viernes, 16 de mayo de 2025

Fábulas fabulosas y confabuladas (capítulos I, II y III)

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                                 Fábulas fabulosas y confabuladas

Durante mi infancia (hace ya más de sesenta años), mi libro preferido era Las Fábulas de Esopo. A todos narraba lo que allí leía y a cuantos lugares iba, llevaba esas historias. Cuando llegué a la adolescencia, conocí la vida de este maravilloso griego llamado Aesoopos (Αἴσωπος); que nació esclavo y prefirió morir libre (como un verdadero antecesor de Cristo). Un ilustre filósofo, a cuya memoria escribo estos cuentos morales, que deseo dedicar a mis sobrinos nietos japoneses: Ryo-Chan y Su-chan.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Dibujo mío de Ryose y Suguru; sobrinos nietos a los que dedico estos capítulos.




FÁBULAS FABULOSAS Y CONFABULADAS:

CAPÍTULO I - Los perros sabios




EN DIBUJOS MÍOS:
Arriba, el presidente de la Asamblea Canina y su esposa. Fue este sabio perro quien convocó a una Gran Junta, para decidir que todos los animales debían ser como canes. Al lado, uno de los ponentes en esa Asamblea; este ilustre miembro, consiguió convencer a los asistentes que se debía educar a todos los animales igual que a los perros. Abajo, el doctor maestro, especializado en ladrido; que perteneció a ese Gran Consejo.








          Eran los canes quienes tenían el mando entre todos los animales. Y así, se reunieron en cofradía; para enseñar a vivir como ellos, al resto de seres del Planeta. Por lo que celebraron una gran asamblea, a la que asistieron las autoridades perrunas; donde el más anciano y prestigiado se dirigió a los demás, diciendo:

-Queridos congéneres. Ningún otro ser ha llegado a nuestra situación; siquiera los gatos son tan importantes en el Mundo. Por ello, para lograr que todos tengan una existencia placentera y buena, como la nuestra. Lo mejor es aleccionar al las diversas especies; logrando que sean grandes amigos de los hombres. Así pues, vamos a crear escuelas donde se les enseñe a portarse cual cánidos. Para ello; primero deberán ladrar y más tarde, tomarán nuestras pautas de conducta.

       La enorme asamblea aplaudió con alegría, aquellas palabras del gran genio perruno; considerándolas una de las mejores ideas jamás propuestas. Tras ello, se dispusieron sus asistentes a crear esos colegios, donde adoctrinar al resto de animales; logrando hacerles similares a ellos.

         Muy pronto abrieron en el Planeta, miles de centros de adiestramiento; en los que comenzaron a instruir a todos, para que actuasen como “el mejor amigo del hombre”. Debido a ello y en poco tiempo; comenzaron a ladrar los asnos, los caballos, las vacas y hasta los pájaros. Del mismo modo que los gatos, dejaron de maullar y pasaron a cuidar de los hogares; sin subirse más a los muebles, ni acurrucarse junto a los amos.

            Vieron los hombres, con asombro, que la totalidad de los animales ladraba; que ningún pájaro cantaba y siquiera los gallos cacareaban. Que los caballos y los burros, habían dejado de relinchar o rebuznar; y que ya no querían ser montados por sus amos, deseando vigilar las casas. Hasta los cerditos pretendían entrar en los hogares, moviendo el rabo, para cuidar de ellos. Siendo una mayor quimera, observar a conejos, sapos y culebras; actuando cual perros.

             Entonces, los humanos llamaron al gran sabio de los canes, para intentar conocer lo qué sucedía; preguntándole por qué todos les imitaban. Con alegría, comunicó el supremo jefe, que habían enseñado al resto de los animales a vivir como “el mejor amigo del hombre”. Para crear un Nuevo Mundo y maravilloso; en el que las personas solo tuvieran seres fieles alrededor.

          Quedáronse los Hombres muy tristes, sin poder explicar a ese gran genio perruno; que ya no oirían el canto de las aves, y que hasta echaban de menos el graznido de los patos o el cacareo del gallo. Pues nadie quería escuchar a los burros y caballos ladrando; ni a los cerdos sin gruñir, o a los toros sin mugir. Siendo un gran problema el de las vacas, que habían dejado de dar leche y no paraban de ladrar (pidiendo un puesto como guardianas de alguna granja).

           Vieron que ya no era posible cambiar ese Mundo, porque todas las especies deseaban ser así, y tener una igual vida.

         Lloraba la Humanidad entera; sin alcanzar a comprender su tristeza el resto de los seres del Planeta. Entonces, el hombre más viejo de la Tierra; creyó entender lo que pasaba y habló del siguiente modo:

-Esto ha sucedido, porque hicimos del perro nuestro mejor servidor; procurando que siempre obedeciera, nos admirase y nos amase, de un modo inigualable. La prueba de esa fidelidad, es lo que han procurado; logrando convertir al resto de animales en seres idénticos a ellos. Así comprenderéis que nunca más debéis obligar a obedecer, ni menos a servir; a quien mucho os quiere. Porque su cariño es tan incondicional, que terminará haciendo todo cuanto sea, en vuestro nombre.

          Quedaron admirados con la inteligencia y explicación de aquel viejo, pero entonces un niño replicó -casi llorando-:

-No. Aquí lo que ha pasado es que han obligado ser perro a mi gato, a mi burro y hasta a mis gallinas; que ya no ponen huevos y solo ladran. Porque unos se creyeron los mejores, sin dejar a cada cual vivir tal y como ha nacido.

           Fue en ese momento cuando los que escuchaban pensaron: Mas sabe un niño, por sensato y libre; que los viejos por experiencia y estudio. Pues de tanto reflexionar y cabilar; llegamos a cambiar lo que sucede, por aquello que convertimos en nuestra verdad.




EN DIBUJOS MÍOS:
Tres casos de animales que decidieron ser como perritos, tras haber sido aleccionados. Arriba, uno de los burros más famoso de la Historia (el de María y el Niño), antes de dejar su profesión como porteador de personas y cargas. Al lado, otro asno, que prometió no volver a ser burro, sino perro. Abajo, un cerdito que fue convertido en can y jamás se comportó como un puerco











FÁBULAS FABULOSAS Y CONFABULADAS

CAPÍTULO II - Las dos selvas:



SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Tres dibujos digitales míos. Arriba y al lado, el elefante y el león; que fueron nombrados reyes de la selva Norte y del Sur. Abajo, el búfalo, cuyas manadas lograron dominar todos los territorios.






         Cuanto narramos, sucedió en un lugar paradisíaco, cuyo nombre nadie desea recordar. Era un gran bosque tropical, rico en especies de todo tipo, en el que los animales habitaban por doquier. Estaba dividido por un gran río, que lo cruzaba en su mitad; partiéndolo en dos junglas, a las que llamaron del Norte y del Sur (una a cada lado de sus orillas).

         En la pequeña y preciosa selva del Norte, un día decidieron reunirse aquellos que sufrían el ataque de depredadores; para evitar ser devorados. Convocaron una gran asamblea de herbívoros, donde el más viejo e importante, se dirigió al resto diciendo:

-¡No podemos admitir que los felinos, los cánidos y las alimañas; nos coman a sus anchas!. Roban a nuestras crías y atacan a los más débiles. A veces, lo hacen solo por placer; dejándolos malheridos, viniendo luego los carroñeros a rematarlos. Hemos de tomar una decisión, para acabar con esa injusticia, logrando vivir seguros y con libertad.

         Fue entonces cuando se les ocurrió una feliz idea: Nombrarían al león, rey de esa zona del Norte. Sometiéndose a su obediencia, regalando todo tipo de alimentos a ellos y a su prole. A cambio, pidieron a estos futuros monarcas, que protegieran a los débiles; impidiendo que ningún depredador atacase a quienes eran incapaces de defenderse. El león, recibió la noticia con alegría, pero respondió no poder aceptar el mandato; debido a que el resto de carnívoros también tendrían que alimentarse. Siendo así, la corte de los herbívoros propuso traer carne suficiente para estos; ofreciendo cuanto necesitasen a los lobos, hienas, zorros y demás. Pero solo si jamás hacían daño a los indefensos del Norte; un pacto que deberían controlar los leones, tomando represalias cuando esa ley no se cumpliera.

         Una vez cerrado el trato, los más débiles tuvieron la obligación de aportar carne diariamente, a los que la necesitaban; por lo que decidieron solo cazar a los que vivían del otro lado del río. De ese modo, colocaron trampas junto a las orillas de la selva Sur; logrando atrapar diariamente a muchos de los que se acercaban a beber en la margen contraria. Abasteciendo así a sus felinos, los cánidos y las alimañas; quienes vivían felices, sin tener que cazar, ni saberse amenazados por otra especie mayor.

       Fue entonces, cuando los del Sur se apercibieron de cuanto hacían con ellos sus hermanos de la margen opuesta y decidieron abrir un parlamento. En aquella asamblea participaron todas las especies que vivían en ese lado meridional del río; muy preocupados y doloridos, porque sus vecinos mataban a cuantos caían en las trampas (sin distinguir tamaño, edad, ni especie). Acordaron en la reunión nombrar al elefante, rey de la selva Sur; solicitando tras ello, que sus manadas cruzasen el cauce, destruyeran las maulas de cazador, atacando a los leones y a los enemigos del otro lado. A cambio, dejarían a los grandes paquidermos disponer del terreno ganado, para cuanto quisieran. Prometiendo los futuros súbditos, que trabajarían sin destajo en esas tierras frente a ellos; proporcionando por siempre a sus reyes los más exquisitos manjares: Infinidad de plátanos, frutas, cacahuetes y cuanto les pidieran.

      Así fue como una gran manada de elefantes, cruzó el río; marchando hacia la jungla contraria. Destruyeron pronto las trampas que había entre las aguas fluviales; para dirigirse en masa y muy unidos, a las orillas del Norte. Primeramente, atacaron a los leones con furia; que al verse rodeados por esos gigantes, huyeron a toda prisa de su reino. Después, el grupo de paquidermos avisó de la victoria a sus amigos y súbditos de la margen opuesta. Quienes llegaron desde la otra orilla, para expulsar de su territorio a todos los que antes poblaban esas tierras recién conquistadas.

        De esa forma, los del Norte, se vieron obligados a escapar y se encontraron en la sabana con los leones -sus antiguos monarcas- a los que relataron los hechos. Los reyes destronados, tras escuchar los términos de la derrota total y del exilio obligado. Dieron como solución a sus antiguos súbditos, pedir ayuda a las manadas de búfalos; que también habitaban la zona. Así lo hicieron y los toros salvajes les propusieron atacar en masa a los elefantes, que a habían ocupado sus tierras. Exigiendo, si ganaban y expulsaban de allí a los enemigos; que les dejasen habitar a sus anchas en la orilla del río. Donde permanecerían actuando como guardas y cazadores; no permitiendo que los del Sur cruzasen y acabando con todo aquel que se acercase desde la orilla Norte. De esa forma, recuperaron el antiguo reino, donde los feroces búfalos vigilaron la frontera fluvial, proporcionando seguridad y alimento (embistiendo al que se venía a beber del otro lado). Logrando así presas suficientes para alimentar a los carnívoros del Norte y que no tuvieran que cazar; restableciendo de nuevo la paz.

       Tras la confrontación, los elefantes tuvieron que huir del territorio conquistado y que ya gobernaban los toros salvajes. Igual hicieron cuantos habían venido con ellos; pero el lado Sur se hizo inhabitable, porque los que allí vivían siquiera podían bajar a beber a la orilla. Quedándose paulatinamente despoblado.

      En ese trance, los elefantes emigraron a la sabana, junto a sus súbditos del Sur; donde pudieron encontrar grupos de búfalos. A quienes narraron que sus vecinos les habían expulsado de un territorio paradisíaco; con gran arboleda y un maravilloso río. Obligándoles a huir, tras haber llevado hasta las orillas varias manadas, como las suyas; que les atacaban, por lo que no podían siquiera beber en sus aguas. Logrando despertar el interés de esos toros salvajes, quienes al oír el relato, acordaron ir en su ayuda para situarse en el lado suyo del cauce. Vigilando y cuidando de aquel territorio y margen fluvial; para que los de enfrente no les atacasen.

        Volvieron los del Sur a su reino, protegidos por miles de búfalos, que se establecieron en su orilla. Pero, pronto, el lugar se convirtió en inhabitable; pues los bueyes salvajes que ocuparon el río, ensuciaron las aguas; llenando el cauce de cacas y hasta de sangre (cambiando un paraíso por un frente de guerra).

        Fue entonces, cuando los animales del Norte y los del Sur, decidieron celebrar una asamblea en común; donde asistieron sus más dignos mandatarios. Allí, todos advirtieron lo que se había perdido, con tanta confrontación. Llegando a acordar, expulsar a los búfalos del río, para dejar sus orillas en un estado natural. Más tarde, los carnívoros expusieron que sin cazar no podrían alimentarse; mientras los herbívoros se opusieron a ser comidos de forma regulada. Negándose a poner trampas y entregar las víctimas atrapadas. Por ello, no pudieron obtener más acuerdos, ni nombrar un monarca de ambas selvas. Decidiendo finalmente regresar a las leyes naturales; admitiendo la vida en la jungla tal y como es; absolutamente injusta, en su naturaleza.

         Pero antes de clausurarse esa reunión, habló el león, como antiguo rey del Norte. Narrando que tras lo ocurrido, había observado que no estaba en su derecho, habitar junto a animales más pequeños e indefensos. Por lo que decidía marcharse a la sabana; donde dispondría de un territorio extenso y bien adecuado a sus necesidades. A continuación, el elefante se dirigió a la asamblea; como viejo monarca del Sur. Observando que él también había comprendido que su lugar no estaba junto a especies menores, siendo casi imposible moverse entre tantos árboles (apenas, sin espacio). Por lo que también se iría a residir fuera de esas selvas y cerca del león.

        Finalmente, al retirarse del consejo general los elefantes y leones (camino de la sabana). Un ratón pidió hablar, argumentando representar a una especie que no había podido opinar hasta ese momento. Pues los felinos les despreciaban y los paquidermos, les huían. De ese modo, concedieron la palabra al jefe de los roedores; quien preguntó a todos qué hacer con la serpiente. Porque durante tantas contiendas, cambios y reinados; nadie se había preocupado de los ofidios, que habían engullido cruelmente innumerables animales (principalmente a crías). Aunque la respuesta de la asamblea, al ratón; fue advertir que no había un paraíso sin serpiente: Lo que demostraba que esas selvas del Norte y del Sur, volverían pronto a ser paradisíacas.

       Regresó el pobre roedor a su gremio de animales. Venía triste con la contestación del consejo general; que no se preocupaba por el daño que las sierpes causaban a los de su especie. Así reunió a los que representaba y les transmitió esa respuesta; añadiendo que no entendía nada. Pues lo del paraíso con serpiente, parecía como aseverar que no hay un buen hogar, sin ratones.

         Entonces intervino la madre de aquel ratoncillo, explicando ante los suyos:

-No te preocupes hijo. Hay quienes hacen cosas y quienes dicen cosas. Hay quienes ayudan a los demás y quien dice que ayuda a los demás. Hay quienes solucionan los problemas y quienes dicen que van a solucionarlos. Y todo ello, porque los que de verdad trabajan, realizan una labor y son útiles; no tienen tiempo para reunirse continuamente en asambleas. En esas convocatorias donde se “dice todo”; con frases que cuanto menos se entiendan y más bonito se expresen, más famosos y poderosos convierten a quienes las profieren.

         Escondidas entre las piedras, escuchaban las culebras estas palabras; tras observar todos los hechos antes narrados. Frases y situaciones, que las llenaban de alegría; por lo que, desde entonces, la cara de la sierpe tiene una terrible mueca de risa.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba los leones, marchando a vivir a la sabana (dibujados por mí). Al lado, la serpiente, con su sonrisa (dibujo digital mío). Abajo, el ratón en otro dibujito digital del autor.










FÁBULAS FABULOSAS Y CONFABULADAS

CAPÍTULO III - Los animales sagrados de Egipto:




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, león en bajorrelieve representado en el templo de Deir-El Bari (XVIII dinastía). Al lado, diosa Ammut; diablo egipcio que devoraba el corazón de los fallecidos, cuando habían sido condenados al “infierno”. Era una quimera con cuerpo de hipopótamo, cabeza de cocodrilo y melena de león. Representando a los tres animales más fieros y terribles del Nilo. Abajo, un dibujo mío con el Juicio de Osiris y el chacal Anubis, juzgando el pasado del muerto. En el antiguo Nilo se creía que para alcanzar el paraíso, el corazón de la momia debía ser más ligero que una pluma; como señal de una vida unida al bien. Siendo el perro del desierto, Anubis; quien ponderaba ese valor del corazón, sobre el que más tarde daban diversas deidades el veredicto. Entre los dioses que vemos sobre la balanza, está en su centro Ammut; esperando el juicio. Pues de ser condenado el muerto, esa diosa demoníaca, devoraba su corazón; conduciéndole al infierno.



          Los hechos que relatamos, sucedieron en los inicios del Egipto Antiguo; mucho antes de que se construyeran las pirámides, hace más de cinco mil años. Fue entonces, cuando los sumos sacerdotes convocaron a todos los animales, en el gran templo del Nilo. En una magna asamblea, cuyo fin era conocer los que ayudaban más a la Humanidad; para poder sacralizarlos y adorarlos por su grado de utilidad. Con tal motivo y razón, encargaron que asistiera un representante de cada especie; para explicar ante los demás, cual era su función en la Tierra y por qué deberían ser venerados.

         Los clérigos eligieron como fecha para esa reunión, el día en que la estrella Sirio (del Can Mayor) comenzaba a lucir; provocando las inundaciones del río sagrado. Esa jornada y durante el amanecer, llegaron al templo infinidad de líderes que acreditaban representar a sus congéneres. Allí estaban casi todos; desde el león al ratón y desde la liebre al halcón. Por cuanto, para que no entrasen en conflicto, los sacerdotes decidieron ordenarlos del más fiero al más indefenso; situándolos mirando hacia el Sol. Una vez así dispuestos, llegaron los escribas y mandaron que los asistentes hablasen por turnos, narrando el grado de utilidad que tenía cada uno de ellos.

        Decidieron comenzar por el león; que al ser el más peligroso, se hallaba junto a otros felinos; en el extremo último de la fila. Quien tras recibir la palabra, expuso:

-No debo ser adorado por mi utilidad, sino por mi ferocidad. Tanta, que los reyes de Egipto probarán su valor cazándome. Pero puedo servir a vuestros monarcas y a sus súbditos, usándome como ahuyentador de ladrones y enemigos. Bastando soltarme en los jardines sagrados, en los palacios y grandes propiedades; para que allí ningún extraño se acerque.

        Respondieron los sacerdotes al gran felino, explicando que no sería venerado con cariño, sino con temor. Como símbolo del faraón, pero con signo de dolor. Ya que su especie se usaba para amedrentar y hasta para perseguir y ejecutar humanos. Por cuanto su función sería la de un demonio; siendo representado junto con el cocodrilo y el hipopótamo. Formando los tres una diosa diabólica, uniendo los seres más terribles de la Naturaleza egipcia, y creando entre ellos la figura de Ammut. Un diablo con cuerpo de hipopótamo, cabeza de cocodrilo y melena de león; que devoraba el corazón del condenado al infierno.

      Quedaron todos impresionados con las sabias frases de esos representantes del templo; quienes pasaron a otorgar voz al leopardo. Que se hallaba sentado junto al león y habló de este modo:

-Soy tan fiero o más que mi primo. Pero menos torpe; pues a diferencia de un león, puedo trepar árboles, nadar en los ríos con facilidad y subirme a pedernales muy ligeros. Verdad es que no sirvo para cuidar jardines, templos, ni palacios; porque me escaparía. Pero mi inteligencia me permite ser amaestrado. Por lo que vengo a representar también al guepardo y a los felinos que pueden domesticarse y servir para cazar o defenderse.

          Ante este interesante discurso; añadieron los clérigos que debido a la inteligencia de ese felino, los sumos sacerdotes de Egipto se vestirían con sus pieles. Simbolizando el valor, astucia, agilidad y la rapidez del leopardo.

         Pasó a intervenir, la hiena; que fue recibida con abucheos y pitidos por el resto de asistentes. Pese a lo que no perdió sus ánimos, y comentó:

-Muchos me desprecian, pero yo limpio de carroña el desierto y la sabana. Quitando enfermedades y dejando solo huesos, donde había podredumbre. Soy hermano del chacal y primo del perro; por lo que pido un lugar en vuestros templos.

        Nadie replicó, ni menos aplaudió esta intervención, ya que la hiena se tenía por un ser inmundo. Pese a lo que se retiró de la asamblea, sin mostrar vergüenza; dando paso a su hermano, el lobo. Que fue recibido con mayores pitidos y gritos; profiriendo los asistentes gritos de “fuera, fuera”. Debido a ese algarabío, los sacerdotes se vieron obligados a poner orden; pidiendo dejar hablar al cánido (pariente del anterior). Pero al no cesar las protestas, el lobo decidió no añadir palabra, argumentando que todo se debía a la envidia; por ser ellos los más inteligentes de la Naturaleza. Así, que lo mejor sería dar paso a su primo, el chacal; que explicaría todo sobre la capacidad intelectual de esa familia.

        Tras el lobo, comenzó el discurso de ese carroñero, expresando estar emparentado con el perro y con la hiena. Por cuanto los chacales eran guardianes del desierto y quienes lo limpiaban de podredumbre. Añadiendo que -así pues- solicitaba ser el dios de los embalsamadores, ya que limpiaban de muertos la Tierra. De ese modo, pidió el representante de los chacales, y en nombre de todos los de su especie; simbolizar a quienes abrían el camino al paraíso. Recibiendo a las momias, con rango de sacerdocio, significando la suma fidelidad y tomando por nombre, Anubis.

        Los asistentes quedaron sorprendidos con la inteligencia de este cánido; tras lo que comenzó a hablar el perro, como otro miembro de la misma familia. Aseverando ser la especie más destacada de aquella reunión. Sirviendo a los hombres en la guarda, en la guerra, en la caza y hasta como amigo. Habiendo creado los egipcios un tipo de raza nacida del vendaje de las momias; con las que habían atado al podenco durante milenios, hasta convertirlo en un galgo. Capaz de correr como el guepardo, cazar como el halcón, buscar como el lobo y entretener como el mono. Por todo ello, esa junta en el templo se celebraba el día en que comenzaba a lucir la estrella Sirio, del Can Mayor; constelación que marcaba las crecidas del padre Nilo. Nombres y dignidades que los perros habían logrado, por su enorme utilidad para la Humanidad. Siendo la especie más amada y querida entre los egipcios; tanto que los dueños se rasuraban la cabeza, cuando moría su can.

         El resto de los asamblearios, quedaron asustados ante esta exposición; pero entonces pidió su turno, el conejo. Que expresó desear hablar, al sentirse ofendido en las palabras del perro (presumiendo de matar liebres). Fue entonces cuando quiso sustituirle el ratón, al que los sacerdotes advirtieron que no era bien recibido en la reunión; pues su especie nada útil aportaba y -además- transmitía enfermedades. Siendo conocido a orillas del Nilo, como una alimaña que robaba en los graneros y cultivos (junto a su “primo” el conejo). Ante esas respuestas de los que gestionaban el templo, ambos familiares decidieron marcharse; saliendo del recinto el ratón y el conejo, profiriendo protestas sobre un boicot a los roedores. Lo que provocó la risa de cuantos asistían a la asamblea.

          Más tarde, eligieron participar las aves y los peces. Siendo primero el halcón quien deseaba exponer su importante labor de ayuda a los Hombres; lo que expresó del siguiente modo:

-Yo sirvo como cazador, logrando atrapar en mi vuelo a los pájaros, de un modo que nada ni nadie puede hacer. Por ello, mi vista se debe considerar privilegiada (cual la de un dios) y mi símbolo ha de ser el de un príncipe de Egipto. Solicitando que me representen como el hijo del gran Osiris.




SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, mi sobrino Tomoki junto al Halcón Horus, del templo de Edfú (cerca del Nilo). Al lado, dibujo del díos Horus, representado como este ave. Abajo, el templo de Edfú con la figura de Horus presidiendo su patio principal.








          De nuevo, quedó la junta en silencio; no pudiendo ninguno de los presentes replicar al halcón. Así decidieron los clérigos que esa rapaz sería el signo de Horus; descendiente único del dios máximo. Pese a ello, una paloma se atrevió a decir:

-Te creerás muy bueno, por atrapar a tus hermanos en pleno vuelo. Pero no sabes distinguir una paloma mensajera amiga, de una que envía el enemigo. Por cuanto, nosotras, que transportamos cartas y noticias desde miles de kilómetros. Odiamos a esos halcones y aves de rapiña entrenadas; que nos persiguen, cazándonos, sin dejarnos llegar a destino (aunque llevemos cartas del mismo faraón). Debido a ello y por nuestra labor de comunicación, pido que simbolicen a mi especie en la estrella de la mañana; siendo adoradas como una Venus.

         Muchos asintieron ante el discurso del ave; pero el ratón (que todo lo escuchaba, desde el exterior del recinto) comentó como las palomas robaban más grano que los roedores, sin ser posible atraparlas. De ello, que lanzasen halcones, para proteger las cosechas; por cuanto no sabía por qué se daba tanto postín esa rata voladora. Aunque, no deseando los sacerdotes entrar en controversia y menos con los roedores (que ya habían abandonado la reunión); concluyeron que las palomas simbolizarían a Isis, la esposa del dios supremo. Tal como Ishtar lo hacía entre los pueblos vecinos; significando la estrella de la mañana (también llamada Venus).



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la diosa Isis con sus alas. Abajo, Isis concibiendo a Horus, convertida en una paloma. Lámina del Papiro Ani (hacia el 1250 a.C.), propiedad del Museo Británico.



          Más tarde, pasaron el turno a los que vivían en el Nilo, comenzando por el pez Oxirrinco, que hablo de este modo:

-Solo los clérigos comen pescado; pues se considera un alimento puro. Tanto es así que los seglares de Egipto se limitan a quemarnos; hasta acabar incinerados y sin atreverse a probar bocado de un Oxirrinco -ni de otra especie con aletas, que viva en las aguas sagradas-. Por eso, hay muchos que nos odian, advirtiendo que comemos gusanos. De ese modo, quieren venerarnos en el recuerdo de la “pilila” de Osiris. Afirmando esos difamadores que los peces del Nilo se comieron esa parte del cuerpo, cuando los asesinos mataron a nuestro dios, le cortaron el “pitilín” y lo tiraron al río.

          Todos los asistentes rieron sin parar al escuchar el lamento del Oxirrinco y su deseo de no ser recordado por comerse la “pilila” de Osiris, confundiéndola con un gusano. Pese a ello, a los sacerdotes de Heliópolis les pareció una divertida historia; por lo que decidieron divinizar así a este pez de aguas sagradas. Ante las protestas de todos los animales que habitaban en las aguas del Nilo; que gritaban no querer ser recordados por su relación con el “pito” del gran dios.

           Después dieron la palabra al cocodrilo y al hipopótamo; que expresaron no desear hablar. Porque los usaban como verdugos, echando a los condenados a sus fauces, para que los devorasen. Considerando que por ello, iban a ser catalogados como especies malditas. Por cuanto, los clérigos afirmaron que así sería; pues en su memoria se presentaba el demonio Ammut, que devoraba el corazón del muerto cuando era condenado al infierno. Un diablo con cabeza de cocodrilo, cuerpo de hipopótamo y hasta melena de león. Los tres animales más peligrosos de Egipto.



SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, el famoso pez Oxirrinco, que fue recordado por comerse el “pitilín” del dios Osiris, al confundirlo con un gusano.   Abajo, hipopótamo sagrado del Egipto Antiguo (propiedad del Museo de El Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).



          Saltó en ese momento a escena el cerdo; quien aseveró que era odiado en el desierto, por su amor a revolcarse en las aguas. Comentando como muchos comparaban su afición a bañarse; diciendo que divertirse mucho, era pasarlo mejor que un marrano en un charco. Todo lo que le había hecho ganarse la enemistad de los ribereños del Nilo, que acusaban al puerco de ensuciar sus orillas y el sagrado cauce. Debido a lo que le figuraban como el símbolo de Seth, el demonio que acabó con la vida de Osiris y cortó su cuerpo en trece pedazos, arrojando su “pitilín” al río (donde lo comieron los peces). Pero antes de que acabase su apología el cerdito; todos los asistentes reían sin parar. Por lo que aquel facochero terminó el discurso y se retiró de la asamblea, sin desear añadir nada; advirtiendo que en otras tierras era el animal más preciado (por sus jamones, sus cerdas y hasta sus despojos).

          Al mencionar la utilidad como alimento, pidió la palabra la vaca; que junto a su marido (el toro) argumentaron ser los más útiles para la Humanidad. Aportando leche y carne, como mejor proteína; pero también actuando como bestia de tiro, frente al arado y el carro. Todo lo que le convertía en una de las especies mejores; deseando ser sacralizados como el toro Apis y la vaca Nut. El primero, blanco, que simbolizaba el día y el Sol; mientras Nut significaría la noche, con sus estrellas y la Luna.

     Escuchando la exposición anterior, se atrevieron a participar el asno y su primo el caballo; argumentando que también ayudaban a la Humanidad, tirando de carros y trasladando cargas. Aunque los sacerdotes desestimaron su pretensión, aseverando que el burro era demasiado terco y el caballo excesivamente elegante. Dejando fuera del panteón estas dos especies.



SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la diosa vaca Nut, reina de la noche; aportando su leche, concebida como la vía Láctea. Al lado y abajo, dos imágenes del buey sagrado Apis; venerado como generador de la fuerza y la vida (dibujos del Papiro Ani -hacia el 1250 a.C.- propiedad del Museo Británico).








           Más tarde, tenía que intervenir la serpiente; cuya simple presencia daba miedo y asco, al conjunto de asistentes. Sabiéndolo, los ofidios enviaron como representante a la cobra real; quien argumentó que cuidaba de los graneros, ahuyentando a los roedores. Pues estos ladrones de trigo, huían hasta de su olor (aterrorizados); pese a que las culebras de los silos entregaban sus colmillos -para evitar dañar a quienes trabajaban en ellos-. Explicando que otras cobras, más importantes; también actuaban como vigilantes, conservando dentadura y veneno. Al estar encargadas de custodiar tesoros o el mismo recinto real y ser usada su ponzoña, como medicina. Por todo lo que las sierpes solicitaban su presencia en la corona del faraón; siendo deificadas como símbolo principal de guarda, en las tierras de Egipto.

        Todos los asistentes callaron, temerosos y asustados ante la presencia de esta peligrosa especie. Pero, pronto apareció en escena un individuo desconocido, como era el gato. Que decía proceder de Persia o de Europa; a quien apenas ninguno de los reunidos conocía. Entrando aquel felino en la asamblea, advirtiendo con seguridad y en voz muy alta:

-Dejar de introducir cobras en los silos y entre el grano, para asustar a los roedores y a las aves; porque cuando menos lo esperáis, les crecen los colmillos y vuelven a morder, matando con su veneno. Por lo que el mejor método de guardar las cosechas, es usar gatos (como yo); que cazan ratones y aman a sus dueños (tanto o más que un perro).

         A su lado estaba la cobra, que oyendo ese discurso se dispuso a lanzarse sobre el felino, para picarle y eliminarle. Pero aquel astuto, atrapó con la boca a la serpiente, acabando con ella; ante el asombro de los asistentes. Fue así, como viendo su valor y capacidad de acabar con ratones y sierpes; los sacerdotes le otorgaron el nombre de Mafdet (ahuyentador de culebras y roedores). Aunque la gata que acompañaba a su marido en la asamblea, pidió ser venerada como diosa del amor, por el cariño que despertaba a sus dueños. Siendo así como los clérigos le dieron el nombre de Bast y el templo de Bubastis (deidad de los amantes).



SOBRE ESTAS LÍNEAS: burrito del Egipto moderno; animal que pese a su enorme utilidad; quedó fuera del panteón del Nilo.



SOBRE Y JUNTO ESTAS LÍNEAS: Arriba, 
el que redacta esta fábula (hace muchos años), junto a las serpientes sagradas de Saqqara. Al lado, las cobras sagradas del templo de Saqqara (junto a El Cairo); que se fechan entorno al 2650 a.C.. 





SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, la gata Mafdet, acaba con la sierpe (Apofis). Se trata de un mito basado en hechos históricos. Pues hasta finales del cuarto milenio a.C. se cuidaban los silos y el grano, con culebras (a las que quitaban los colmillos). Pero en el tercer milenio apareció en Egipto el gato doméstico; por lo que se desechó a la cobra, que fue sustituida por el felino. Al lado y abajo, figuras egipcias de Bast (diosa del amor), tal como las expone la Academia de San Fernando de Madrid (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes).



           Parecía estar terminada la reunión, cuando un gran carnero se abrió paso entre los asistentes; y que con cuernos de muflón pidió también ser animal sagrado. Nadie entendía tal solicitud, venida de una especie que criaban algunos pueblos pastores; en las montañas y muy lejos del Nilo. Ante lo que aquel patriarca de las ovejas replicó con enfado, tener derecho a ser la figura del Sol; palabras que provocaron la risa de los allí reunidos. Fue entonces, cuando el carnero comenzó a dar patadas muy enfadado, removiendo las arenas del desierto; hasta que una de sus coces hizo brotar agua del suelo. Todos quedaron asustados con aquel milagro; reconociendo desconocer esa virtud y poder del padre de las ovejas. Expresando el carnero que lograba abrir manantiales, gracias a su sentido de patriarca; llegando a encontrar ríos y pozos, que corrían bajo la tierra, a gran profundidad. Pudiendo hallar aguas entre las rocas o en las zonas más profundas del desierto.

       Fue así como los sacerdotes decidieron hacerle símbolo del Sol, bajo el nombre de Amon-Ra. Aunque cuando el carnero recibió ese título, vaticinó una curiosa profecía; pronunciando las siguientes palabras:

-En miles de años llegará un hombre que deseará sacar a su gente de Egipto. Logrará huir del Nilo con miles de los suyos, pero se establecerá en el Sinaí; donde quienes le sigan, no tendrán ni agua. Allí, golpeará aquel libertador una roca con su báculo, como yo he pataleado el suelo de este templo; haciendo brotar un manantial en el lugar más seco imaginado. Después de tal proeza, ese guía de su pueblo será recordado con mi corona; representándose con cuernos de carnero. Y por ello, le llamarán Moisés; que significa “que nace del agua”.




SOBRE Y JUNTO ESTAS LÍNEAS:
Arriba, la avenida de los carneros sagrados en Karnak (Luxor). Al lado, figuras de Amon-Ra, representado como un carnero en el mismo templo.






JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado, cabeza del Moisés de Miguel Angel, donde vemos claramente su “corona” con cuernos de carnero. Abajo, el Moisés (tal como se expone en la Basílica de San Pedro en Vincoli; a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen). El nombre de Moisés significa “nacido del agua” o “el que nace agua”; todo lo que se explica en esta fábula que hemos leído.








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