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ESTA ENTRADA RESUME EN GRAN PARTE MI ARTÍCULO
ESTA ENTRADA RESUME EN GRAN PARTE MI ARTÍCULO
“ORTIZ-ECHAGÜE:
ÚLTIMO RETRATO DE ESPAÑA” ;
QUE PUBLIQUÉ HACE UNOS DÍAS EN “ARTE, SIMBOLOGÍA Y HUMANISMO”.
A LOS INTERESADOS EN ESE ESTUDIO LES INVITAMOS A VISITARLO EN EL
ENLACE:
http://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com.es/2018/02/ortiz-echague-ultimo-retrato-de-espana.html
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ARRIBA:
Lienzo de Antonio Ortiz-Echagüe (de
tamaño natural) intitulado “Desnudo” y propiedad del Museo de
Bellas Artes de Buenos Aires -al que agradecemos nos permita divulgar
la imagen-. El hermano mayor de José
era ya un pintor de éxito en los años veinte, y residía en la
magnífica villa de Madrid llamada “Fuente del Berro”, donde
retrató a los miembros de la aristocracia española.
Con su espléndido coche descapotable recorrían
ambos las calles y carreteras de España; el mayor plasmando en sus
lienzos aquello que despertaba su interés y el menor fotografiando
cuanto podía. José Ortiz-Echagüe
comentaba que esta fue una de las épocas más felices de su vida;
cuando tras regresar de África y trabajando como ingeniero de CASA,
acompañaba a su hermano para dedicarse a su afición fotográfica.
Junto a Antonio debió aprender mucho
sobre espacio, composición, color y pintura; todo lo que se
reflejará siempre en sus imágenes
.
Mucho
se ha escrito sobre la vida de José Ortiz-Echagüe, habida cuenta su
genio y su ingenio, su carácter y valor; su talante y su talento.
Aunque la biogafía mejor
dictada y más divertida; a mi juicio es, aquella que narraron sus
dos hijas en el programa de Televisión Española “La
mirada fotográfica” (1) .
Donde podemos comprender que Ortiz-Echagüe
no solo fue un intrépido y arriesgado piloto militar, además de un
afanado estudioso de la mecánica
(fundador de empresas como S.E.A.T. ó C.A.S.A.). Sino
fundamentalmente un hombre
de gran cultura y de un inimaginable sentido estético e histórico.
Todo ello surgido de unas experiencias inigualables; vividas en la
guerra, en las artes y en la industria (en
ocasiones muy duras). Gracias a lo que crearía
y dirigiría algunas de las empresas de mecánica más importantes de
nuestro país; tomando conciencia que los coches y aviones que en
ellas construían cambiarían la faz de los campos y pueblos
españoles. Por cuanto
dedicó gran parte de su vida a fotografiarlos; obteniendo algunas de
las imágenes más bellas conseguidas en el medio rural hispano.
Fotografías en blanco y negro donde se plasma de manera genial el
tipismo y la estética en que vivieron nuestros pueblos, hasta hace
apenas medio siglo.
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Su
vida comienza en 1886, en
plena crisis de colonias y cuando el “antiguo imperio español”
se encontraba hundido y frente al Desastre. Tuvo
una joven vocación pictórica (como su hermano) que al parecer
le fue truncada por su padre; quien afirmaba nadie podía soportar
más de un hijo artista. Por cuanto esa ilusión fue distraída o
sustituida con el regalo de una cámara fotográfica cuando contaba
doce años (en 1998). A
esta primera afición por la pintura, siguieron unos obligados
estudios como ingeniero militar y su destino en la Guerra de África
(desde 1909 a 1922). Donde tuvo como misión viajar en un globo
aerostático tomando fotos del enemigo, recordando
Ortiz-Echagüe siempre cómo era de “desagradable” ir en el
cestillo y escuchar las balas del enemigo silbando junto a ellos... .
Posteriormente se
convierte en el tercer piloto de aéreo y regresa de Tánger al
sufrir un accidente de avión; tras el que desmontó la nave en la
que se había estrellado. Logra así comprender la mecánica de los
aviones y gracias a esta circunstancia inicia la industria
aeronáutica en España en 1923, al poder crear aeroplanos iguales al
que había desmostado -fundando C.A.S.A. : Construcciones
Aeronáuticas S.A.-. Hechos que le permitirían crear veinticinco
años después la fábrica SEAT, cuando no había otra industria de
automóviles española.
.
ABAJO:
Abajo
dos ejemplos que ilustran el “pictorialismo” en las imágenes de
Ortiz-Echagüe. A la izquierda, fotografía suya tomada en los años
cuarenta y titulada “Castellano de Sepúlveda” -agradecemos
al Museo del Traje, nos permita divulgar las imágenes de su
propiedad-. A
la derecha, un cuadro de Ignacio Zoluaga pintado en 1909 y expuesto
en el Reina Sofía, intitulado “Tipo de Segovia” -agradecemos
a este museo nos permita divulgarlo-. Parece
ser que el fotógrafo huía del epíteto de “pictorialista”,
argumentando que sus imágenes no eran, ni estaban fundamentadas en
cuadros; aunque las influencias pictóricas en toda su obra son
indudables. Acerca
del autor y de su evidente raíz pictórica, escribe Fco. Javier
Zubiaur Carreño en 1990:
“Insistir
en el “pictorialismo” de Ortiz-Echagüe puede parecer tarea
baldía cuando precisamente él lo ha rechazado. Pero el maestro,
además de incurrir en contradicciones al respecto (...), emplea un
método de revelado, de aspecto acuarelado, que favorece resultados
tan pictóricos como sutiles” (...) “Porque, en efecto, en el
fondo de la fotografía de Ortiz-Echagüe, se advierte la huella de
la pintura, principalmente española” (2)
.
El
empresario y artista sin duda deseaba parar el tiempo con su cámara;
reflejando cómo era la vida durante aquellos días en los que
todavía lograba retener con su “instantánea”, las formas de un
pasado que desaparecía paulatinamente.
Aunque a ese espíritu etnográfico y conservador, hay que unir su
vida de arriesgado aventurero y su carácter de intrépido e
incansable trashumante. Admirado
por la alta tecnología y a su vez por el costumbrismo hispano; todo
ello le convierte en un “hombre del Renacimiento” a medio camino
entre del siglo XIX y el XX. Con un interés por el tipismo español
igual al que habían manifestado los viajeros románticos; asimismo
aunaba unos conocimientos sobre mecánica y aeronáutica
inigualables. Lo que
unido a su tremendo valor, que le permitía viajar a miles de metros
de altura en aeroplanos y globos de tela y cesta. Le convierte en un
intrépido conquistador del cielo;
cuya ilusión fue que aquellos aviones y coches fabricados por él,
trajeran el progreso y las comunicaciones a las zonas rurales. Aunque
tal como dicen las leyes de Murfy “en toda buena acción hay una
enorme penitencia social”;
y la pena de Ortiz-Echagüe resultó observar cómo mientras el país
progresaba, nadie se interesaba por la cultura popular. Dejando así
abandonados los pueblos, donde sus construcciones, costumbres y
tradiciones se diluían;
sin preocupación de las élites, ni ayudas para una posible
recuperación de aquel pasado cargado de riqueza cultural.
JUNTO
ESTAS LINEAS:
Fotografía de José
Ortiz-Echagüe con su cámara.
Reproducimos la imagen,
tomada desde
el artículo de Francisco Javier
Zubiaur Carreño: "El poder evocador de las imágenes de
Ortiz-Echagüe" (3) .
He trazado varias lineas sobre la
foto, con las que podemos comprender el modo en que el autor
trabajaba la imagen (en razón a
triangulaciones y a proporciones clásicas de belleza).
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No
sabemos si Ortiz-Echagüe antes de tomar una imagen, trazaba un plan
con arreglo a proporciones lineales o a teorías de perspectiva
procedentes de la pintura clásica. Pues es ciertamente fácil trazar
una triangulación sobre un lienzo;
o dibujar sobre un soporte una distribución de escenas, en base a
secciones iguales y a proporciones áureas. Pero
no es posible hacer lo mismo cuando realizamos una fotografía; al
menos que se lleven a cabo varias tomas y que luego se trabajen al
positivarse. Por cuanto manifiesto, creemos que Ortiz-Echagüe -como
técnico e ingeniero que era- ensayaría las fotos, para luego
“situarlas” conforme a “fi” o a triángulos y rectángulos
perfectamente estudiados.
Algo -que a mi juicio- haría desde
su juventud, al conocer ya por entonces las teorías del espacio o de
la perspectiva pictórica;
cuyas leyes aplicaba instintivamente en su visor y trabajaba
minuciosamente al positivar las imágenes.
Hechos
que podemos ver reflejados ya en las primeras fotos
que conservó, tomadas con tan solo diecisiete años y donde la
teoría de la pintura se observa cuidada con un enorme esmero (como
en el caso del “Sermón de la aldea”).
ARRIBA
Y ABAJO:
El
castillo de la Iruela en Jaén, fotografiado por Ortiz-Echagüe en
1954
-agradecemos a la Universidad de Navarra nos permita divulgar la
imagen-.
En la foto superior vemos la escena tal como el autor la prepara. En
la de abajo presento los cortes que pudo intuir, para crear unas
proporciones iguales.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Mota
del Marqués fotografiada por Ortiz-Echagüe
(la imagen carece de copyright, aunque agradecemos a la Universidad
de Navarra nos permita divulgarla). Abajo,
estudio mío de diagonales y de lineas, para cuadrar la imagen
conforme a proporciones pictóricas.
JUNTO ESTAS LINEAS: Fotografía de Ortiz-Echagüe titulada “Albercanas” -agradecemos al Museo del Traje nos permita divulgarla-. Abajo, observamos un estudio donde a mi entender la imagen se compone de varias escenas entrecortadas o simultáneas.
Tras
años de destino en la guerra de África, volando sobre un globo aerostático -desde el que obtenía
imágenes del enemigo- fue el aviador número tres de nuestro país. Pero a los cinco años lograr esa cualificación se estrelló en
Burdeos, saliendo milagrosamente ileso del accidente. Pero para
comprender el carácter de Ortiz-Echagüe hemos de recordar que tras
este suceso quiso recuperar las piezas del aeronave, para estudiar
las causas del siniestro. Logrando comprender con ello cómo
funcionaban los aviones, creando así la primera fábrica aeronáutica
española. Tras esta exposición y con todos los datos antes
referidos, entenderemos que el fotógrafo interpretaría su
existencia como un verdadero milagro. Ya que desde los
“veinti-tantos” años se había enfrentado de continuo a la muerte
-de las maneras más peligrosas-, saliendo siempre indemne. Por
cuanto la fortuna de seguir vivo le concedería una enorme fe, como
sucede con cuantos se juegan la vida repetidas veces (tal como
pasa entre los toreros). Teniendo una fe en Dios tan profunda como
certera; lo que debió marcar plenamente la existencia de
Ortiz-Echagüe, a la vez que sus fotografías. Lo antes referido nos
puede ayudar a interpretar su serie de imágenes religiosas; que
inicia en su juventud y en las cuales progresa trabajándolas, sin
abandonar jamás esta fuente de inspiración.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, cuadro de Francisco Zurbarán -San
Francisco contemplando calavera- fechado en 1634 y propiedad del
Museo Thyssen-Bornemisza (al que agradecemos nos permita divulgarla).
Hemos pasado sus colores a blanco y negro para comparar la escena
con las fotos de Ortiz-Echagüe.
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Abajo, imagen de Ortiz-Echagüe titulada “Monje Blanco”, fechada en 1945 y que he enmarcado en marrón, para concederle la apariencia de un cuadro -agradecemos a la Universidad de Navarra nos permita divulgar la fotografía-. Las coincidencias entre ambas escenas son indiscutibles; pese a que a Ortiz-Echagüe le molestase el epíteto de “pictorialista”.
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Abajo, imagen de Ortiz-Echagüe titulada “Monje Blanco”, fechada en 1945 y que he enmarcado en marrón, para concederle la apariencia de un cuadro -agradecemos a la Universidad de Navarra nos permita divulgar la fotografía-. Las coincidencias entre ambas escenas son indiscutibles; pese a que a Ortiz-Echagüe le molestase el epíteto de “pictorialista”.
ABAJO:
Estudio sobre de la imagen
anterior en lineas, para comprender que está compuesta en forma de
cruz y piramidal (a modo de cruz patada -como la de Malta-).
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, imagen de
Ortiz-Echagüe que refleja los monjes de Santa Ma. de Huerta, fechada
en 1945 y que hemos enmarcado para darle la apariencia de un cuadro
-agradecemos a la Universidad de Navarra nos permita divulgar la
fotografía-.
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Abajo, corte
de la misma foto en dos partes iguales, para observar la idéntica
proporcionad entre la zona superior y la inferior (que bien pueden
ser dos imágenes distintas).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, imagen de
Ortiz-Echagüe titulada “Dominicos en Santo Tomás de Ávila”,
fechada en 1954 y que hemos enmarcado para darle la apariencia de un
cuadro -agradecemos a la Universidad de Navarra nos permita divulgar
la fotografía-.
Abajo, estudio de escena y sombras por triangulación. Observemos el modo exacto en que cuadra el techo del claustro con la linea del triángulo central superior; todo o que denotaría que se ha positivado usando una plantilla o regla (para lograr esa disposición perfecta).
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Abajo, estudio de escena y sombras por triangulación. Observemos el modo exacto en que cuadra el techo del claustro con la linea del triángulo central superior; todo o que denotaría que se ha positivado usando una plantilla o regla (para lograr esa disposición perfecta).
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SOBRE
ESTAS LINEAS: Famosísma foto de Ortiz-Echagüe
titulada “Sermón en la aldea” (fechada en 1903). Al parecer,
antes de ingresar en la escuela de Ingenieros fue hasta esta
parroquia de Viguera (en La Rioja); donde tomó unas imágenes que
salieron movidas. Poco tiempo después regresaría a esa aldea y tras
convencer al vecindario, junto al cura, de que todos posaran para él
(prometiéndoles regalar copias, para que las enviasen a sus
parientes de América); logró esta segunda fotografía con medio
minuto de exposición.
ARRIBA
Y ABAJO: De nuevo, diferentes estudios de la
misma fotografía. En la superior vemos que son dos hasta tres
escenas totalmente distintas (como sucede en otras tantas fotos del
autor). Abajo se observa esta composición en cuadros diferentes,
cortados con lineas sobre la imagen.
Sin
lugar a dudas, Ortiz-Echagüe supo que con su generación
desaparecería la España de Murillo y Zurbarán. Extinguiéndose
con ellos la nación que supo pintar el bodegón con luz de hambre
sublimada; o representar al monje como un Adonis con sayo, cuya
extrema delgadez solo significaba sobriedad. Una desaparición que
se hizo verdad precisamente en los años en que fallece Ortiz-Echagüe
(1980). Cuando también murió aquella España; siendo sustituida por
una Sociedad que poco a poco va olvidando gran parte de su esencia.
Por cuanto decimos, el fotógrafo imbuido desde niño de esas
ideas de regeneración y de modernismo, utilizará algo tan actual
como una máquina (de fotos) para presentar y recoger su verdadera
España. Una nación milenaria denominada ya Hispania desde los
tiempos romanos y que él conservará en sus fotos de gentes,
campos y monumentos. Reflejando aquella nación que a su vez fue una
cultura ancestral, heredera del mundo mediterráneo, islámico y
cristiano; difusora del catolicismo por toda América. Cuanto
plasma en sus imágenes de trajes típicos, arquitecturas populares y
en sus láminas religiosas.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS: Al
lado, famosa fotografía tomada en 1897 y en la que podemos ver la
Dama de Elche junto a su descubridor; el agricultor Manuel Campello,
que la desenterró en
sus terrenos de cultivo. El hallazgo de piezas como
esta y su comparación con los trajes regionales que por entonces se
mantenían como vestidos
comunes en España, provocó una nueva ola de
patriotismo histórico. En
este caso motivada por la enorme decadencia que vivía nuestro país
y fundamentada en un orgullo cultural de España.
Ideas que apoyaron personajes como Joaquín Costa; un hombre culto y
de enorme inteligencia que logró hacer comprender a los españoles,
cómo nuestro país era una nación y una civilización milenaria de
enorme importancia histórica.
ABAJO:
Dos fotografías de la Dama de Elche
tal como la exhibe actualmente el Museo Arqueológico Nacional. En
el centro, una fotografía de Ortiz-Echagüe titulada “Charras” y
publicada en el blog de Aldeávila
-agradecemos a la Universidad de Navarra nos permita divulgarla-.
Comparando la Dama de Elche, con la joyería, la
vestimenta y el modo de acicalarse de estas charras; se hace evidente
que la cultura y escultura ibérica -del siglo VI a.C.- es el
antecedente directo de esta forma de vestir y de ornamentarse en el
pueblo hispano.
ABAJO:
Demuestra cuanto decimos los ejemplos que vemos en fotografías
montadas bajo estas lineas. Donde tenemos en primer lugar (a la
izquierda) una “dama” ibérica
en un exvoto de bronce datable hacia el siglo V a.C.
y procedente de Castellar de los Jardines (propiedad del Museo
Arqueológico de Barcelona, al que agradecemos nos permita divulgar
las imágenes). En el centro, una albercana con su
traje de vistas y sus collares, cuyo vestido, tocado y joyas son casi
iguales que las que vemos en el exvoto ibero anterior
-esta foto está también tomada del libro de Carlos Piñel, LA
BELLEZA QUE PROTEGE (4)
-. A la derecha, la Dama Oferente del Cerro de los
Santos procedente de
Montealegre del Castillo, yacimiento hallado hacia 1870 junto a Yecla
-propiedad del MAN al que agradecemos nos permita divulgar nuestra
imagen-. Los tres tipos comparten su forma de
vestir, peinarse y sus joyas; siendo en algunos casos exactamente
iguales los peinados, trajes y orfebrería ibérica, a la popular
española.
ABAJO:
Del mismo modo parecidos a los de la Antigua Iberia,
son los llamativos tocados de las segovianas o los gorros de
Montehermoso, que tanto
abundan en las vestimentas populares españolas. Como ejemplo de ello
podemos ver en la imagen bajo estas lineas: A la
izquierda, dos mujeres en el día de las Águedas de Zamarramala
(tal como las muestra el museo Rodera-Robles de Segovia). En el
centro tres damas menores del Cerro de los Santos (tal como las
exhibe el MAN). A la derecha, una mujer de Monterhermoso en foto de
Ortiz-Echagüe (agradecemos a todas las instituciones nos permitan
divulgar las imágenes). Observemos el parecido en
todos los tipos de vestimenta y joyería.
No
sabemos si Ortiz-Echagüe llegaría a conocer todos los paralelismos
entre la cultura ibérica y el folklore peninsular; pues muchos de
ellos se descubrieron después de 1975 (cuando el fotógrafo
estaba ya enfermo y en proceso de perder la vista). Pese a todo,
es seguro que los intuyó, del mismo modo que sabría el valor
incalculable de aquel mundo que ante sus ojos desaparecía. Un
patrimonio cultural inmaterial de un peso inconmensurable y que entre
los años setenta y los noventa tocó prácticamente a su fin.
Cuando en la mayoría de los pueblos sustituyen las Fiestas sacras y
las patronales -celebradas hasta entonces de un modo tradicional-;
por bailes de discoteca y por modas venidas de las ciudades (a cual
menos valiosa y más ruidosa). Invadiendo por entonces el barrio al
pueblo, convirtiendo en suburbios aquellas poblaciones que hasta
entonces habían conservado su historia, sus tradiciones y sus
celebraciones milenarias. Tanto que muchas de esas costumbres y
herencias culturales podemos remontarlas a la Edad del Bronce, tal
como a continuación mostraremos.
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ABAJO:
Tocados de las referidas monjas de Las
Huelgas, tal como los
publicaba La Estampa. Junto a estas imágenes,
esculturas del Cerro de los Santos (siglos IV al II a.C.) cuyas
sacerdotisas también lucen gorros picudos y complejas vestimentas.
Abajo,
foto de lagarteranas tomada por Kindel en los años
sesenta. Como podemos ver, las técnicas de bordado del traje de
luces son muy similares a las usadas en las prendas de Lagartera o en
las Charras, todo lo que logró sembrar de riqueza cultural y
artesanal estas tierras de España. Pues
nada hay más empobrecedor que el chándal (como prenda de vestir);
que no solo entristece las calles con la imagen de jóvenes así
ataviados, sino además impide la creación de industria modista. Con
el fin de comprender lo rico que fue este folklore y la belleza de
los trajes y costumbres de los charros y los extremeños;
recomendamos ver dos cortos videos filmados en Miranda del Castañar
y en Lagartera hace apenas unos decenios.
PULSAR
SOBRE LOS ENLACES SIGUIENTES:
BODA
LAGARTERANA 1973:
https://www.youtube.com/watch?v=LmnZI_fqVqI
TRADICIONES
EN MIRANDA DEL CASTAÑAR:
https://www.youtube.com/watch?v=O6WxkayPqrE
AL
LADO Y ABAJO:
Junto estas lineas, piezas del tesoro de El
Carambolo (tartessio, hacia el siglo VI a.C.) -tal
como las expone el MAN en reproducción-. En el
diseño de estas joyas -cuyo
peso supera los tres kilos-, vemos la estética que
dominará toda la orfebrería y el bordado peninsular durante
milenios. Siendo muy semejantes a las joyas populares españolas y
asimismo a los tejidos y trajes hispanos; como los de torero o
valenciana y otros que se han lucido en la Península desde etapa
prerromana. Abajo,
maniquíes y vitrinas con pendientes y collares de Museo Provincial
de Cáceres y de Ávila
-a los que agradecemos nos permitan divulgar las imágenes-.
En las imágenes podemos ver los tocados típicos de Montehermoso o
de zonas avulenses, junto a piezas de orfebrería popular de los
siglos XVIII y XIX (tan
parecidas a las prerromanas).
AL
LADO Y ABAJO: Junto estas lineas muchacha del pueblo de
Monsanto (Portugal) mostrando el gallo -foto
M. Castelo Branco, al que agradecemos nos permita divulgarla-. El
gallo como totem es plenamente celta, tanto que la gallina no existía
en Europa hasta que los indoeuropeos la importasen desde zonas
cercanas a Asia, críandola por todo el Continente y conociéndose
con la dispersión de los pueblos gaélicos. Uno de los grupos más
importantes fue la rama celta navegante de Portus-Galo (puerto galo)
donde el gallo es el animal emblemático; como totem de la
masculinidad, la guerra, del huevo cósmico y del amanecer solar.
Debido a lo que aquellas tribus que adoraban a las gallinas, tomaron
o dieron su nombre al animal (los gallos).
Abajo, un
curioso personaje vestido con capa y que pude encontrarme en las
Calles de Monsanto, mientras paseaba por las calles de este precioso
y megalítico pueblo.
ABAJO:
Fotografía
mía hace unos tres años en Monsanto, donde podemos ver sus
singulares casas y construcciones, levantadas entre grandes megalitos
naturales.
Habríamos
de plantearnos qué sucedió entre 1950 y 1980 para que en solo tres
décadas desaparecieran muchos de los principales usos, costumbres y
tradiciones que se habían mantenido durante milenios en nuestras
tierras. Tanto, que en esos tres decenios podemos decir
que cambiaron hasta las creencias y las formas de vida -no solo en
España, sino también en gran parte de Europa-. Pasándose de
Sociedades confesionales a Estados semi-láicos y de países que
conservaban sus raíces ancestrales, a Naciones desarraigadas y con
enormes crisis de identidad. La Segunda Guerra Mundial sí que
marcó una transformación indiscutible en la Historia y la Edad de
los Metales quedó absolutamente superada. Desde el momento en que
aparecieron las armas nucleares y se hizo común el uso de los
plásticos. Unos hechos que provocarían el final definitivo de la
Edad del Hierro y el comienzo de la Era Nuclear o de los plásticos.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos fotografías de los años treinta realizadas
por Juan Miguel Pando Barrero en Candelario
(mostrando mujeres charras). Pando Barrero fue un gran
amigo de Ortiz-Echagüe. Y pese
a tener una ideología distinta y una forma de tratar las imágenes
muy diferente, siempre estuvieron muy unidos; todo que hizo de ambos
artistas, colaboradores complementarios. J. Miguel Pando
nació en 1915; era unos veinte años más joven que O-Echagüe y se
inspiró tanto en él, que realizó también trabajos con charras o
extremeñas, a la vez que una serie sobre Marruecos.
ABAJO:
“El enano Gregorio; botero en Sepúlveda” de
Zoluaga; a su lado “El tío Tarugo de Sepúlveda” (foto de
Ortiz-Echagüe). Posiblemente, hace setenta o cien años, estas
estampas causaban extrañeza y hasta el desprecio de algunos
(tachándolas de tremendistas y de mal gusto). Pero hoy son una
manifestación de una España que ya acabó y que gracias a Zoluoaga
y a José Ortiz-Echagüe se ha podido conservar en la memoria y
llegar a nuestros días. Todo lo que demuestra el valor de lo
popular, hasta en sus expresiones más pequeñas -por insignificante
que a veces nos parezca-.
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CITAS:
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(1):
A
los interesados en consultar la obra de José Ortiz Echagüe,
recomendamos estos dos enlaces:
ORTIZ
ECHAGÜE EN LOS MUSEOS:
MUSEO
UNIVERSIDAD DE NAVARRA:
.
Acerca
de las diferentes biografías de José Ortiz Echagüe liberadas en la
red. Recomendamos el siguiente enlace, que se trata de una
documentada conferencia:
JOSÉ
ORTIZ ECHAGUE UN GENTIL HOMBRE CON CÁMARA
.
Aunque
donde conoceremos mejor la vida y perdona del fotógrafo, es en el
relato biográfico que realizan sus hijas en el programa de TVE “La
mirada fotográfica”:
LA
MIRADA FOTOGRÁFICA CAPÍTULO 1 JOSE ORTIZ ECHAGUE (dirigida por Jose
Luis López-Linares)
.
(2):
"El
poder evocador de las imágenes de Ortiz-Echagüe". Artículo
publicado en el catálogo de la exposición "José Ortiz-Echagüe
fotógrafo". Pamplona, Universidad de Navarra (Departamento de
Comunicación Audiovisual), 1990.
Autor:
Fco Javier Zubiaur Carreño.
En
la red; pulsar enlace:
..
(3):
Ibidem
cita anterior (2)
..
(4):
AGRADECEMOS
AL PROFESOR PIÑEL NOS PERMITA DIVULGAR LAS IMÁGENES DE SU LIBRO:
La
Belleza que protege
Carlos
Piñel
Caja
España, Zamora 1998
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