientes que ponen para añadir a las sopas, acompañando y dando un sabor magnífico al plato. Suelen freir esas verduras, pescados -e incluso queso- en aceite de sésamo; aunque estamos intentando convencerles de que usen el de oliva (pese a que da un sabor muy diferente). Al parecer, el toque especial con el que consiguen estos fritos tan buenos es la altísima temperartura, tanto como la técnica y la limpieza del aceite que utilizan. En la imagen vemos un platito de estos crujientes para ser puestos sobre las sopas o la pasta.
ABAJO: Uno de estos maestros de soba, en pleno oficio -sale borroso porque es así, no para; se mueve más que los precios con el euro-. La pasta al parecer tiene bastante trabajo y se ha de preparar a primera hora (dejándolos finalizados antes de las nueve de la mañana); amasándose en una especie de polenta que luego se cortará en finas tiras. El resultado del laborioso trabajo son los "espaguetis" hechos a cuchillo que veíamos en la foto anterior -ya cocidos y dispuestos en un plato de bambú-. Pese a ello, el primer proceso comentan los artesanos de la soba que es el más costoso; ya que consiste en hacer durante la madrugada esa masa (de "soba-co") que luego se cortará en la forma de fideos largos. Tras ello, cada vez que viene el cliente se cuece su ración en una gran cazuela, de la que se extrae parte del agua utilizada para hervir, que tras saborizarse (con soja) puede beberse como un té o sopa y mezclarse con los fritos. Todo un magnífico plato que por la pequeña cantidad de mil yens (diez euros) puede degustarse en cualquier lugar de Japón.

Siguiendo con la mesa, también es muy importante que Ud. sepa brindar, para lo que nunca debe decir "chin-chin". Ello porque esta palabra significa en japonés "pene" o "pito"; algo que dicho así de pronto, en la mesa y mientras toma una copa en la mano, frente a señoras o gentes de bien; puede resultarles más que extraño. Por lo que para "chinchinear" con los japoneses debe decir "campay", una voz muy similar a "campo hay" y cuya traducción es el "salud" -que se utiliza tan poco entre los españoles para el brindis de mesa-. Pese a ello, en Japón el mencionado "campay" es fundamental, tanto que es casi un ritual que podrá ver como ceremonia de empresa, de amistad, e incluso religiosa (dado que en el sintoismo el sake cumple un función cercana a la que el vino tiene en el cristianismo). Por lo demás, cuando quiera que le sirvan un poquito o un chupito, bastará con decirles eso: "Chovito" (no chochito...). Habida cuenta que "chovito" significa exactamente un poquito -de licor o de bebida-, voz cuya traducción exacta es la de "un chupito"; similitudes tantas que a mi parecer mucho pudieron tener que ver en origen... .
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Igualmente dos expresiones más muy utilizadas en la mesa, posiblemente son de raiz hispana u occidental. Una de ellas es "choto", que se traduce por "poco" y que quizás derive de "corto" o "short"; vocablo usado en Japón normalmente para cuando no se desea que le pongan gran cantidad de alimentos o condimentos. A su vez, "moto" significa "más" y en mi opinión se relaciona claramente con las palabras "molto" y "mucho", de origen latino. De tal manera, en lo que llevamos visto podemos ya decir que nos pongan un chupito (chovito), un corto o un poco de algo (choto), tanto como pedir que nos sirvan más u otra vez (moto). Y si deseamos que nos pongan "un poco más" sera "mo-choto", al igual que si queremos "mucho más" bastará con decirles simplemente "moto", "moto". Evidentemente, ello hay que practicarlo un poco porque sinó entre "choto", "mo choto", "chovito" y "moto" y la "motito", puede que no se aclare y se ponga a pedirles "chivito", "poquito", "mi choto" o "chochito"; y así termine Ud. como una "moto".
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Finalmente, otro dato curioso es que al pan se le dice "pan" en japonés. Sobre ello y en una ocasión mientras estudiaba la lengua del Sol Naciente desde un método escrito en portugués (dado que por aquel entonces aún no los había en español); vi con extrañeza como ese libro afirmaba que los japoneses denominaban "pan" a este alimento, por influencia lisboeta y desde el término luso, "pao"... . En ese momento me vino a la memoria que a mi padre le sucedió lo mismo en Tokio, cuando tras una comida en la que había pan sobre la mesa un nippón le comentó que hablaba bien portugués y que sabía por ello que al "pan" se le denominaba así en su tierra, porque los jesuitas venidos de Lisboa lo habían llevado hasta allí, enseñado a hacerlo y a llamarlo "pao". Evidentemente, mi progenitor le explicó -en perfecto "portuñol", que es lo que hablamos los españoles cuando nos expresamos en portugués-, que si aquel tostado de harina se denominaba allí "pan", eso era lengua castellana y de Cervantes; nunca la de Camoes... . Tras una larga discusión, aquel japonés ya le dijo que comprendía lo que quería explicarle, pues era muy divertido saber que los españoles decían "pan" en japonés... . Mi padre terminó la conversación sentenciando: -"Mira, la perra gorda pa tí, yo ya no puedo más; después de una hora explicando.... Ahora resulta que los españoles llamamos al "pan", "pan" en japonés; porque estos de Japón nos lo han enseñado a decir así en portugués... ."-.
AL LADO:
Fotografía de mi abuela materna (Concepción Cobo) tomada hacia 1908 cuando tendría unos quince años. La vemos vestida de japonesa completa, con abanico, obi y todo, al parecer porque su padre era el concejal -de festejos- del Ayuntamiento de Madrid (Manuel Cobo Canalejas) y consiguió que por esos años se estrenara Madame Butterfly en la capital del reino. Tras aquel evento, que debió ser igualable en su repercusión y éxito, parece que mi abuela se enamoró de la cultura japonesa. En ese cariño o admiración hacia Oriente educó a mi madre, a la que siempre le encantó Japón (al igual que a mi padre); tanto que yo terminé por esas tierras -en parte gracias a la famosa ópera-.

ABAJO: Mis padres
(en el centro) junto a mis hermanos a los lados (Ma.José y Mario) imagen de Japón, unos setenta años después de la anterior (hacia 1977). La foto está tomada en el Mercado Central de Tokio; uno de los lugares del Mundo donde mejor pescado y pasta -japonesa- puede comerse.

APRENDER JAPONËS EN UN MES SIN ESTRÉS (Capítulo IV: Donde fueres haz lo que vieres)

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AL LADO:
En la entrada de hoy vamos a explicar como adaptarse junto a los japoneses, para poder ir a tomar algo con ellos. Al menos, lo suficiente como para entendernos y saber estar, disfrutar de una cena o soltar alguna bobada que les distraiga.. En la foto que vemos (de hace bastantes años) estamos mi mujer y yo en casa de nuestro amigo el Sr. Kobuna. Sobre la mesa puede verse la complejidad de una cena japonesa, en la que se sirven al menos unos diez platos (por persona). Todo ello implica cocinar y preparar decenas de cosas diferentes, tanto que una invitación no puede resolverse con un aperitivillo, un segundo fuerte (carne o pescado ) y un postre que lo trae el que viene a cenar... . La verdad es que una cena japonesa es tan "barroca" como un chiste contado por un sevillano -que nunca se sabe cuando llega al final y siempre puede terminar de forma diferente a como lo oiste la vez anterior-.

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ABAJO: Mi cuñado -el "hermanito nippón" que la vida me dió-, es una de las personas a las que más le gusta la cocina japonesa. De cuantos conocí en este país, yo creo que es el más japonés que he visto en mi vida (vamos, como si fuera un andalúz y de Triana). Podría pasarse la vida comiendo cosas diferentes, pero solo "de allí", y cocinando otras tantas -aunque cuando se mete entre pucheros es temible, porque te obliga a tragar todo lo que se le ocure mezclar en ellos (que en verdad es "más que mucho")-.

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Un día, tras celebrar las honras fúnebres por su madre, decidió que aquel ambiente era muy triste. Para animarlo se propuso emborrachar al "cura" (un sacerdote budista); así y con el fin de animarle a beber comenzó a servir el sake más caro que hay (HakkaiSan -para que lo comprendamos, como si fuera un Vega Sicilia-). Aquel curilla no dejaba de pimplar una y otra copa, al ver tan buen licor y fue tanto lo que bebió que pronto se sintió mal. Cuando quiso levantarse para ir al baño a "mejorarse", ya no pudo... Nos echó "la pota" encima de la mesa. Fue en ese momento cuando entendí que Japón era otra civilización; nadie se inmutó, todos hicieron como si no hubiera pasado nada y mi cuñado dijo a voz en grito: -"Por lo menos, ha sido un funeral alegre, gracias a un cura tan simpático"-. En la foto podemos verle, a la nuestra derecha y reflejado sobre un espejo, mientras sus hijos se prueban kimonos. A la izquierda y de pie, mi mujer; bajo ella su hermana y al lado, sus hijos reflejados en el probador.




2)- LA CIVILIZACIÓN EN LA DERMIS:

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La importancia de lo cultural es algo que nadie conoce hasta que se enfrenta con otra civilización. Sabiendo entonces que el Mundo no es tal como te han enseñado a pensarlo; ni menos como uno desea razonarlo, y siquiera como querríamos imaginarlo. Porque la educación y el modo de ver la vida es algo que se nos añade a nuestra epidermis, haciéndose una indesprendible parte de nuestra piel. Muchos tratados japoneses hablan de "la piel" como un concepto que se nos escapa, ya que para los occidentales solo puede relacionarse con algo animal. Pues la dermis, entre nosotros, es un hecho que se asocia con el pelaje, el abrigo y hasta con una muda (como realizan las sierpes); pero nunca con un sentimiento humano y profundo. Muy por el contrario, en el lugar en que antaño nacía el Sol, la piel está inmersa en el halo de su cultura, ya que la epidermis es parte fundamental de lo que se siente como bello y sublime. Ello, porque en Japón lo limpio, va unido a conceptos como la seda, la perla o la madreperla; al mar, al agua y la pureza. Sin nada sexual; limpieza en el más estricto sentido, habida cuenta que en su idioma "bello" y "limpio" es una misma palabra: Kirie.

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Esta voz que se asocia o se pronuncia igual a "señorío" en griego -"kyriee" ()- es un hecho que para un hispano se hace incomprensible (al menos para mí) y así, en muchas ocasiones les he intentado explicar que lo sucio puede contener belleza. Esta idea, les deja asombrados, preguntándome: -"Una mujer sucia... ¿Cómo puede ser bella?"-. A lo que he de contestarles que "en mi tierra, sí hay belleza entre lo que no es limpio"; tanto que una de las expresiones de lo erótico puede estar en esa "falta de lavado". Se sorprenden, pues para ellos la higiene es sinónimo de lo bonito; tanto como para un occidental pueda serlo de la medicina. No comprendiendo los japoneses una belleza que no sea limpia de rasgos, de formas, de movimientos y veladuras. De la misma forma que a un europeo le sería imposible entender un hospital con desconchones, churretes y manchas por doquier. Y es que es así como entienden lo sublime, unido siempre a la piel... y la piel a la seda, y la seda al agua.... y el agua a la espuma; y la espuma al volcán. Volcán que fue dios, del que nacen las fuentes templadas y medicinales en donde bañan su presente y su pasado.

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Entendiendo ello, comencé a comprender cómo se sienten las diferentes culturas. Patrias, civilizaciones o naciones de las que algunos dicen, se hallan subconscientemente inmersas en los sabores de un lugar. Tanto que hay una teoría que basa el nacionalismo y el patriotismo en esta causa, considerando que aquellos que no son capaces de cruzar las fronteras -o de admitir otras civilizaciones-, es porque no toleran otros sabores, ni otros olores (por cierto; si esto es verdad, para mí que el Sr. Artur Más no ha comido más que butifarras en toda su vida y quizás por ello le cuesta cruzar tanto el Ebro).


Pasando todo ello a un caso que vi de niño y que me sirvió para entender lo que son las distintas culturas; recuerdo aún lo que me sucedió cuando tendría unos diez o doce años (esa edad en la que a uno se le graba todo en la "tábula rasa" -más aún si la que lleva en la cabeza es "tábula conglomerata et rasísima"-). Ocurrió en un mesón que se llamaba La Quinta del Sordo y sito a pocos metros de donde estaba el estudio de mi padre (en la calle de la Villa, junto a la Mayor de Madrid). Allí tenía por costumbre bajar mi progenitor -hacia las doce, con o sin clientes- para tomarse un piscolabis, repostar y luego seguir. Aquel día fui con él yo solo, debía ser una de esas fiestas colegiales y esa mañana me llevó a la Quinta del Sordo a tomar un el apertitivo, donde sucedió algo que nunca se me ha olvidado:

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Nos pusimos en la barra, junto a unos alemanes que habían pedido unas raciónes; entre otras, de cigalas y de langostinos. Con gran sorpresa y sonrisa vimos que aquellos germanos comían el marisco como el resto de las cosas: Partiéndolo con cuchillo y tenedor; masticándolo sin pelarlo -trás cortarlo en piezas semienteras y a bocados-. Nos miramos y el camarero nos sonrió; conocía de sobra a mi padre que por allí iba mucho y con sorna y confianza nos dijo: -"Menudos bestias. ¡Eh!. Se van a quedar si dentadura"-. Fue entonces cuando mi padre (que hablaba perfectamente alemán) les intentó explicar que los langostinos -y sobre todo las cigalas- había que pelarlos antes de comerlos. A ellos (como buenos germanos) no les gustó que les "dieran lecciones", pero tanta fue la insistencia que pelaron un langostino y lo tragaron "como Dios manda" (sin cáscara). Tras ello, afirmaron que el marisco estaba mucho más rico "al natural", y que al quitarle "lo de fuera" perdía mucho sabor.

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Todos nos quedamos sorprendidos; tanto que mi padre pidió una de langostinos para probar si era verdad. Entre risas nos pusieron la ración, dándome a mi uno, tomando él otro y obligando a comerse a menos así uno al que atendía la barra. Habiendo que jamarse el langostino con cabeza y todo, sin pelarlo... . Lo peor -lógicamente- era la parte de los bigotes y de la boca, que nos hacía a poner cara de limones. Cuando estábamos en ello, riendo y comiendo de esa forma el marisco, entró en el local el limpiabotas de la zona... . Nos vió tragando los langostinos enteros (a los alemanes, a nosotros y al camarero) y dió un grito como si hubiera visto al mismo Satán, diciendo: -"¿Pero es que nos hemos vuelto todos locos?. ¡Será posible, comiendo gambas sin pelar!. ¡Vamos; eso no lo he visto yo ni a los perros...!"-.

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Los alemanes, muy asustados, preguntaron por qué gritaba tanto ese hombrecillo de bata que entraba con una caja; a lo que se les dijo que consideraba que eso de ingerir el marisco con cáscara era una salvajada. Contestaron seriamente -algo molestos-, que la burrada y lo exagerado era gritar así, como "el limpia" hacía; por muy divertido que considerase hacernos chistes a voces... . Al fin y al cabo ellos habían pagado la ración y se la comían como les venía en gana. Viendo que estaban incómodos, mi padre intentó explicar a todos lo que pasaba, para que el camarero y el limpiabotas dejaran de hacer chistes y de mostrar su sorna. Tras lo que, al sentirse herido el de los zapatos, entredientes senteció: -"Pues cuando esta noche les dé la peritonitis, se va a acordar... . Ya te lo digo yo, estos como sigan por aquí muchos días se vuelven "pa" Alemania como mis betunes; en una caja de pino."-. Preguntaron los germanos qué había dicho aquel "limpia", que parecía tan divertido; solo pudieron explicarles que la frase "era una expresión intraducible".

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Y ahora pienso yo... Por qué se me habrá ocurrido mencionar esta anécdota... . Recuerdo... . Era tan solo por explicar que una cultura y una civilización es muy dificil de superar y de comprender. Tanto que yo me planteo si no sucederá algo similr con lo que está pasando en España; una cosa parecida a lo que ocurría en esa barra de La Quinta del Sordo. En la que unos alemanes se ponían morados a marisco, que como lo pagaban ellos, podía comerse con cáscara. Claro, que el limpiabotas tenía muchas razones para advertir de que ello llegaba a provocar hasta peritonitis... . Y es que España es un país muy, muy antiguo; lleno de problemas internos, que no ha podido ni tener siquiera una Revolución Industrial, ni un pobre Siglo de las Luces; aunque quizás por eso es la puerta hacia el Mediterráneo Sur y a Iberoamérica (un país, donde muchos nos sentimos muy unidos a las culturas orientales y a las más antiguas). De ello, que el que paga, aunque lo haga de forma espléndida, aún debiera dejarse asesorar -aunque sea por un simple limpiabotas...- . Puesto que "allí donde fueres; haz lo que vieres":



AL LADO:
Cuando uno va a Japón debe de hacer lo que vé; de tal modo, en algunos lugares pedir pan o tenedores, es como solicitar en España un poco de Washabi o de Shooga, para añadir en la comida. Lo mejor es adaptarse a lo que salga y si no nos gusta mucho, pensar que es un problema relacionado con nuestra falta de experiencia. Bastará recordar la vez primera que uno probó el queso de cabrales, las ostras o el caviar; para entender que los inicios nunca son "un momento de gloria". Lo mismo nos sucederá con gran parte de la comida japonesa, el problema está en conocer y dominar sus sabores. Es como cuando escuchamos música en una afinación distinta a la nuestra (que nos choca muchísimo). En la foto junto a estas lineas, estoy en los días que conocí Japón (hace ya casi cuarenta años); momento en que recuerdo como la comida me llamó la antención por no conocer ningún sabor, ni poder admitirla bien. Con el tiempo, es ya todo como si fueran fabadas y cocidos; donde a veces hay que separar un poco del "compango" (porque ha salido un poco fuertecilla la morcilla).

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ABAJO:
Junto a mi hermana -Ma.Teresa- en esos dias que fuí por primera vez a Japón; allí, para todos nosotros una de las sensaciones más fuertes fueron los sabores tan diferentes a los europeos. Hablamos de hace casi cuarenta años, cuando en España no había ningún restaurante asiático (lo más raro por aquel entonces yo creo que eran las pizzerias que en ese tiempo comenzaban a ponerse de moda...). Por lo que recién llegados a Tokio, nos fuimos a un restaurante totalmente japonés. Cada uno de nosotros pidió un plato-bandeja del menú y casi entre todos completamos la carta entera. Extrañados los empleados de local al vernos solicitar a unos platos tan diferentes, nos los trajeron y aquello fue un no parar de reir.

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Primero, no sabiendo usar los palillos, lo único que vimos manejable (que se podía pinchar) era una bolita verde, del tamaño de un huevo de paloma y que venía en todas las bandejas. Comenzamos algunos la comida por allí y al meterlas en la boca, resultaron ser las bolas de Washabi, terriblemente picantes -para mezclar un poquito en cada plato-. Tras ingerir y tragarnos una "croqueta" entera del Washabi, algunos comenzamos a llorar de picor y ardor de boca; mientras las camareras lloraban de risa. Pidiendo agua y mil cosas, haciendo gestos para poder quitarnos el dolor de lengua, conseguimos superar ese trance. Después recuerdo que tomé una sopa de la que me preguntaron mis hermanas, qué era. Creí y estaba seguro que estaba hecha con ojos de algo (pescado o de lo que fuera) y por gestos intenté preguntar si se trataba de eso. Los pobres camareros no podían parar de reirse cuando se dieron cuenta que pensábamos que la sopa de algas era un caldo de ojos de pescado y la tomábamos tan tranquilos... . Todo degeneró y terminó preguntando por gestos, si una cosa era de allí o de aquí... (señalándonos a todas las partes del cuerpo). Una juerga general en la que al final salimos a darnos una ducha, pues entre el calor, los picores y lo poco ingerible, no había quien soportara comer allí.




3)- "DONDE FUERES, HAZ LO QUE VIERES":

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Hoy vamos a tratar de adaptarnos y vivir mejor en "los japones"; para ello es fundamental salir a beber y comer. En verdad, el asunto de "tomar algo" allí por fortuna es fácil ya que en la mayoría de los restaurantes "rapidos" nippones tienen en el escaparate reproducido -y en plástico- todo el menú. Una costumbre que yo creí se trataba para extranjeros, pero no es así; puesto que en cuaquier lugar del Japón podemos encontarnos con uno de esos locales donde sirven comidas y en la fachada vemos en moldes de silicona todos sus platos (a veces, hasta con humo simulado). Tanto, que hay una verdadera industria de estas comidas hechas en plástico y que los dueños de los pequeños locales ponen en las entradas del establecimiento. Como digo, en un principio, creí que su función era la de permitirnos a los extraños ir hasta el escaparate y señalar con el dedo el plato que a uno le apatecía comerse... . Pero claro, ello era un argumento pobre y absurdo; entre otras cosas porque cuando los vi por primera vez y cuando estaba más extendida esta costumbre, fue hace veinte años; época en la que apenas había extranjeros. Finalmente deduje que estas copias en silicona de las comidas, solo tienen como función abrir el apetito a quienes pasan por delante... .

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De ello, que sean tan comunes esos estantes plenos de comida en plástico, en zonas como centros comerciales, estaciones o calles de paso. Por cierto; hé aquí quizás una idea para un nuevo empresario en España: Ofrecer a los restaurantes, réplicas en silicona de sus platos; algo que en áreas turísticas y de costa seguro que puede tener éxito y ser de gran utilidad. No solo para abrir el apetito, sino también para los que no sepan como son los platos y puedan verlos o conocerlos de antemano. Pues evidentemente, no es lo mismo una foto de esas que ponen en los menús; que las toquetean todos y que terminan perdiendo el color y poniéndose pegajosas (tanto que hay veces que no se pueden ni separar las hojas de una carta). Que estos moldes limpios en los que es imposible a veces distinguir si realmente son alimentos, o siliconas. Tanto que yo pienso que esta costumbre japonesa seguro que procede de antaño, cuando en las casas de comida cocinaban y sacaban al exterior lo que había para ofrecer a la clientela. Unos platos de muestra que posiblemente luego quedaban para los dioses (o para los muertos -quizás para el mendigo-) tal como el sintoismo manda hacer a diario.

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AL LADO:
Como decimos, en Japón es común que una gran mayoría de los restaurantes tengan en sus escaparates el muestrario de sus menús. He aquí una buena idea para montar una empresa en España; donde en las zonas de costa o de turismo, puede ser utilísimo que los extranjeros puedan ver los platos tal como son (y pedirlos simplemente señalándolos).

ABAJO: Una de las cosas más incómodas o difíciles para un occidental es comer en el suelo; a todo se acostumbra uno... . Foto, en casa de mi suegra, disfrutando de un Suki-yaki (cocinado en el centro de la mesa). Efectivamente, a la izquierda -donde no hay nadie- esta mi sitio. Allí puede verse una bebida que a todos recomiendo y es muy divertida; se llama "Chu-Hi", compuesta de "Sochu" y pomelo, naranja u otros (por cierto, el sochu es el aguardiente de arroz, es buenísimo; está mucho mejor que el sake -al menos para mi gusto-)




Tal como decimos, si hay algo terrible es comer en el tatami (sobre el suelo), es peor que hacerlo con las maletas encima de las piernas, o en un avión y con dos gordos de concurso sentados a los lados. Si no lo creen, pruébenlo un momentito y sientense en la alfombra; luego se sirven una fabada y la degustan allí. Verán como a la tercera cucharada no les entra en el estómago ni el caldo; ahora entenderán por qué son tan delgados los japoneses... . Entre el esfuerzo de levantarse y sentarse en el suelo; el de comer sobre el tatami y el horario de trabajo, toda la grasa se la dejan a los del Sumo. Algo que a mí -personalmente- me resulta más que complicado, pues estar gordo en Japón viene a ser como tener una talla que se corresponde con la de famélico en Asturias (de donde es mi familia paterna y de donde procede la voz "fame"). De ello, hay que plantearse muchas veces para adaptarse a Japón, vivir como en "Liliput" y ser un enorme desproporcionado. Eso sí, si es Ud. hombre y le llaman gordo, debe siempre de contestarles que tiene todo igual de "grande"; ello le reportará mucho "prestigio" e infinidad de amistades (sobre todo femeninas).

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Acerca de estas situaciones, recuerdo un día -recien llegado a Japón, apenas con treinta años, cargado de vergüenzas y complejos- que tuve una comida con la familia de mi mujer. Entre ellos destacaba un "tío chistoso" (de los que siempre hay...) que a mitad de la cena me agarró un michelín (como si fuera un teta de cabra a la que se desea ordeñar) y pellizcando mis carnes -con más fuerza que coge un billete un tacaño-, dijo a voces: -"Oye, esto que te sobra, en tu país puede que sea de rico, pero aquí es de cerdo..."-. Todos rieron y yo no sabía para donde mirar; por aquel entonces no había comprendido que los japoneses en familia o cuando se toman dos copas, tienen menos vergüenza que El Platanito cuando entraba a matar... . Vamos, que a estos tíos que parecen todo protocolo y pleitesía, se les sirve una copa y se ponen como motos; a decir y soltar chorradas, con las patas por lo alto de la mesa y a burrear como niños. Algo que en plena cena o en mitad de una comida a todos nos puede llamar la atención (más si es de negocios); pero como dice el refrán: "A todo, uno se acostumbra". Una advertencia que les hago -muy importante- es que si mientras come agachado en el suelo (como si fuera un portero de Hockey), le tocan la barriguita y le dicen: "pollón, pollón". No debe quedarse asustado ni pensar mal; es que "pollon, pollón" en japonés significa "mullidito" y le están tratando con mucho cariño, comentando que su tripa es como la de un osito ("pollón, pollón"... si es que la propia expresión lo indica...).

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Otra cosa muy importante es no "hacerle ascos" a nada y compartir todo como ellos y con ellos. De lo contrario va a seguir siempre Ud. siendo un marciano. Pero sobre todo, lo que tiene que compartir es el sentido del humor; lo peor en Japón es no reirse, viene a ser como en Andalucía, donde lo que se ve muy mal es ser un "tío sieso" (perdón por la expresión, pero es así como se llama al antipático, pese a que "el sieso" sea parte "menos noble"). De ello, aunque la broma sea muy pesada (como la de tirarle de los michelines, cual si fueran ubres de una vaca suiza), si Ud. lo acepta, e incluso si contesta con humor y con ingenio, va a ser admitido pronto. Así que, cada vez que en plena moña a mí se me cuelga un japonés de las tetillas o de la tripa -cual una chiva hace con su cabra madre- siempre me los quito de encima con una frase y haciendo un chiste. Nunca se enfade de ello, la familiaridad en Japón significa haberle admitido como si fuera uno de los suyos; enfadarse porque pierdan la compostura, es como si nos peleáramos con un andaluz al intentar sacarnos a bailar flamenco.


AL LADO:
Una foto mía reciente: Así es como estoy ya, después de tantas comiditas con mi cuñado y compañía. Un detalle a ver, es el estado del pino japonés, pues se puede observar en la corteza que no tienen nada que ver con un árbol de los que conocemos, de la misma especie. Pese a ello, se trata de un pino común y de jardín, aunque el cuidado que llevan aquí los vegetales es minuciosísimo y muy laborioso. Vamos que si los observamos junto a los de los bosques de España, es como comparar a una actriz de Hollywood con un jotero de Cuenca.


ABAJO:
Foto de mi amigo y compañero de empresa el Sr.Hagiwara (junto a un stand vendiendo olivos y aceites españoles). Este hombre, que era ya un moderno en su época y que conducía un Lottus hasta casi los setenta años (mientras canta Country a todas horas), ahora se nos ha hispanizado mucho. Entre otras cosas, cuando tomábamos unas copitas bromeaba con mis chichas y me las pellizcaba diciendo lo de "pollón-pollón". Le comenté que eso era muy feo en España, traduciendo su significado; para que no lo hiciera (al menos conmigo). Ahora es un "sinvivir" y cada vez que anda de copas está todo el día con lo del "pollón-pollón" bromeando a unos y a otros. Y es que a los japoneses "lo verde" les gusta más que a los andaluces. Los temas o chistes "verdes" se llaman "simóneta" (que significa "asunto de bajeras"). Cuando esté con un japonés, no olvide comentarle esa palabra (simóneta) y verá que cara de pillos se les pone.




Como decíamos, es muy importante incorporarse a su vida y a su forma de ver las cosas; algo que para los españoles no es muy difícil por nuestra proximidad al mundo oriental (desde Fenicia a Tartessos y de "la madre Grecia" a nuestro sentido Andalusí). De ello, lo peor que Ud. puede sentirse en Japón, es extranjero; así que lo mejor es pensar que Ud. está en una zona orientalizante de España -como Almería, Granada o Sevilla-. De ese modo, en dos días conseguirá adaptarse, si simplemente los ve como españoles del Sur. Comprenderá entonces pronto por qué comen de tapas (ellos lo ponen todo en platitos pequeños), por qué les gusta pimplar y contar chistes a todas horas, por qué se ríen hasta de su sombra; por qué les emociona el arte de la música o la danza y hasta por qué allí ser un relimipio es más que necesario. Puesto que son de los que barren las entradas de sus casas, friegan el portal con las aceras y hasta limpian en mando a distancia de la T.V. -cosa que como yo soy bastante cerdo, pues se me hace inexplicable-. Por o demás, su sentido religioso igualmente lo entenderá si piensa Ud. que se halla en Córdoba o en Málaga; donde todavía se va mensualmente a limpiar y arreglar las tumbas de los familiares y donde se tiene en casa su templecillo para rezar. Con lo que le recomiendo pensar cuando llegue a Japón, se habrá Ud. ahorrado muchos quebraderos de cabeza, entendiendo a la primera lo que otros europeos tardan años en comprender.

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Por lo tanto, cuando se siente a comer con ellos no tenga espíritu de extraño y piense que está tapeando en alguna ciudad de España. De hecho, lo que le van a servir en decenas de platitos son "tapas" y el ambiente que desean crear es el mismo que se genera en una "reunioncilla" de amiguetes -de cualquier bar o lugar en nuestro país-. Desde ese momento, verá qué pronto le aceptan y hace relaciones (incluso negocios). Sobre todo si les suelta chistes y hace bromas de "simóneta". Nunca ha plantearese lo que come o lo que le rodea como algo ajeno; piense que para un inglés nada puede ser peor que unas raciones de "callos", "manitas de cerdos", "mollejas", "riñoncitos", "sangre encebollada", "criadillas" etc.etc. -y nosotros nos las comemos como leones-. Así que sin miedo al Japón a hacer negocios (que por nuestras tierras la cosa "está mu mal"). ¡Muchos ánimos y que no decaiga!.


AL LADO:
Mis padres comiendo con palillos en Japón, hacia el año 1965 cuando. Estuvieron allí al nombrarle comisionado europeo de la Unión Internacional de Arquitectos. A mi madre le encantaba Japón desde niña; mi abuela y la madre de mi abuela se vestían ya de japonesas con kimonos hace más de cien años (cuando la moda de Madame Butterfly -por cierto, nunca he comprendido por qué en inglés mariposa se dice "mantequilla voladora"...-). Por Japón terminé yo, no sé si por influencia de lo escuchado en mi casa; aunque sobre todo al encontrarme con mi mujer: Lo más excepcional que he visto en mi vida (y mira que he leido, visitado monumentos y visto mil cosas; pero nada es comparable con ella).

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ABAJO: Mis padres en Japón, al representar a un Organismo de Naciones Unidas estaban obligados a hacer vida "oficial". Entre otras cosas ello implicaba aceptar una visita a una casa de Geishas, invitación del colegio de arquitectos nippón. Mi madre se negó y dijo que "ni hablar", que ella era de origen navarro y por mucho menos, allí se le daba al marido una zurra con el rodillo de hacer pan... . Tras mucho "tira y afloja" consiguieron que en la casa de geishas admitieran a cenar a mi madre (algo que consideraban bastante extraño). Contaba ella, que tras entrar allí, la trataron como si fuera la mascota; la pusieron en una mesa aparte -en la zona trasera y muy apartada- mientras a mi padre y a los hombres los llevaron al centro. Allí les daban de comer, les tocaban el samishén (1) y bailaban, haciéndoles monerías.

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Mientras tanto el enfado de mi madre iba subiendo de tono, hasta que trajeron un gran plato de Ymari, lleno de lo que parecían flores como hechas con comida -a imagen de un ramo realizado con vegetales y trozos de shusi-. Cruzaba aquella bandeja de cerámica una rama de pino, que de lado a lado hacía parecer que las flores salían de ella. Pasaron a mi padre el plato y no se le ocurrió otra cosa más que coger la pinocha (al pensar que las flores eran de adorno). Se la metió en la boca y allí estuvo minutos masticándola mientras las geishas y los japoneses no paraban de reirse... Era lo único no comestible y en verdad se trataba de un trozo de pino allí puesto de adorno. Los niponnes no podían dejar de reir y mi padre (con su orgullo asturiano) afirmaba que aquello estaba riquísimo. La cosa no terminó allí, cogió otro trozo del pino y -ale- a comérselo, mientras decía que en su tierra se desayunaban con eso. Mi madre ya enfadada de que hiciera bobadas, le tomó por la mano y dijo aquello, de: "O dejas de hacer el tonto o te quedas aquí". Parece ser que salió como un corderillo... Siempre afirmaba que aquel trozo de pino estaba buenísimo y que le sentó fenomenal. Por su parte, mi madre, pasó unos días rebotada (parece ser que estas son las imágenes de aquellos días en que mi madre andaba "de morros" por Japón -como se puede ver-).



(1)
Por cierto: Para el que haya pensado mal, diremos que el samishén es un instrumento de cuerda (parecido a la guitarra)

APRENDER JAPONÉS EN UN MES SIN ESTRÉS (capítulo tres):

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El saludo en Japón es absolutamente imprescindible. Dice el refrán "DONDE FUERES HAZ LO QUE VIERES". De tal manera es totalmente recomendable saludar tal como ellos lo hacen (por muy raro que nos parezca). En el caso del mundo de empresa, es importantísimo el uso y presentación a través de una tarjeta que tiene unos modos prederminados: Esta se entregará tomada con ambas manos y por los extremos -dejando que se vea claro su nombre en el momento de ponerla en manos del interlocutor-. Es decir, nunca haga Ud. el tan típico ademán español de dar la tarjeta de visita como si estuviera repartiendo cartas en el Mús... . Sinó, más bien tómela como un capote, por ambos lados y póngase como si viera al que tiene frente a Ud., en posición de embestida. Si en ese mismo momento, además Ud. hace el ademán del banderillero, levantando un poquito los talones y luego suelta una reverencia bajando el solomillo hasta el suelo; será considerado un hombre muy bien educado.


Por lo demás, cuando la otra persona le dé su tarjeta -correspondiendo-, no la tome con una mano, ni menos la guarde en el bolsillo -sin mirarla y como si hubiera recibido una publicidad en la calle-. Leála (aunque no la comprenda), haga que le parece muy interesante y procure tenerla sobre la mesa durante toda la reunión (admirándola como si fuera un cuadro del mismo Miró -ya que suelen venir escritas en Kanji-). Si tiene Ud la mala suerte de que tras haber intentado hacer todas estas ceremonias perfectamente, le hacen entrega de una tarjeta con un nombre o rótulo extraño (como el que ve en la foto y que en una ocasión me dieron); no se preocupe. Si aquello le produce la misma risa que a mí me provocaba cada vez que leía lo de LAPUTA... Dígale al contertulio lo que le pasa, será el comienzo de una gran amistad (o bien confirmarán que Ud. es -de verdad- un español de pura cepa)... .





AL LADO:
El saludo en Japón es absolutamente imprescindible. Si recibe una tarjeta como esta, siga las isntrucciones que en esta entrada le ofrecemos.



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ABAJO: Una de las constantes japonesas es la previsión. He aquí un ejemplo en las vaguadas que dejan en los rios, miles centenares de metros de margen entre cada lado (para que en caso de inundación no haya problemas). Les parecerá increible, pero les aseguro que la foto está tomada en el centro de una ciudad; es el rio Tonegawa, que pasa por donde yo vivo, dividiéndola en dos partes tan habitadas y tan cercanas como puedan ser Triana y Sevilla.


Y es que "estos japoneses" son demasiado precavidos, lo que a veces resulta rarísmo. Tanto que me hacen preguntas como la de: -"¿Cuanto vale el seguro profesional para ser torero un año...?"- . Yo me quedo asustado y solo les digo: -"¿Un seguro anual taurino?... Yo que sé....¿Pero tú te crees que alguien le va a hacer un seguro a un tío que se pone delante de un morlaco?"-. Se van preocupados de que esta gente torée sin seguros buenos y hasta pensando que puede ser un gran negocio meterse en ello, ofreciendo este servicios al mundo del toro. Yo es que ni me lo planteo la vida así y tras una pergunta como esa me quedo todo el día pensando "qué tendrá este tio en la cabeza para preocuparse tanto por el seguro taurino" (es que tanta organización, es algo que no cabe en mi mente hispana).





APRENDER JAPONÉS EN UN MES SIN ESTRÉS (capítulo tres): El saludo con cortesía.

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Como decimos en Japón el saludo es tan importante como en España pueda serlo la despedida. Es decir que si uno no sabe presentarse adecuadamente en el país del Sol Naciente, es como si en el nuestro no supiéramos irnos de un lugar, cuando vemos que están hartos de nuestra presencia. La famosa frase hispana "Vámonos a dormir, que estos señores tendrán que irse", puede hacernos comprender el concepto nippón del saludo, con la bajada de solomillo casi hasta el suelo (muy "saludable" para tomar flexibilidad). Donde el presentarse es tan importante como en España despedirse; ya que los iberos tenemos por costumbre quedarnos en los quicios y las entradas, haciendo que nos vamos durante media hora; tiempo en el que habiendo dicho siete chascarrillos y dos cotilleos, hay que proferir una frase contra los políticos y después afirrmar "que frío (o qué calor) hace"; será ya entonces cuando podamos marchar tranquilos. En Japón es muy parecido -pero al revés- porque su Sociedad se basa en una norma de civismo común llamada: "Tatemae". Una idea que significaría en España, no expresar emociones o más bien "quedarse de plástico" y que es esencial en la vida civil japonesa. Por ello, para cuanto haga y si quiere integrarse bién, deberá imitar todos sus movimientos y expresiones, desde el mismo momento de saludar y presentarse.


Observará con ello que hay algunos japoneses a los que les "produce un poco de grima" ver un extranjero haciendo sus movimientos y pronunciando sus mismas palabras. Pero eso no debe preocuparle, y para que lo entienda, es como si Ud. viera de pronto que le saluda y le habla un gato, realizando reverencias y tendiéndole la mano. Algo francamente grimoso para cualquiera... . Tal como le digo y le recomiendo; cuando vaya a presentarse, lo primero será sacar la tarjeta desde una cartera cara (a ser posible "de marca"). No utilice nunca una billetera de esas que compró en el mercadillo, ya que son super-observadores (si tiene la carterita hecha unos zorros, mejor prepare antes todo disimuladamente y que no la vean). Tras ello, se pondrá Ud. en posición de firmes (balanceándose un poco si está ante una mujer y sin moverse, frente a un hombre). Tome entonces la cartulina por cada lado (cual un capote); para enseñarla como si se tratase de una factura impagada y Ud. fuera "El cobrador del frac". Posteriormente y tras hacer el ademán para que vean bien su tarjeta, dice su nombre y en ese momento, déjese llevar por el arte de cuchares: Pues tal como si fuera a poner un par de banderillas, lo mejor es que se posicione levantando los talones y mirando fijamente al frente. Notará como el interlocutor se queda inmóvil; en este mismo instante (y no otro) Ud. deberá depositar la tarjeta en las manos de aquel y tras ello pegar un golpe de solomillo (bajando el tronco hasta donde pueda, ya que si la frente le alcanza el suelo, será Ud. considerado un hombre de gran cortesía).


Nos queda ahora una segunda parte, que consiste en recibir la presentación de la otra persona. Para ello, tiene Ud. que dejarle hacer aquel toda la maniobra antes descrita y tomar su tarjeta de visita con firmeza y mucho cuidado. Tras ello, la girará en la mano y la mirándola verá que comunmente no entiende nada, pues viene en Kanji (es lo normal...). Hará como si la comprende, siendo totalmente imprescindible quedar muy impresionado en ese momento; poniendo el gesto de que está Ud. justo ante el individuo que buscaba. Después ya podrán pasar a sentarse y vendrá entonces hasta la mesa una señorita o un chico jóven (de la empresa o de la familia), quien les servirá un té o un café. Siendo muy importante compreder que aquello no es una infusión, sinó un ritual; por lo que es imprescindible no beber ni antes ni despúes de su interlocutor (tanto como saber si se puede o no terminarla del todo). Cuando haya apredido a saludar correctamente y comprendido en què momento tenía que comenzar a beber el té; tanto como si había que dejarlo a medias o (incluso) no tomarlo, estará integrado en Japón... Como verá la cosa comienza por ser sencilla.



AL LADO:
Como decimos, en Japón las bebidas son un ritual; y su concepto tan arrigado a la cultura es algo que tan solo pudo verse en Occidente dentro del Mundo Antiguo, sobre todo en el Mediterráneo Oriental (Grecia, Asia Menor y Egipto). Los tés o cafés que le ofrecen en las empresas y en muchas de las tiendas, tienen un significado social y casi religioso; tanto que puede determinar si es Ud. una persona adaptada, educada, fina, elegante o del mismo grupo al que tiene frente sí. Para un francés o un inglés esto debe ser muy difícil, pero los españoles lo entendemos rápido gracias a los bares. Porque no puede ser nunca el mismo tipo de persona quien a las nueve de la mañana pide un café con leche, que quien toma un "carajillo".

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Es más, si profundizamos entre lo que se degusta en los bares, desde las la ocho y a las once de la mañana podrían estratificarse las clases sociales. Correspondiendo más o menos a estas formas y perfiles: Trabajadores en exterior = Carajillo, o la palomita de anís. Albañiles y con currele duro (pero bajo techo) = Clara (en verano) y caña o tinto, con un pincho (en invierno). Funcionarios =Café con leche. Señoritos inoperantes = Rioja o tinto de la tierra, con un montadito. Semiseñoritos y jubilados = Clarete y aceitunas (o pan con queso). Señoras y resto de la población = Vermouth, infusiones y refresco, con "piscolabis". Por cierto, en Japón está prohibido beber alcohol hasta la hora de comer. Si se acerca a una de estas máquinas antes de la una del medio día y logra sacar una cerveza, bébasela en el WC.. Digo "logra sacar", porque aquí saber lo que venden y entender las instrucciones de las expendedoras, a veces es más dificil que hacerse un máster. Por lo demás, ni se le ocurra beber alcohol en la calle, es como sacarse "la churra"... . Vamos, que está fatal visto.










ABAJO:
Si va andando y le apetecen chuches, no dude en acercarse a las maquinitas. El único problema es que quizás, tras echar los yenes en la máquina le salgan preservativos, muñecos de dibujos animados, juguetes, hasta impresos oficiales y -sobre todo- muchas cosas relacionadas con el mundo "manga". Es muy bonito vivir el misterio, es como si todos los dias uno pudiera estar en la Noche de Reyes, porque nunca se sabe qué va a salir de dentro de estas máquinas.





Pero sigamos con el saludo. Ya sabemos cómo ha de comportarse en su presentación, y ahora vamos a explicarle algunas otras cosas imprescindibles. Lo primero es que no debiera dar la mano nunca a un japonés, ni a una japonesa (a menos que aquel, haciéndose el extranjero, se la ofrezca). Además, nunca se saluda con un beso, por mucha confianza que tenga; es como si en Occidente saludáramos "dado un pellizco" o tocando el traserito (lo que no se debe hacer... Al menos en público). Lo segundo es que la palabra para introducirse cortesmente, expresando que Ud. está encantado de conocerle, es (más o menos) HAYIMAMASHITE. Vocablo que se pronuncia exactamente como: ALLÍ - MAMASTE. Así que cuando le presenten a un japonés lo que debe hacer (para ser correcto) es bajar el solomillo y luego pronunciar lo de "Allí mamaste" y no se preocupe por lo que ha dicho, que aquel le va a responder con lo mismo.

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Tras ello, se iniciará el intercambio de tarjetas -descrito en los epígrafes anteriores-, se mirarán unos segundos de frente y pasarán a sentarse. Muy importante: Ud. no debe nunca guardar la carta de visita que le han dado, sinó tomarla con las manos, para luego situarla en la mesa, (frente a su taza de té o café). Si son varios los que le han presentado a la vez, pondrá todas allí, junto al café y en el órden que quiera; pero con cuidado para que la tarjeta del más importante esté en sitio preferente (jamás monte unas sobre otras y menos sitúe debajo de alguna, aquella que corresponde a la persona interesante). Este proceso -se supone- que es para que Ud. no olvide los nombres ni las empresas y cargos de sus interlocutures. Pero como lo más posible es que en aquellas tarjetas de visita Ud. no consiga leer nada, no se entretenga con ellas dándole vueltas o cambiándolas de sitio, mientras habla. Ni menos las use nunca como lo que realmente son para Ud.: Unas "cartulinas" de colores, muy útiles para doblarlas mientras se charla; o bien para ir recogiendo el azucar caido sobre la mesa, y hasta para enroscarlas haciéndolas un churrito y meterlas en el oido (Antención: No las use jamás para higienizarse las orejas, uñas, dientes u otros lugares... Al menos, en público y menos frente al que le ha entregado). Tenga en cuenta que aquella tarjeta de visita es como la foto más preciada para el que se la ha puesto en sus manos; trátela con tanto respeto como Ud. dá a la estampita de San Pancracio, que pone sobre la mesa del Bingo cuando va a jugando y pierde.

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Otro de los problemas que le surgirán es el de que la credencial de visita que le den pueda tener un extraño nombre inscrito. Me pasó varias veces, y para que lo comprendan ponemos por ejemplo el que recojo en esta imágen superior (LAPUTA). Una tarjeta que tras recibirla es difícil saber donde mirar sin esbozar una sonrisa. Tras ello, el que me la dió al ver en mi cara un gesto raro y de cachondeo, terminó por preguntar a qué se debía. Se lo conté sin preocupación y este me explicó que era "Lapiuta" o "La puta", se refería al castillo de isla de Gulliver en Liliput. Exponiendo que el autor de esta novela era un irlandés de principios del siglo XVIII; personaje que deseaba criticar a la "Royal" jet set inglesa del momento y que por ello le puso el nombre de Laputa a una de las islas que visitaba Gulliver. Ya que aquel castillo representaba ironicamente y de manera figurada, la corte londinenese de su época. Así que sabiendo español el escritor, llamó a la mencionada isla-castillo plagado de matemáticos y físicos (como las universidades inglesas): LaPuta. Para más curiosidades luego supe que entre las conversaciones que se describen en la novela de Gulliver, se explican detenidamente los dos satélites de Marte. Un hecho más que extraño, porque hasta setenta años después las dos lunas marcianas no fueron descubiertas. Algo muy semejante pasó en la época clásica, cuando griegos y romanos describían a Marte como el planeta rojo y del hierro, al ser el dios de la guerra. Milenios después, se decubrió que en verdad era de ese tono y por contener grandes cantidades de hierro... . Pero dejemos a LAPUTA y a Marte, y volvamos a lo nuestro que era el saludo en Japón.




JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
En Japón es tan común enviarse regalos de continuo, como en España puede serlo invitar a tapas. Por ello, de cada dos días que salga Ud. de su casa, uno podrá encontrar en la puerta del domicilio un paquete, con una nota de regalo. No se preocupe si nada entiende lo que sobre aquél pone, ábralo cuanto antes y si resulta que era un error y el estaba dirigido al vecino, podrá decir aquello de: -"Anda, y no era para nostros... Pues ya nos lo hemos comido"-. Al ser Ud. un extranjero, no será sospechoso ni podrán reprocharle nada, puede argumentar que no entendía bien el remite o la dirección si le dejan equivocadamente una botella de sake, que era para el de la casa de al lado. Por su parte y como podrá ver en la foto de abajo, las cosas en Japón están mas que claras. El cartel en rojo que lleva escrito sobre la caja es claramente el de FRAGIL, que en este idioma se dice WARE-MONO. es de agradecer que para ponerlo fácil a los extranjeros, lo escriban también en Hiragana, no solo en Kanji (que se llega a entender...).






Continuando con el saludo y como decimos, en Japón es tan importante comprender la cortesía como en España pueda serlo entender la descortesía.
Me explico: Quiero decir que en nuestro país el que no entiende los tacos o no sabe comprender un chiste verde, está tan inadaptado como el que en Nippón no sigue los pasos de cortesía comunes y prefijados. De ello, ha de saberse cuando hay que decir palabras en el saludo poniendo una "muletilla" de cortesía. Por ejemplo, ya vimos que "Buenos días" era "OHAIO" (que debemos memorizar tal como se pronuncia: "Hoja yo"). Pero contiene una "muletilla" de mayor respeto que es "GOTZAIMASU" y que para aquel que sepa bable es muy fácil de recordar, porque se pronuncia perfectamente y exactamente como: "GOCHA-HAY-MAS" -Para el que no entienda bable, explicamos que "gocha hay más", traducido del idioma de Clarín viene a decir que "hay más cerdas" (de "gocha", masculino "gochu", plural les/los "gochus", fem. "las gochas" = en castellano, GORRINO)-.
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De tal manera y volviendo al japonés, no será lo mismo saludar diciendo -"OHAIO"- (hoja yo); que con OHAIO GOTZAIMASU (hoja yo, gocha hay más). Para que entendamos la diferencia explicamos que en el primer caso es como decir por la mañana "buenaas"y en el segundo expresar con corección: -"muy buenos días"-. Más aún, por ejemplo; cuando una mañana llegamos al trabajo descansados y nos encontramos con el típico que nos cae fatal, conviene decir solo OHAIO (hoja yo) de forma muy cortante. Ello porque en un tono amenazante estamos expresando "buenaaas", dando a entender que nos encontramos en una situación de superioridad y que como aquel otro haya aparecido con resaca, le vamos a dar la mañana. Muy por el contrario, si el que aparece es un buen amigo o un superior (al que aguantamos bien), pues es menester hacer el saludo con cortesía plena "Hoja yo Gocha hay masssss". Por su parte, si alargamos la "ese" durante segundos, aquel que nos oye comprenderá que venimos completamente descansados y dispuestos a darlo todo en la empresa ese día.


Y por muy raro que les parezca lo que les cuento, aunque no se lo crean, es cierto.


Así que de estas y muchas cosas más hablaremos otro día.



AL LADO:
Si Ud. tiene problemas o se pierde, lo mejor no es acercarse a la gente a preguntar. Observará cómo la timidez japonesa les obliga a hacer que no le oyen, a esconderse bajo la gorra o a posicionarse tras un objeto, para intentar no hablarle. Los japoneses son muy tímidos (más con el extranjero), por ello a veces es mejor preguntar a niños. El problema es que los nenes no distinguen entre extranjeros y japoneses y comenzarán a tratarle como uno de ellos. Por ejemplo y para comenzar: Verá que cuando se acerque a aquellos, los niños seguirán haciendo lo que hacen, sin levantar siquiera la mirada (están a lo suyo). Al pedir ayuda para llegar a una calle o lugar muy conocido, observará que la primera expresión es de juega y como pensando: "Pero este tio, con ese tamaño y esa edad... ¿Y no sabe dónde esta eso?". Tras ello, lo peor que le puede pasar es que el niño de turno se dé cuenta de que es Ud. de otro país y comience con sus amigos a preguntarle de dónde viene. No conteste mucho, porque entonces se pondrán ellos a decir que han estado en Tokyo Disney y a relatarle las aventuras. Si ha tenido además la mala fortuna de que hace poco fuera la semana de Hallowen; los niños le van a contar (además de lo de Tokyo Disney) todo lo que hicieron esa noche... . Tras aquello, se irá Ud. pensando qué tendrá que ver Disney y la noche de las brujas, con España... ¡Pues mucho!. Aunque Ud. no lo comprenda... .


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ABAJO: Cuando se encuentre ante este tipo de señales de tráfico, sobre todo no se angustie... . Lo peor de ir por la calle y no enteder carteles, es que comunmente, no se debiera preguntar. Los mayores huyen (por timidez) y los pequeños se te enrollan horas. Es más como les digas qué sigifica un rótulo callejero, se enfadan diciendo: -"Pero vamos a ver. ¿Tú con esa edad y no sabes leer...?. Mira, no salgas de casa, que el día que te pierdas la vas a liar"-. Es lo que me decía una sobrina de diez años preocupadísima, cada vez que me veia ir y venir en coche: -"Pero tio Angel... Tú sin saber entender los carteles; es que el día que te pierdas te vamos a encontrar en China"-. Cuando pide ayuda uno por la calle (preguntando sobre sitios o paradas de transportes), a veces se siente uno como del chiste. Ese que era tan feo que al preguntar por el zoológico le decían: -"Si no sabes volver, para qué te escapas"- .